Por Walter Paz*
El Rey Juan Carlos anduvo cazando elefantes por Botswana, y
terminó cazado por la prensa. La noticia en sí es un poco zonza, propia de una
persona que tiene guita y punto, podría
encararse por el costado ecologista y decir que anda matando animales a los que hay que proteger en pleno siglo
XXI, pero el auténtico problema es que la cacería a la que es afecto el Rey, o
mejor dicho, esta actividad de lujo se realiza al tiempo que al conjunto del
pueblo español se le imponen medidas de ajuste, una tras otra.
Al tiempo que
España llegó al 25% de desocupación, al tiempo que la educación universitaria
por tomar un ejemplo -ajuste mediante- incrementa su costo un 60% a partir de
este mes de abril. Entonces, este viaje de placer real resulta obsceno, y
vuelve a ponerse solito, sin que nadie lo haya pedido, en el centro del debate,
la continuidad de la monarquía en España y la injusticia social imperante.
Un pequeñísimo paréntesis para ese personaje llamado Mario Vargas
Llosa, que es peruano pero también español, que supo candidatearse a la
presidencia del Perú. Vargas Llosa dijo sobre este episodio del Rey, pidió que
las actividades de la Casa Real,
sus actividades privadas, se realicen con discreción.
Este safari fue organizado por una empresa llamada Rassafari que
se dedica a organizar estas cacerías de las que participan mega millonarios y
gente de sangre real. Supuestamente el Rey fue invitado junto a una serie de
empresarios, cuyos nombres no trascendieron, por un magnate de la familia real saudita de origen sirio y
que está relacionado con el mega-contrato aprobado hace muy poco en el que una
decena de empresas españolas van a participar de la construcción de un tren de
alta velocidad que unirá las ciudades sauditas de La Meca y Medina. El costo de un
safari a cazar elefantes ronda los 30.000 euros como mínimo. Y la página en
Internet de la empresa Rassafari ha dejado de funcionar.
Pero hay un dato más, y que sí nos involucra a nosotros, los
argentinos. Quizás algunos oyentes recordarán al General Albano Arguindeguy y
su amigo José Alfredo Martínez de Hoz, personajes nefastos de la dictadura
cívico-militar, cuando cazaban juntos en África. En esos viajes de placer
también estaba presente la misma ONG que se menciona ahora en la accidentada
cacería del Rey en Botswana, la
WWF, la World Wildlife
Found, aquí la conocimos como Fundación para la Vida Silvestre y que usa en su
logo un osito panda. El Rey es presidente honorario de la filial española de la ONG.
Esta ONG cuenta con unos 5 millones de miembros y una red
mundial de 27 organizaciones nacionales, 5 asociadas y 22 oficinas de
programas, que trabajan en más de 100 países. La sede internacional está
ubicada en Suiza y la dirección para América Latina en EUA. La organización
promueve el movimiento ambientalista internacional, rol que continúa en pleno
crecimiento y desarrollo.
Entre
sus socios destacan Organizaciones de las Naciones Unidas, la Unión Mundial para la Naturaleza, Traffic, la Comisión Europea
y entidades de financiamiento como USAID, el Banco Mundial, con el cual WWF ha formado una alianza para
favorecer los bosques del planeta. Y es aquí donde recordamos las palabras del
Presidente de la hermana Bolivia que trascendieron a mediados de marzo pasado,
dijo: “el ambientalismo es el nuevo colonialismo”. Es decir, poderosas
organizaciones de alcance internacional con socios de muchísimo nivel
adquisitivo se escudan tras la supuesta lucha para defender paisajes, flora y
fauna, con el real objetivo de arrebatar a los estados nacionales el control de
parte de sus geografías, ¡oh casualidad!, donde existen riquezas inmensurables,
ya sea, petróleo, gas, agua o minerales estratégicos.
Y para no ser
menos también vamos a decir algo sobre el tema YPF. Los estados integrantes de la UNASUR expresaron, todos,
su beneplácito por la medida anunciada por nuestra Presidenta Cristina. La
excepción fue Colombia que por estos días recibió a Mariano Rajoy, Jefe del
Gobierno español, en una gira prevista por parte de Latinoamérica. El
Presidente Santos, dijo: “…aquí no expropiamos”. Lo cual no es extraño siendo
que Colombia está hasta las manos, con el ALCA y el Plan Colombia metidos en su
vida hasta el tuétano.
En cuanto a Chile,
al principio varios ministros expresaron su preocupación, pero al final, todos
lo supeditaron a lo que se declarara desde la Cancillería. Alfredo
Moreno dijo, al igual que el embajador chileno en Buenos Aires, que los
intereses chilenos están asegurados, por lo que podría decirse que no pasó
nada. Por estos días, desde Madrid se ha tratado de buscar el apoyo de
Washington, pero desde el Departamento de Estado les dijeron que están atentos
a evaluar cualquier propuesta española. En concreto: nada.
*Columnista del programa Sudestada
emitido por Radio Nacional Rosario, AM1300, Sábados de 7 a 9.30 horas.
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