lunes, 1 de mayo de 2023

LA TRAMPA DE LA ACELERACIÓN

Por Roberto Marra

La aceleración es también una estrategia en el mundo de la politica. Aumentar la velocidad de los acontecimientos es una manera de empujar a decisiones apuradas, tendientes a generar errores fatales para quienes intentan construir una alternativa superadora del estado de cosas agobiantes y retardatarias, existentes o propuestas desde la brutalidad facistoide en ascenso. La abrumadora capacidad de reproducir falsedades mediante el aparato mediático hegemónico, logra el objetivo primordial de traducir esperanzas en resignaciones, anhelos en frustraciones anticipadas, insidias en certezas reproductoras de odios infundados.

Una vez más, la sabiduría confuciana china nos da una pista para ejercer con astucia la acción política. Mantener la calma ante las tormentas preparadas y lanzadas a bofetadas contra los pueblos por parte de los poderes fácticos corporativos, es el camino más idóneo para no dejarse someter al arbitrio de los aventureros puestos en el ruedo de la disputa del poder con el único fin de evitar el desarrollo de la consciencia popular sobre la realidad. Una calma que no significa inacción, sino el ejercicio sabio de la pasión por las ideas defendidas, enarbolando las banderas ideológicas que conforman el lúmen organizativo, sin perder la compostura ante los embates de los “brutos con iniciativa” que pretenden hacernos “pisar el palito” de la aceleración.

No se puede aducir, en nuestro País (y, seguramente, en ninguna Nación), el desconocimiento de la historia que nos trajo hasta aquí. Es como refugiarse en el desconocimiento de las leyes para no sentirse culpables cuando se las viola. Los hechos han sido relatados mil y una veces, cierto que muchas con tergiversaciones y atravesadas por los sentimientos negativos generados por quienes manejan la comunicación. Pero, a poco de rascar en la superficie malversada, podemos descubrir esa verdad revelada que nos indique las razones del despilfarro del tiempo en nombre de tantos desvaríos puestos al servicio de la conservación del statu quo que le conviene al Poder Real.

Ahora mismo, la Nación está ante el desafío repetido de no adentrarse en la profundidad de un mundo oscuro y perverso, donde gane la destrucción de sentidos históricos y sociales, donde la mentira organizada haga añicos las esperanzas populares, donde el enojo desplace a la razón y obnubile el conocimiento. Un puñado de personajes sin escrúpulos ni moral, son quienes parecen estar cerca de dominar las instituciones de gobierno en su totalidad, teniendo como ya tienen asegurado el poder legislativo y el judicial.

En una pendiente cada vez más empinada, nos deslizamos hacia ese mundo fantasmal que pretende establecer una paradigma donde los derechos sociales sean sólo un recuerdo y el futuro un proceso de naturalización de los despojos que ya hicieron cuando alcanzaron a gobernarnos otras veces. Pero esta actualidad derrotista y manipulada por las transmisiones mediáticas, empujan a los propios perjudicados de entonces a sentirse parte de semejante construcción de brutalidades inconducentes. Como en un tobogán de un parque que no es de diversiones, bajamos acelerando hacia la culminación de la obra más horrenda, listos para pertenecer a un submundo desapasionado y embrutecido, sin memoria, ni verdad, ni justicia.

Hay que poner el pie en el freno, bajar un cambio y estacionarse al costado de esta ruta al desatino. Hay que re-elaborar nuestros conceptos básicos, retornar a las bases del conocimiento popular, revolver los anaqueles de la historia ocultada y definir una estrategia que nos vuelva a colocar en la autopista de la verdad sin intermediario. Tenemos que ser capaces de obviar lo irrelevante y rescatar los fundamentos, pero con la impronta comunicacional que asegure una lucha frontal y despiadada ante el enemigo de la vida y de la historia.

No se puede enfrentar tamaño poderío con pusilánimes al frente. No se pueden renovar los modos aceptando recetas importadas desde donde intentan someternos desde hace centenas de años. No será pisando el acelerador de un motor que ellos alimentan con el combustible de la locura y el odio, como se podrá salvar la Patria. Si será elevando nuestra mirada por encima del hombro de esos enemigos que nos intrusan y pervierten cada día, hasta vislumbrar el horizonte de la vuelta a la razón de nuestra historia, abandonada sólo por ir detrás de esos sucios espejitos de colores de la mentira programada.

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