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Khaled
Erksoussi tiene previsto abandonar Siria. El secretario general de
Damasco de la Media Luna Roja Siria, 22 de cuyos voluntarios ya se han
muerto en la guerra, fue despedido esta semana de su trabajo a tiempo
completo en una empresa de telecomunicaciones de Damasco, probablemente
porque pasa demasiado tiempo en el trabajo humanitario. La Media Luna
Roja no puede pagarle su antiguo salario. Además, el dinero de los
donantes se está acabando, los voluntarios capaces ya están siendo
contratados furtivamente en el extranjero. ¿Y quién quiere pasar su
tiempo llenando bolsas con cadáveres que ya tienen tres días y
negociando con hasta 12 grupos diferentes en las líneas del frente?
Porque esto también es una historia horripilante. Lector, esté atento.
“Parece que no hay más dinero de donde provenía el dinero donado”,
dice. “Todos nuestros socios están sufriendo. Quizá la política está
tomando nota ahora.” Notaron que cuando sucedió la cuestión de las armas
químicas, en el Consejo de Seguridad de la ONU, la primera decisión fue
ir e investigar, pero ¿qué sucede con la parte médica? “El informe
muestra lo que es importante: encontrar a los culpables. La víctima no
importa.”
Erksoussi es un hombre difícil de disuadir. Los inspectores de la
ONU no fueron enviados a señalar con el dedo a los culpables, pero él
tiene un argumento difícil de rebatir. Señalando con el dedo se obtiene
más crédito que comprendiendo la tragedia por la que pasan los
compañeros de trabajo de Erksoussi.
Tomemos las recuperaciones de los cuerpos. La mayoría de ellos son
soldados muertos por los rebeldes, docenas de ellos. A menudo traídos a
la casa de Erksoussi de a tres por vez. “A veces los insurgentes juegan
sucio. No hace mucho tiempo, fuimos a recoger los cadáveres de tres
soldados. Pero con el último cuerpo que llevábamos, nuestra gente pensó
que algo andaba mal. Uno de los cuerpos parecía tener cables. Lo dejamos
en su lugar. Ahora hemos exigido que todos los cuerpos que nos traen
deben ser examinados antes de sacarlos. Ambas partes deben sacar lo que
sea que tienen los cadáveres, incluso municiones. Yo no quiero tener una
granada de mano en una ambulancia... ”
Más recientemente, la Media Luna Roja ha estado transportando
alimentos ya cocinados a Raqaa, la prisión de Alepo, un gran bloque
ocupado por las fuerzas del gobierno y los guardias, pero totalmente
rodeado por los rebeldes, en la que cientos de prisioneros –criminales
comunes, detenidos e insurgentes enemigos del gobierno– están presos en
medio de la suciedad y la falta de elementos sanitarios y de artillería.
“Logramos sacar a decenas de presos que oficialmente habían
terminado sus sentencias y que sólo necesitaban una salida segura. Pero
la primera vez que fuimos allí, uno de los grupos rebeldes disparó una
granada propulsada por cohete a uno de nuestros coches. Le erraron. Todo
estaba en su lugar y listo con todos los grupos, pero uno de este grupo
dijo: ‘Estamos molestos porque ustedes no hablaron con nosotros’.
Nosotros dijimos: ‘Bueno, vamos a gritar la próxima vez. Pero
simplemente no disparen’. Pero más tarde los insurgentes hirieron a un
voluntario y mataron a un juez del gobierno que estaba con nosotros. La
última vez, tuvimos un equipo en Deir el-Zour y ellos fueron detenidos
por las fuerzas de al-Nusra durante siete horas. Estábamos con un equipo
de la Cruz Roja Internacional y al-Nusra odia lo que ellos llaman ‘la
maldita Cruz Roja’. Dijimos, bueno, ‘usted ha estado comiendo alimentos
con cruces rojas de la CICR sin preocuparse demasiado’.”
Erksoussi cree que la lucha en torno de Damasco se ha vuelto más
feroz, pero “no se puede ganar con la fuerza –esto es lo que ambos lados
creen ahora–. Lo que les impide a ambos lados detenerse es el ‘ego’. No
es como si fueran iguales. Cuando un gobierno cree que lucha contra los
terroristas o contra el ‘mal’, igual tiene que ser responsable de los
civiles. Pero a menos que se detenga la entrada de armas y dinero, la
lucha continuará para siempre. No puedo decir que este lugar se va al
infierno, porque ya está ahí”.
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