martes, 13 de diciembre de 2016

LA INJUSTA EVASIÓN

Imagen FORO de CONTADORES
Por Roberto Marra

Pagar impuestos no parece ser uno de mayores placeres de los argentinos. Escapar de tales obligaciones legales es de práctica más que habitual, extendida transversalmente entre la población. Además, la evasión parece ser una materia especialmente aprendida en las facultades de ciencias económicas. De allí egresan los contadores a quienes, la mayoría de quienes los consultan para las declaraciones anuales y el pago de impuestos, le harán la preguntita de rigor: “¿cómo podemos hacer para pagar menos, o no pagar?”.
Además de demostrar la cultura elusiva predominante, derivada de un egoísmo que cala hondo en las consciencias de los argentinos, da cuenta de una profunda ignorancia  sobre las características y el funcionamiento de la estructura productiva nacional, profundamente afectada por la distorsión en la distribución de la riqueza generada.

Escuchamos hasta el hartazgo la cantinela de la “presión impositiva”, como si fuéramos el país que más alta la tuviera, cuando los números del Mundo expresan claramente lo contrario. Si es injusto el sistema impositivo, lo resulta por la desigual presión que recae sobre las distintas clases sociales, con una distribución absolutamente regresiva de las obligaciones.

Esa injusta presión impositiva se deriva, no solo de las características de las leyes que la sustentan, sino, fundamentalmente, de un sistema económico donde la producción primaria es la mimada del Poder, donde el crecimiento industrial está cada vez más limitado por la dependencia importadora, donde el desarrollo científico y tecnológico nacional vuelve a ser relegado. 

El problema no pasa tanto por cuanto se paga de impuestos, sino por cómo se utilizan esos recursos. Por fuera de esa berreta estupidez de que “se roban todo”, que solo sirve como slogan de una maquinaria mediática nefasta para la comprensión de la realidad económica, es ineludible revisar el sistema impositivo desde un claro concepto de justicia social.

Será imprescindible, entonces, re-estructurar el aparato productivo, antes que el impositivo, para que éste resulte después útil al desarrollo nacional y la justa distribución de la riqueza. Tan imperioso como será modificar la cultura evasora, y terminar con los “expertos” que viven (y muy bien) de esa antipatriótica actividad.

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