martes, 29 de mayo de 2018

LA AGENDA

Imagen de "Quántica"
Por Roberto Marra

La batalla por el Poder tiene una variable muy importante a la hora de generar adhesiones en la población hacia los postulados y las figuras que los representan. La instalación de los temas de los cuales se pretende que se hable, es parte fundamental del arsenal de que se dispone para influir en las conciencias (y también en los inconscientes) de los electores. El manejo de la información resulta, entonces, demasiado relevante para dejarlo solo en manos interesadas en mantener el “status quo”.
Pero justamente (aunque en forma injusta), así es en la realidad: un sistema oligopólico de comunicación es quien determina de qué y como se habla. Es quien decide la relevancia de las noticias, marca esa famosa “agenda” que contiene el listado de temas sobre los cuales hay que expresarse, casi en forma obligatoria, merced a la campaña que desatan cada día para acaparar los pensamientos positivos hacia sus entronados pseudo-dirigentes.
Su éxito ha sido indiscutible y está a la vista. Un notable porcentaje de los ciudadanos está retenido en esa maraña de falsedades emitidas como certezas absolutas, llevándola al odio hacia quienes les otorgaron derechos y preferir a quienes se los quitan. No es la primera vez en la historia que esto sucede, pero resulta especialmente difícil explicar la repetición de lo mismo, ampliado y profundizado por efecto de la capacidad de “fuego” que han adquirido los proveedores mediáticos.
Tal ha sido el nivel de envilecimiento de los hechos del pasado reciente que, muchos de aquellos que lo sostenían con fervor, intentan demostrar sus antagonismos con mayor vehemencia que los mismos enemigos ideológicos. Buscando y rebuscando en los errores cometidos, exaltan la relevancia de éstos al punto de superar los pasos positivos dados en busca de la justicia social que dicen anhelar.
Usando la misma “agenda” que los que instalaron el odio como arma letal para destruir no solo a las figuras más relevantes, sino a la idea misma que los pergeñó como emergentes de aquel caos (casi) desaparecedor de la identidad nacional, intentan mostrarse distintos y mejores. Lo cual no estaría nada mal, si no tuviera el inmediato correlato del “buen” servicio a quienes necesitan destrozar la doctrina tan negativa para el establishment y sus intereses de dominio absoluto.
Ahora, frente al derrumbe anticipado de las falsías que sirvieron como acicate para el cambio hacia el peor de los mundos, la “agenda” resulta más que relevante. El contenido informativo se presenta como fatal si no se adoptan las previsiones desde este lado de la grieta, esa que niegan los imbéciles y que amplían ellos mismos cada día.
Hablar de lo que ellos quieren que se hable, es profundizar las ventajas del Poder y sus siervos mediáticos. Opinar durante horas o días sobre temas irrelevantes para los intereses del grueso de la población, resulta el distractivo ideal para posponer las decisiones trascendentes para ella, dejando el manejo de nuestras conciencias en manos de estos sucios personajes gobernantes, necesitados de tiempo para llevar a la Nación a las puertas del mismo infierno, al punto de no retorno que precisan para asegurar sus continuidades, aún sin sus presencias.

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