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Los números propuestos y aprobados en
Diputados que le dan cuerpo al proyecto de Presupuesto 2014 no fueron,
como se puede llegar a suponer, discutidos en profundidad durante esas
casi 18 horas de sesión. Los argumentos esgrimidos por la oposición se
basaron en supuestos, pero sobre todo expresan el rechazo visceral a la
representación económica del programa político del gobierno
kirchnerista.
Este tipo de debate desnuda, con magnífica transparencia, lo que se
juega en la Argentina desde casi su nacimiento como Estado y Nación,
pero sobre todo, desde la irrupción del peronismo. El Presupuesto, como
herramienta sustancial para la puesta en práctica del modelo, que la
oposición insiste en transformarlo en relato al no poder detenerlo,
puede que en algún lugar sea un "dibujo", porque al fin y al cabo
también expresa un objetivo, un deseo a alcanzar. Los presupuestos que
el FPV puso a consideración desde 2003 son, si se quiere, el dibujo del
país que busca desarrollar y transformar. Hay decenas de ejemplos que
demuestran que esas propuestas se fueron concretando y complementando
con la ristra de leyes que se sancionaron y que alejaron al país de
aquel infierno que supo representar diciembre de 2001.
En aquella jornada, surgió de entre los discursos opositores el
viejo estigma antiperonista que, mal que les pese a algunos bloques, se
expresa incluso entre los que fueron peronistas y también entre los que
conforman la entelequia conocida como peronismo disidente o, desde hace
poco, renovador. El antiperonismo tiene la condición de colarse en los
intersticios del frágil concepto de progresismo, y su consiguiente y
variado armado político. Navega entre los prejuicios de clase y les da
cuerpo a propuestas conservadoras que incluyen a la UCR.
El peronismo, base fundamental del FPV, tiene como sujeto de
transformación a las clases populares y, como beneficiario indirecto, a
esa extraña clase denominada media. Entre esos se inscriben los
almaceneros y sus libretas, una figura usada por conspicuos peronistas
ahora renovadores para denigrar la norma. No fue tomada al azar.
Representa el pensamiento más profundo de estos diputados que fueron
referentes del pensamiento conservador y neoliberal que colonizó y
dominó al movimiento nacional y popular durante el menemismo.
¿Qué pasa por la cabeza de estos legisladores que cantan la Marcha
Peronista pero sin sentir (repudiando en realidad) los conceptos que
contienen sus versos, y terminan rechazando el modelo político (y sus
leyes), que desarrolla el FPV y que lleva en su interior las banderas de
Juan y Eva Perón y de otras corrientes de pensamiento que forjó el
marxismo? O, dicho de otra forma: ¿Cuándo dejaron de ser peronistas,
cuándo abandonaron su origen de clase y asumieron para sí el pensamiento
conservador que desprecia a las masas pero que se valen de ellas para
sostener sus privilegios?
Enfrentar el antiperonismo es más difícil que el anticomunismo
porque este último tiene una teoría y una praxis contrapuesta a lo que
el comunismo propone. Por caso, ante la colectivización de la tierra, el
anticomunismo impone la propiedad privada. El antiperonismo es más
visceral y más binario.
Esto se expresa cuando los opositores morigeran su negativa a los
proyectos oficialistas diciendo que podrían hacerlo mejor y menos
conflictivo. Pero, en realidad, lo repudian porque están defendiendo a
los grupos de intereses, económicos, religiosos y mediáticos, que
durante décadas dominaron y condujeron el país para satisfacer sus
necesidades más básicas y perversas.
Defender los logros conseguidos en estos años es una tarea ardua
que no tiene un final previsible. Esta defensa es permanente y continua.
Ergo, siempre hay sectores que no tienen el estado físico para soportar
esa defensa ante los ataques de los intereses que combaten al modelo
propuesto por el FPV.
Allí puede residir una de las razones del aval que reciben las
expresiones conservadoras que poco tienen de renovadora. En este debate
del Presupuesto, el FPV mostró anticuerpos que funcionaron. La apertura a
propuestas y necesidades por parte de los gobernadores, antes y durante
el debate del proyecto, es una muestra novedosa del nuevo momento que
vive el kirchnerismo. Hay una nueva etapa que busca transitar sin
tropiezo la definición de la continuidad del kirchnerismo más allá de
2015. No es que en anteriores años el oficialismo no haya tomado en
cuenta las necesidades de las provincias, pero se hacía de otra forma, a
veces un poco demasiado vertical. Pero esto sirvió para abroquelar y
contener a mandatarios provinciales y sus diputados evitando la sangría
que presagiaba la oposición, política y mediática.
El debate del Presupuesto también demostró que entre la oposición
predomina la mediocridad que consideran como lo normal y afirman que el
kirchnerismo es la expresión de la locura que, en realidad, es el poder
ver, proponer y concretar el futuro.
*Publicado en Tiempo Argentino
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