domingo, 7 de marzo de 2021

LAS CAMAS

Por Roberto Marra

Hacer la cama es una acostumbrada manera de comenzar el día, ordenando el espacio específico destinado al descanso. Al menos, es lo que dicen algunos médicos y psicólogos, refiriéndose a las alergias, los primeros, y a los factores que hacen a la formación de un hábito que, se supone, regula el tiempo y mejora el control de nuestras vidas, los segundos. Hasta se habla de dos “vertientes” en la consideración de este hecho de apariencia tan baladí. Como sea, vale la referencia para enfocarnos hacia el otro significado de esa expresión tan cotidiana.

Hacer la cama” es una frase que se utiliza comunmente para manifestar la existencia de una traición preparada, de una trampa que se le tiende a alguien (o algunos) para que cometan un error o se desvíen del camino planificado. Es una conspiración, tan importante como el destino que pretendan alcanzar sus ejecutores o el nivel de afectación masiva que pudiera alcanzar si triunfan en sus objetivos.

De “hacernos la cama” sí que saben los poderosos de nuestro País. La historia está plagada de ejemplos de maniobras preparadas para lograr que “pisemos el palito” y aceptemos como válidas sus elucubraciones, siempre destinadas a desviar la atención de lo primordial y evitar la comprensión de la realidad. Y sí que lo han logrado infinidad de veces, con resultados catastróficos para las mayorías populares y beneficios inconmensurables para sus “creadores”.

No hay “cama” posible de tener éxito, sin la participación de los medios de comunicación masivos. Instalar hechos falsos como reales, es la “especialidad de la casa” de los pasquines de papel, radiales y televisivos, ahora más y mejor acompañados por la mediática digital, que ha multiplicado la efectividad de los engaños y ampliado la labor de destrucción de las conciencias, hasta convertir a gran parte de la población en una especie de zombis sin rumbo.

Aunque parezca mentira, en esas maniobras tan perversas caen hasta quienes parecen más “despiertos”, más hábiles políticos. O, lo que pudiera ser peor, siguen la corriente mediática para tratar de no perder en la consideración masiva de la ciudadanía y así conservar los votos para una proxima contienda. Es cuando, a sabiendas de la falsedad esgrimida como realidad, se refieren con exagerados discursos a los hechos transmitidos con el inocultable fin de destruir las políticas de características populares.

Las referencias a los “derechos humanos”, nunca faltarán a la hora de degradar la consideración sobre determinadas figuras políticas que le molestan al Poder Real, sin ruborizarse por ser ellos mismos quienes han provocado siempre las peores acciones contra tan legítimas prerrogativas de las personas. Es con ellos que prepararán “las camas” que crean convenientes para enchastrar la honra de los que necesitan fuera de sus caminos de acumulación privilegiada.

Embarrada la cancha”, todo está listo para encauzar a un buen sector de la ciudadanía hacia las acciones destituyentes, hacia la violenta manifestación de odios inventados para la ocasión. Las expresiones obscenas de desprecio radicalizado, campea en esos tumultuosos movimientos “antitodo”, hasta culminar en esos paródicos discursos, en los medios, de los propios fabricantes de esos actos, incluso en aquellos que se pretenden “nacionales y populares”.

La inteligencia parece borrarse a veces en algunos notables periodistas, cuando impostan sus relatos con supuestas adhesiones inamovibles hacia los (aparentemente) derechos vulnerados. Pero las apariencias engañan sólo si se quiere ser engañado. Nadie con la experiencia y las relaciones que muchos de esos comunicadores poseen, puede no conocer cuando se trata de una “cama” preparada para destruir a un enemigo del Poder. Pero, como decía el Viejo Vizcacha, prefieren tener un “palenque donde ir a rascarse”, antes que jugarse por la verdad que conocen bien, pero ocultan.

Tal vez los dueños del Poder no logren, en el momento de las propias acciones antipolíticas, derrotar del todo a los funcionarios que intentan apartar de sus caminos. Pero (como decía Goebells) algo quedará en los subconscientes de los ciudadanos y ciudadanas, listo para emerger cuando la próxima “cama” renovada sea preparada por aquellos.

No hay otra manera que el aseguramiento de las convicciones, la profundización en el conocimiento de la ideología sustentada, en el estudio permanente del enemigo, para conocer de antemamo y comunicar con inteligencia sus planes degradantes de las capacidades de resistencia popular. Ese, y no mucho más, será el imprescindible escudo donde rebotarán sus dardos envenenados, esas maléficas invenciones mediatizadas, tapadas siempre con las suaves “sábanas” de las mentiras programadas.

 

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