martes, 26 de marzo de 2019

TIEMPO DE DESCUENTO

Imagen de "Olé"
Por Roberto Marra
Cuando lo realizado no tiene sustento en la realidad, cuando los resultados de los planes no son los esperados, cuando el pasado condena por el desvarío de lo propuesto, cuando los padecimientos superan con amplitud a las alegrías prometidas, entonces surgen las reacciones, primero tibias, luego duras, que marcan el inicio irreductible de un final anunciado mil veces, tantas como negadas por los actores principales del drama político que comenzó como paso de comedia antipolítico.
Es que el devenir del tiempo, cuando los procesos económicos y sociales tienen las particularidades del presente, terminan por correr de escena a la mentira, marcan con especial y doloroso énfasis las desgracias sufridas por los perdedores programados por el sistema y se conjugan primero en resistencia y por último en rebeldía repulsiva de los horrores padecidos.
Son momentos históricos definitorios, donde los pasos deben ser cautelosos y precisos, donde la inteligencia debe primar por sobre los impulsos, donde las ventajas del Poder (nunca perdidas del todo) tienen que ser contrarrestadas con mucha solvencia y visión estratégica, esa que tienen demasiado pocos líderes y pretenden hacernos creer que poseen demasiado muchos pretenciosos aspirantes a serlo.
Es cuando aparecen en escena esos “jugadores de toda la cancha”, especie de “comodines” utilizados por los poderosos para mantener su gatopardística construcción de oposiciones tan falsas como repetidas en sus formulaciones y propuestas lavadas, siempre teñidas de una ambivalencia tan obvia como engañosa. Son quienes pretenden hacerle creer a la sociedad que hay un tercer camino entre la vida y la muerte, montando un aparato publicitario que el mismo Poder sostiene, donde todo se reduce a amagues por izquierda para terminar por el costado derecho de esa cancha imaginaria donde se juega el partido de la vida.
Es la salida “blanca”, para evitar la llegada renovada del “subsuelo de la Patria” que tanto desprecian. Es la semilla reaccionaria que pretende germinar en las conciencias de los sometidos por enésima vez, desplazados hacia detrás del alambrado que separa la existencia real de la supervivencia, mirando en pantallas gigantes los resultados (también engañosos) de lo que nunca debieron haber aceptado.
Las tribunas terminarán gritando los goles de los contrarios, en una especie de sinrazón que conduce al descenso sin remedio, presentado por los líderes del desparpajo engañador como el necesario paso para estar (después) mucho mejor. Ya en el fondo de la tabla, llegará el Fondo, listo para “salvarnos” de la “B”, con entrenadores que toman en sus manos los destinos del cuadro perdidoso, desplazando a los “salvadores blancos” de la inutilidad de sus gestiones inconducentes.
A estas alturas, las tribunas ebullen, recuperando la memoria sustraída con zócalos televisivos y poco más, re-adquiriendo la conciencia perdida, empujando el alambrado de los derechos conculcados, traspasando los límites de las mentiras repetidas, resolviendo por sí mismas el destino secuestrado por los dueños de todas las falsías y sus jugadores estrellas, esos “brutos con iniciativa” que fueron capaces de obnubilar por algún tiempo a quienes eran, hasta ahora, solo espectadores.
No podrá haber ya, “salida blanca”. No si los habitantes de los tablones se unen en un solo grito, rompen los candados de las salidas y abren las puertas a su futuro de campeones de la vida, poniendo en la cancha a los mejores, a los que nunca los engañaron, a los que demuestran a cada paso sus solvencias e intenciones, a los únicos capaces de gambetear las zancadillas de un Poder que no se irá sin pelear.
Es tiempo de descuento, y hay que dar vuelta el resultado. Es el momento de mostrar grandezas y solidaridades, de soltar amarras de los miedos programados, de avanzar en bloque hacia el arco rival, de vapulear al arquero del Fondo con la inteligencia de los Pueblos liberados. Y golear a los malditos fabricantes de los dolores padecidos, hasta enviarlos al último descenso de su historia, de donde jamás puedan regresar.

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