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Por
Roberto Marra
Una
banda de “nenes de mamá” copó la Argentina durante cuatro años.
Lo hicieron como siempre lo han hecho los representantes de esa
oligarquía nativa que sobrealimenta su ego a fuerza de inventar
superioridades imposibles, pero creídas por sus lacayos y por gran
parte de la población, esa que es eterna admiradora de los ricos de
turno. Como una especie de virus, fueron infiltrándose en cada sitio
que representara ganancias fáciles mediante oscuros negociados,
convirtiéndose en dueños de los destinos de toda una Nación, sin
tener ni ideas ni intenciones de gobernarla, sino solo de
esquilmarla.
Ya
en el final anunciado de sus retiros, obligados por la debacle
económica y financiera que provocaron a propósito, por esas ansias
de acumulación ilimitada que les resulta incontenible, se van
haciendo a la luz lo que durante todo este tiempo se denunciaba por
parte de los que no caímos en sus trampas verbales ni admiramos sus
espejitos de colores desteñidos por el sobreuso de dos siglos.
Resulta
casi increíble, si no se conociera la idiosincrasia de muchos
sectores de la ciudadanía argentina, que no se notaran sus
intenciones solo con observar sus gestos y poses ante los medios, con
la altanería que emana de sus condiciones de burros con plata, una
expresión degradada de aquellos que se llevaban la vaca en los
barcos en sus viajes hacia la Europa de su sueños. Burlones y
procaces, se han reído de cada uno de nosotros en cada instante de
lo que ni siquiera merece el generoso título de “su gestión”.
Con
desparpajo, se fueron apoderando de cuanta “licitación”
falsificada han podido, modificando condiciones y elevando ganancias
“a piacere”, sin un mínimo rasgo de vergüenza, a sabiendas de
que sus poderíos les salvarían de las quejas de los opositores,
que tardaron demasiado en sopesar las conveniencias personales con
las necesidades colectivas, dejando que transcurrieran los tiempos
que ellos necesitaban para su obra desconstructiva de la Nación.
La
especulación en su rango más alto, la depredación en su nivel más
elevada, la mentira elaborada por los “focus group” presentada
como lo absoluto. Un cóctel de fatídicas consecuencias miradas
desde abajo como “lo que debía hacerse”, gracias a la
complicidad (cuando no la directa órden) de los medios de
comunicación, tan groseros como ellos a la hora de transmitir los
hechos, tergiversando la historia y pulverizando la realidad con el
solo objetivo de acabar con el legado ideológico que supo convertir
a nuestro País en una Patria, esa misma que estos cobardes vinieron
a postrar ante sus amos imperiales.
Esta
es la hora de recapitular lo sucedido. Es el momento de elaborar los
acontecimientos soportados durante estos cuatro años, diseccionar
cada centímetro de sus horrores, desarmar las sonrisas sarcásticas
de sus hacedores y clavar el cuchillo de la verdad popular en sus
entrañas apestosas, para acabar con sus maleficios centenarios, para
correrlos al costado de la historia, para destrozar las miserias que
nos legaron y convertir sus oscuridades ideológicas en la luz que
ilumine el renacer de lo que intentaron matar tantas veces. Tantas
como sus resurreciones.
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