lunes, 30 de marzo de 2020

IGNORANCIA FABRICADA

Imagen de "Issuu"
Por Roberto Marra
Alegar ignorancia suele ser el “salvoconducto” social para quienes habla de lo que no conocen cuando se descubren sus errores de apreciaciones sobre los hechos. Invocar la falta de conocimiento cuando el fácil acceso a él existe y se muestra a diario por las pantallas y las redes (si se sabe buscar), solo cabe denominarlo brutalidad. Poner en duda lo que se ve y escucha por parte de funcionarios de los gobiernos auténticamente populares (de los pocos países que los tienen), es de una miserabilidad cómplice con el imperio que sustenta las noticias falsificadas que sirven para derrocar a esos gobiernos.
El caso de Venezuela sigue siendo, por estos días, el más paradigmático (aunque no el único) de estos países perseguidos y coercionados solo por no aceptar ser furgón de cola del imperio decadente que continúa provocando daños a quienes se cruzan en su camino de dominación absoluta. Pero no resulta víctima solo de los energúmenos que manejan las variables económicas y financieras planetarias, sino también de quienes se manifiestan como opositores a estos, enredados en una maraña mediática que ha logrado desvanecer los criterios propios hasta convertirlos en la argamasa que sostiene los ladrillos de la eternización de los poderosos al comando del Mundo.
No “creen” en lo que dicen los gobernantes de esa nación, a la que incluso suelen llamar “hermana”, intentando una cercanía sentimental hacia ella que borran con los conceptos que aceptan como verídicos cuando lo dicen los enemigos de ese pueblo bloqueado. Dudan de cada palabra que digan para hacernos conocer sus verdades, las que construyen ellos mismos, las que surgen de los actos reales y concretos que producen para sostener un proceso de cambios sociales que a duras penas logran llevar adelante, sin medios financieros ni posibilidad de intercambios comerciales libres.
No pueden creer ahora que, en medio de la pandemia, dos potencias mundiales les abastezcan de lo que el imperialismo les bloquea. No admiten como real que China y Rusia les haya enviado toneladas de suministros imprescindibles para la lucha sanitaria que enfrenta como cualquier otro país del mundo. No ven ni escuchan lo que se muestra por alguna de las pocas vías comunicacionales de carácter regional que respetan el valor del periodismo como construcción del conocimiento popular. No registran la existencia de esos medios como las imprescindibles alternativas mediáticas que les provea de las otras verdades, esas que jamás escucharán ni verán por el muestrario miserable del amarillismo cooptado por el Poder que acostumbramos a seguir casi con devoción.
No participar de semejante oportunidad de acceder a una vía distinta para entender la realidad que nos roban cada día, es de necios. No hacerlo por pruritos ideológicos inventados por el propio enemigo de nuestros pueblos, es de cómplices. Pretenderse “intelectuales” capaces de dilucidar los acontecimientos eludiendo las voces que intentan manifestar los hechos con miradas abiertas a “la otra historia”, es una más que clara demostración de incapacidad de comprensión, lo que los elimina del sector pseudo-académico al que pretenden pertenecer.
Lo que sucede, sucede. Está allí, a la vista de quien quiera oir y escuchar, pero solo si se tiene la capacidad de abrir el espectro del que provienen las noticias, eludiendo las zancadillas comunicacionales a las que nos han acostumbrado para facilitar sus dominios masivos y el sostenimiento de odios y desprecios hacia nuestros compañeros de lucha de otras naciones que comparten nuestras desventuras cotidianas.
La palabra “comunicar” ha sido tergiversada hasta convertirla en reducto de las falsas noticias elevadas a la categoría de apotegmas. El uso indiscriminado de la mentira elaborada por supuestos “sabios” desnotadores de cualquier proceso popular que intente la liberación de las fuerzas soberanas de cada una de nuestras naciones, ha logrado cooptar la voluntad cognitiva de las mayorías, inmersas en mil problemas diarios que les obnubilan la comprensión de la realidad, hasta lograr que consideren como enemigos propios a los que solo lo son del imperio que los sojuzga.
Liberación es un término estigmatizado por el enemigo de los pueblos. Pero es el paso imprescindible para comenzar a andar otro camino, para dejar de lado los vacíos intelectualismos que solo provocan el menosprecio de lo real, para refugiarse en la oscuridad mediática que nos proponen para eliminar nuestras propias capacidades resolutivas. Que existen y que es necesario multiplicar, empezando por ver y escuchar a los obstinados periodistas y analistas que honran la palabra que los define, poniendo sobre la mesa del saber diario la posibilidad de alcanzar el madero que nos salve de un naufragio para el que cada día los “medios serios” agregan un poco más de agua... para su molino destructor del conocimiento.

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