miércoles, 16 de octubre de 2019

CAMBIO DE FIGURITAS

Imagen de "Prisionero en Argentina"
Por Roberto Marra
Si hay algo que el Poder tiene claro, es que ninguna de las figuras emblemáticas elegidas para encabezar los procesos político-económicos que les sirven a sus intereses, tiene asegurado su apoyo eterno. Es que cada uno de ellos son solo pasajeros en esa locomotora de la acumulación de riquezas, que arrastra los vagones repletos de riquezas siempre mal habidas, siempre con olor a pólvora o de color sangre, siempre dejando en el andén de la miseria a millones de ilusos que espera el derrame prometido cada vez que pasa por la estación de la inventada esperanza, ese tren de la avaricia concentrada.
Los “elegidos” lo serán en tanto sus utilidades sean manifiestas. Cuando ya sus nombres dejen de convocar o provoquen el inevitable rechazo que surge tras esos períodos de obnubilación ciudadana que los coloca en el sitio dirigencial de toda una sociedad, serán inevitablemente desechados, abandonados al costado de las vías que nos habrán conducido, siempre, al peor de los mundos, al borde mismo del abismo de la pérdida de la Nación.

No tendrán prurito alguno en soltarles las manos y dejarlos solos, para buscar de inmediato al próximo elegido, que será “construído” con la ventaja de la acumulación de experiencias anteriores, a sabiendas de las necesarias preparaciones de subjetividades ciudadanas que sabrán ajustar lo suficiente para que sea aceptado mayoritariamente por la población.
Por increíble que pueda parecer, se renovarán las adhesiones de muchos, empujados previamente por los consabidos “lavados de cerebros” que se programan en esos “tanques de pensamiento”, que solo lo son de oscuras intenciones, a pesar de lo claro que resulta la repetición de sus consignas, gastadas por tanto uso a lo largo de tanto tiempo, pero efectivas todavía para las infantiles maneras de ver la realidad que los rodea, tan obvias como ocultas detrás de las obscenas cortinas de mentiras de los medios.
Que pase el que sigue” parecen decir los poderosos cuando intuyen que sus “pollos” ya no rinden demasiado. Hasta se darán el lujo de acercarse a sus enemigos ideológicos, para no perder nada durante los períodos donde deban retraerse de las gobernanzas, acumulando fuerzas y facturas que sabrán cobrarse en la siguiente parada, cuando ya hayan elevado al nuevo “paladín de la democracia” con el que intentarán regresar al manejo directo del Estado.
Es la trampa donde tanto ha caído el Pueblo, creyendo en las denostaciones varias que los poderosos dirigen hacia los mejores hombres y mujeres que les impiden acrecentar sus poderíos en la dimensión y con la impunidad que ellos pretenden, pero también hacia sus propios elegidos, cuando sus servicios no les rinden lo suficiente. Porque nunca los designados por ellos son tontos ni locos, sino perversos, verdaderos impúdicos para quienes la moral es solo una palabra hueca y la sociedad un reservorio de mano de obra barata para sus negociados.
Es una tarea imprescindible para el Pueblo, la labor de introspección que le impida caer nuevamente en ese truco tan obvio y repetido del cambio de figuritas. Y queda también la necesidad de “abrir la cabeza” ante los acontecimientos que se sucedan, sin dejar que se ensucien con la mugre ideológica preparada por el Poder, estudiando cada palabra y comparando cada hecho, hasta desbrozar la esencia de sus maléficos mensajes y frenar aquel tren de los avaros insaciables, para cambiarlo de vía y dirigirlo, por fin, hacia la soñada estación final de la Justicia Social.

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