jueves, 28 de marzo de 2019

CARA DE POKER

Por Roberto Marra
Los jugadores “profesionales” de pócker tienen la capacidad de no expresar con sus gestos nada que les haga saber a sus rivales sobre la “mano” que poseen. De ahí viene esa expresión “cara de pócker”, que se ha extendido a muchos otros tipos de situaciones y sus actores. Como resulta obvio, la política tiene mucho de esto, especialmente entre los candidatos electorales, algunos de los cuales tienen muy desarrolladas estas habilidades, al punto de no poder extraer nada concreto de sus expresiones sobre los temas que se les planteen.
Con esa forma marketinera de hacer política que se ha impuesto desde hace tiempo, los candidatos se internan en ese mundo de lo inexpresivo con la ayuda de “especialistas” en la materia, personajes de muchos recursos histriónicos y pocos escrúpulos, contratados para elevar la consideración popular sobre el aprendiz de “pócker face”, expresión anglosajona más conveniente para este producto muy propio de la cultura política norteamericana.
La pregunta que surge, en un ciudadano medianamente interesado en la resolución de los problemas sociales y económicos, en los afectados directamente por ellos y en quienes entienden la política como la herramienta fundamental para la construcción de una sociedad más justa y equitativa, es saber la razón por la que un candidato tiene que adoptar ese criterio de absoluta inexpresividad para conquistar los favores electorales. Razón que les resulta imprescindible esconder, por la absoluta desconexión con las auténticas necesidades del electorado.
Experta en esta materia del engaño programado, la gobernadora Vidal está comenzando su sigilosa instalación como candidata a presidenta. Con su acostumbrada semi-sonrisa de Gioconda del subdesarrollo, esta especial y perversa mujer viene dando los pasos necesarios para eso que se suele denominar “operativo clamor”, que mucho tiene de “operativo” y nada de “clamor”, al menos popular.
Peligroso personaje, si lo hay, esta representante del establishment no ha dejado de hacer todo tipo de daños desde su cargo, acompañando todas y cada una de las medidas del “genio de las trabalenguas” que oficia de presidente. Su aporte al desastre nacional lo esconde con mucho dinero repartido entre los medios, incluso en aquellos que no son favorables al gobierno, ganando espacios en los desprevenidos (cuyas existencias, a estas alturas, no se comprende) y eliminando críticas de algunos periodistas (aparentemente) opositores al mandamás de la Rosada.
Como de su cara nada podremos obtener, como de su gestión se esconden los datos y de sus palabras poco se puede sacar en limpio, su figura se eleva por sobre otros personajes de esta manada de extraños seres de dos patas que asolan nuestras pampas. Con eso solo, sumado a su impertérrita expresión de Heidi sin abuelo, le basta para pretender asumir una condición que su ambición le propone, además de los poderosos aduladores a quienes les urge encontrar un reemplazo para el asaltante de la lengua castellana en franca decadencia.
Así las cosas, el Pueblo deberá enfrentar un desafío que, no por repetido, es de menor importancia. Se trata de superar el engaño montado en la angelizada figura que les pretenden introducir en las conciencias, demasiado proclives, por lo visto en los últimos tiempos, a aceptar gato por libre con mucha facilidad.
Se trata de aprender a jugar “pócker político”, para saber desentrañar las expresiones de esta peligrosa rival de los intereses populares. Se trata, al fin, de volver a pasar por el corazón los momentos vividos hasta no hace demasiado, cuando comer no era una alternativa a medicarse, cuando el trabajo no formaba parte de lo perdido, cuando la educación no se otorgaba por dinero, cuando la vida no era un simple transcurrir de tiempos perdidos.
Porque el peligro es mucho mayor que el de perder una elección, la Patria, esa noble concepción de nuestros valores más auténticos, nos reclama dar un paso imperioso, oportuno y audaz para impedir la repetición de nuestros errores, para no terminar pagando otra vez con la vida de millones la impunidad de estos oscuros personajes de la historia que, de tanto poner “caras de pócker”, desaparecerán de ella cuando el tiempo consuma sus maldades.

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