miércoles, 6 de noviembre de 2019

DEMOCRACIA BLOQUEADA

Imagen de "IZCANAL"
Por Roberto Marra
Uno de los métodos más utilizado por el imperio para denostar a los gobiernos que no le son sumisos a sus exigencias, es la de denominarlos “dictaduras”, sin importar el normal orígen electoral que hayan tenido, sin tener en cuenta la decisión popular mayoritaria que haya existido. La sumisión que pretende el gendarme planetario, es la de las economías de cada nación, puestas a trabajar para beneficio primordial de sus intereses extractivistas de materias primas y de freno al eventual desarrollo soberano que pudiera haberse planteado cada país.
La instalación en el imaginario de la mayoría de la población del Mundo del carácter dictatorial de un gobierno determinado, suele provocar el alineamiento instantáneo de los dirigentes de cada nación a esas aseveraciones, temerosos de no recibir los supuestos y dudosos beneficios de pertenecer al círculo de “amigos” del imperio. Aún en aquellos gobernantes de extracción más popular, de trayectorias más vinculadas a políticas promotoras de esas equidades y justicias sociales siempre tan postergadas, se ven las defecciones ante el poderoso mandamás del norte, en busca de supuestas inversiones que poco y nada llegan luego de semejantes actos de servilismo político.
Imposible hablar de esta característica tan difundida, sin involucrar el actual caso de Venezuela, aún habiendo otros, en la historia más lejana o más cercana, que también significaron algo parecido en el trato del Poder hacia sus gobiernos legítimos. La Argentina de Perón, la Cuba de Fidel y el Che, el Chile de Allende, los más recientes de Argentina, Paraguay, Brasil, Ecuador y ahora Bolivia, son los antecedentes de un procedimiento feroz en la búsqueda de destruir esos procesos virtuosos que intentaron, con sus más y sus menos, conducir esas naciones por el camino de la verdadera independencia.
Sobre Venezuela se abaten los peores estigmas, las maniobras más soeces, los actos más aberrantes desde el punto de vista de las relaciones internacionales, donde se dejan a un costado las diplomacias y se provoca al gobierno de esa nación bolivariana con actos genocidas, hambreadores de su población, a través de uno de los peores y más obscenos métodos de sometimiento, como es el bloqueo económico y financiero. El mismo aislamiento con el que intentaron derrotar a la Revolución Cubana, fracasado conceptualmente pero “exitoso” en las enormes desventajas y complejidades a las que se vio acarreado ese país, es con el que ahora pretenden derrotar al gobierno que no pudieron vencer en las urnas los cómplices locales del imperio.
Aquí, en nuestra Nación, cuando se pretende comparar con números el desastre dejado por el macrismo genocida por parte de políticos, economistas y periodistas, nunca se deja de mencionar a Venezuela como el peor ejemplo del continente en cuanto a inflación y otros índices económicos. Pero jamás, esos mismos personajes de aparentes conocimientos específicos, hará mención alguna a las razones de esas cifras en aquel país caribeño, con lo cual se termina por involucrar a la voluntad o a la brutalidad de su gobierno para que tal cosa suceda.
Dando por sentado que no existe la “democracia” en aquella nación (al menos la que ellos consideran como tal), muchos personajes de la política argentina también le hacen de coro al relato imperial, involucrándose en pretender imponerle al gobierno venezolano decisiones contrarias al ordenamiento constitucional de esa nación soberana. Hablan de búsquedas de “salidas” al proceso de destrucción provocado por el bloqueo, al que poco y nada nombran, como si se pudiera forzar al legítimo gobierno de otro país a aceptar imposiciones solo derivadas de las exigencias imperiales. Intentan promover nuevas elecciones, con control internacional, dicen, en el colmo del sometimiento al que debiera prestarse el gobierno legalmente constituído, cuya elección fue seguida y auditada, por pedido de ese mismo gobieno, por reconocidas entidades y personalidades de todo el Mundo, quienes dieron fe de la transparencia y participación libre de la ciudadanía.
La oligarquía venezolana y los integrantes de esas clases sociales que solo pretenden parecerse a ella, cómplices del genocidio al que pretenden conducir al pueblo al que odian con el fervor de los apátridas, son la base local para la destrucción de esa experiencia libertaria. Con personajes que pudieran servir para la creación de tiras cómicas, si no fuera por los daños irreparables que están provocando, pretenden acceder al reconocimiento de gobiernos afines a sus ideologías, ya maltrechas por la realidad que demuestra sus resultados en la práctica dolorosa con la que han sometido a tantas naciones del Continente.
En ese cuadro de situación se involucran algunos políticos argentinos, que resultan “más papistas que el Papa”, olvidando los orígenes del movimiento donde actúan, pretendiéndose integrantes de esa inexistente “posición intermedia” entre el imperio y los gobiernos que pretenden hacer de sus independencias una realidad. Solo lograrán la palmada en el hombro del “emperador” de turno, el mismo que ordena torturar con bloqueos la dignidad de los pueblos libres, para culminar convirtiéndonos en cómplices de ese vandalismo destructivo. Y en materia prima de la obscena maquinaria imperial que devorará nuestra propia soberanía, como ya lo hizo tantas veces, en nombre de una “libertad” vacía de Pueblo.

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