viernes, 3 de diciembre de 2021

CAUTIVANDO AL CAPITAL

Por Roberto Marra

A pesar de las demostraciones que la historia nos brinda, los intentos gubernamentales por “cautivar” a los grandes actores de la economía no cesan. Se nota un empeño ya casi maniqueo por lograr que los representantes de los sectores más concentrados y cartelizados del País, acuerden con algunas políticas que se pretenden mostrar como eficaces maneras de “domar” el proceso inflacionario, que sigue su curso devastador de las economías familiares. Y allí van, a esas reuniones del fracaso asegurado, a sentarse a discursear frente a quienes de antemano avisan que no se avendrán a ninguna medida que les limite, aunque sea en un mínimo imperceptible, sus ya obscenas ganancias.

Pareciera que el poder acumulado por estos siniestros propietarios de casi todo lo producible y vendible, es suficiente mérito para decidir con ellos el destino de los millones de ciudadanos que parecen convidados de piedra a este “festín” de aparente desarrollo virtuoso. Otra vez eso del Pueblo que “gobierna o delibera únicamente a través de sus representantes” como lema básico para impedir la participación popular en las decisiones que los involucran mucho más que a esos arrogantes personajes del mundillo empresarial.

En el mundo del revés, los cómplices de cuanto desfalco se le haya realizado a la sociedad, los socios gananciosos del gobierno de los ceos que hundió a la Nación en el lodo del que se intenta salir, ellos mismos son los que pretenden indicarnos la salida del laberinto construido para evitar que alguna vez asomemos la cabeza de la dignidad por sobre el miserable techo de la pobreza. Insaciables por naturaleza, sus acciones no pueden sorprender a nadie, salvo que se compartan sus conceptos financieros, económicos y sociales.

Cuando se lanza un plan de construcción de viviendas o de obras públicas, se lo hace directamente en la Cámara de la Construcción, donde anidan los buitres del acomodo licitatorio. Se festeja el día de la industria en la UIA, antro donde gobierna “cara de rocca”, un profundo enemigo del Pueblo, un falso industrial, un evasor a cuatro manos. O se concurre a las reuniones de IDEA, otro reducto de la hipocresía economicista, donde pretendidos “sabiondos” de ese ámbito prepotean a los funcionarios que concurren allí a balbucear supuestos posibles caminos para un desarrollo que siempre será sólo de ellos, los representanes del imperio de las finanzas (y acólitos del imperio que les provee las “ideas”).

¿Acaso se puede considerar, seriamente, que las cámaras de los grandes supermercadistas pueden tener actitudes generosas para con sus clientes? ¿Es posible pensar en la “colaboración” de los laboratorios medicinales para la baja de los costos de tan básicos elementos para la salud? ¿Resulta probable, de verdad, que los oligopolios industrializadores y exportadores de alimentos disminuyan sus ganancias para beneficio popular? ¿Son los grandes productores del “campo” quienes aceptarán alguna vez una medida que les restrinjan sus vergonzantes beneficios a costa del hambre de millones y la destrucción de la naturaleza?

Respóndanse esas preguntas con sinceridad, y se tendrá una idea cabal de la maraña de incongruencias con las que se pretende “luchar contra la inflación”, frase repetida hasta el hartazgo por cualquier gobierno, y muy pocas veces cumplida. Y es que la raiz de ese y otros males propios del sistema en el que sobrevivimos, sigue allí, profundamente hundida en la conciencia de los perjudicados y de sus mandatarios, obnubilados todos por un relato fantasioso de bienestares dependientes de un crecimiento que siempre, invariablemente, los dará como triunfadores a ellos, los genocidas de la razón, los ladrones de esperanzas, los fabricantes de mentiras elevadas al rango de certezas incólumes.

La pesadilla está servida, como el último plato de la última cena de una sociedad adormecida por las pantallas de la mentira organizada. Los devaneos inútiles entre sectores internos del gobierno, re-alimenta el descrédito dirigencial. La falta de Justicia Social (y de la otra) conduce al fracaso anticipado, potencia el regreso de la lacra que nos gobernara esos cuatro fatídicos años, acentúa el alejamiento de las grandes mayorías de la militancia política, dejando el camino libre para la restauración apátrida y esquilmante. Mientras los viejos e irrenunciables sueños de soberanía e independencia, naufragan en el oscurecido mar de la traición a las ideas.

 

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