jueves, 2 de diciembre de 2021

LENTO O RÁPIDO, PERO PLANIFICADO

Por Roberto Marra

La lentitud no es un disvalor en sí mismo, ya que muchas veces la adopción de una disminución en el ritmo de la vorágine institucional, provee de mayor posibilidad de estudio de las situaciones y mejorar las resoluciones que se adopten. Pero cuando esa morosidad ejecutiva se transforma en permanente, cuando las acciones necesarias se retrasan hasta impedir las soluciones para las cuales fueron impulsadas, se está frente a un acto reñido con la voluntad del soberano.

Es alli donde se reflejan las capacidades o nó de los elegidos para el funcionariato. Es en esos momentos cuando el Pueblo ve constreñido su progreso y alterado el ritmo de su desarrollo socio-económico. Ahí se nota la verdadera misión que llevaron consigo los electos funcionarios, evidentemente oculta entre un mar de discursos exaltados y prodigiosos, donde la esperanza se abre camino entre la desazón popular, hasta convencer a una mayoría que se ilusiona con un futuro mejor.

Hay un hecho fundante para que esto suceda. La falta de planificación, basada a su vez en la inexistencia de un estudio real de lo que se va a enfrentar y de las subjetividades o idiosincracias de los actores intervinientes, lleva al seguro posterior retraso de las acciones prometidas sin bases sólidas ni conocimientos profundos de las situaciones. Argentina no ha sido pródiga en el planeamiento institucionalizado, salvo en muy contadas ocasiones. Y fueron en esas oportunidades cuando más y mejor se desarrolló la Nación, y con el resultado de la mayor inclusión social jamás alcanzada.

Ahora, cuando la bomba neoliberal ya ha estallado, desparramando pobreza y miseria, desarticulando las finanzas y la producción, desarmando el estado de bienestar de las mayorías que habían podido acceder a un mínimo de dignidad material y un esperanzado porvenir, ahora es cuando resulta de mayor relevancia la rapidez en las tomas de decisiones y sus respectivas ejecuciones. Pero es también cuando de más planeamiento se requiere, para que los fracasos pasados no se repitan y la vida de los sectores siempre postergados recobre su sentido reconstructivo del tejido social.

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