martes, 10 de julio de 2012

LOS ACIERTOS Y ERRORES DEL MARXISMO


Por Dr. Rubén Visconti*

Hasta la aparición del sistema económico del capitalismo, la composición de las clases sociales obedecía a una clasificación muy simplista y real; una de ellas era conformada por un sector poseedor de todas las riquezas habidas y todas las manifestaciones  de los poderes de los gobiernos, con la aceptación general de que el origen de reyes prevenía de la voluntad de Dios y, otra, la que hoy denominamos como pueblo que habían pasado desde su condición de esclavos, a siervos de la gleba para constituir la totalidad de los miserables del mundo, sin derechos de ninguna naturaleza, hambrientos, derrapados y desposeídos y ,además, sujetos a las falsas afirmaciones de la Iglesia Católica que bajo las promesas de un mundo mejor después de la muerte los inducía a aceptar mansamente los sufrimientos de sus miserable condición humana.
Luego, cuando apareció el capitalismo esa estrecha división dicotómica compuesta por esas dos clases sociales, dueños de todo y desposeídos de todo, apareció una nueva clasificación la que pasa a ser la de empresarios y obreros la que aún tiene vigencia en nuestros días, pero con la actual complicación de que surgió otra clase intermedia llamada  clase media y a su vez la clase trabajadora comenzó a dividirse en razón de que aun sujetos al mismo régimen de explotación del capital las diferentes manifestaciones de los diferentes trabajos no fabriles dieron lugar a una clase trabajadora sujeta al mismo nivel de explotación, pero con diversas ubicaciones, por ejemplo, los de los crecientes servicios los  cuales reciben otra denominación, por ejemplo, empleados, con el agravante de que muchos de los cuales rechazan y auto niegan que en realidad y a pesar de recibir similar grado de explotación, se animan a denominarse como integrantes de una clase media inferior.
Sintéticamente podríamos asegurar que las diferentes clases sociales existentes en la  actualidad serían, los empresarios o sector dominante, la clase media superior, la clase media inferior, la clase trabajadora cuyas características pueden considerarse como una manifestación más transferible en el tiempo y por tanto más identificable.
Ahora bien, si con un grado de aceptación general en esta breve descripción histórica podemos aceptar que cuando Carlos Marx analizó la composición de las clases sociales en el siglo 19 consideró como el sujeto revolucionario a la que en estos momentos estaba constituida por la clase obrera, es decir, al sector humano que se desempeñaba en los talleres y fábricas y en las explotaciones mineras y otras similares, estuvo acertado en su elección, pero no así en la proyección de la futura composición de la clase explotada que a pesar de ello obedecería a otra ubicación en la composición social.
Así y a medida que fueron avanzando las cosas, ese sujeto revolucionario según la proposición de Marx no obedeció a posteriori  con la homogeneidad supuesta por lo dicho, pero además, dadas las diferentes condiciones de ese compuesto social conformado por los trabajadores, sufrió las consecuencias de que en el grupo existían otras enormes fisuras, una la de los trabajadores de cuello duro vigentes en los países de mayor desarrollo y el resto de los países pobres que eran explotados por los países imperiales; ventajas de esa explotación de las cuales se beneficiaban los trabajadores de cuello duro conjuntamente con los sectores dominantes  de sus propios países. Claramente, no había ni hay homogeneidad entre unos y otros y aquella proclama del manifiesto del 48 ¡trabajadores del mundo, uníos! resultó muy difícil sino imposible de hacerse realidad.
Podemos señalar otro aspecto de este aspecto dicotómico del comportamiento de la clase trabajadora que permite analizarla desde otro punto de vista, el de la clase a la que pertenece en un momento dado y el deseo de cambiar de estado, es decir, de clase, un impulso sicológico innegable en cada ser humano de cambiar su situación actual a otra considerada más elevada en el contexto social.
Por eso y y considerando los otros aspectos del pensamiento marxista tales como la plusvalía, las causales históricas de la acumulación del capital imputadas al trabajo, el materialismo histórico , las razones culturales que gobiernan la formación arbitraria de la conciencia humana como ser los aspectos religiosos, consideramos que  el no acierto del que acusamos a Marx al llamar e impulsar como al sujeto revolucionario  a los obreros del siglo 19, error ante la imposibilidad humana de prever el mundo del futuro, hay que retomarlo concitando en el carácter de sujeto revolucionario a todos los sectores sociales sujetos a obvios niveles de explotación por parte de los dueños del mundo que bajo el lema ¡explotados del mundo , uníos! Impulsen a la formación de sociedades más justas, iguales y por lo tanto libres. 

*Doctor en economía, Docente de la UNR, Miembro del CEP

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