lunes, 2 de diciembre de 2019

EL RELATO

Imgen de "Revista Sudestada"
Por Roberto Marra
El relato es una forma de utilización del lenguaje que sirve para transmitir o representar sucesos, reales o nó, de manera estructurada. Es una sucesión de conjuntos de palabras cuyos significados generan un mensaje determinado que, quien lo realiza, pretende que le llegue a quien lo recepciona. Se constituye así, en un modo de presentar hechos históricos o ficciones, de manera de conformar un todo narrativo que direccione al receptor hacia el sentido pretendido por quien haya realizado ese relato.
Este concepto se aplica a quienes, desde el ámbito de lo político, lo utilizan como una forma de comunicar sus pensamientos de manera directa y totalizadora, y/o para generar en los receptores de sus mensajes determinadas reacciones, útiles para los objetivos que se hayan planteado. Esta utilización del relato como método de comunicación social para promover ciertos sentidos que le den fuerza a sus postulados, no resulta ni bueno ni malo en sí mismo, pero sí imprescindible para influir en la sociedad.
El Poder Real sabe de la importancia de contar con una generalización masiva de sus ideas para el logro de sus metas de acrecentamiento de sus riquezas y sostenimiento de sus influencias sobre la sociedad. Cuenta para ello con la mayoría apabullante de los medios de comunicación, invierte en el desarrollo de metodologías de dominación directa o subliminal y genera “sentidos comunes” que instalan en las audiencias mediante la difusión de esas narrativas creadas al efecto.
Por esos senderos de los relatos ficcionados de la verdad, han andado siempre los gobiernos pro-oligárquicos y, más aún, un gobierno ejercido en forma directa por sus propios integrantes. Han sabido encontrar la falla en las subjetividades de las mayorías, para producir ciudadanos negadores de sus propias realidades, que se autoflagelan en nombre de certezas construídas por los relatores expertos que contratan para hacer añicos el discernimiento.
Cuentan siempre con la “colaboración” del imperio, interesado en constituir narrativas conducentes a la anulación de las ideas libertarias, solidarias, soberanas y de justicia social. Miles de integrantes de esos mamotretos ideológicos denominados “tanques de pensamiento”, trabajan cada minuto para desarrollar esa semántica tan especial que termina con la posibilidad del pensamiento propio, que anule la cultura de cada nación y la transforme en una unificada manera de mirar el Mundo, destrozando la historia y el concepto mismo de lo popular.
Como una picadora de carne, actúan sobre los valores morales, a los que convierten en una especie de “papilla” cultural rápidamente digerible por los millones de ilusos que se transformarán en un muy efectivo ejército propalador de tales despropósitos sociales. Se valdrán de cada método posible, comenzando por el sistema educativo, al que invaden con sutiles maneras de formaciones destructoras de la realidad pasada y presente, para “producir” ciudadanos sin ciudadanía cierta, más bien receptores pasivos de sus mensajes clasistas y reproductores de sentimientos adversos a sus congéneres.
Tal como la vieja y lógica regla física de acción y reacción, el Pueblo necesita reaccionar ante esta acción degradante de los sentidos comunes, para construir su propio relato. Los sometidos solo podrán dejar de serlo en tanto sean capaces de crear sus narrativas de la realidad, de comunicarlas con calidad y generar empatía en las mayorías apabulladas por la parafernalia discursiva del Poder.
La comunicación se ha convertido en el terreno donde se ganan o pierden las batallas más importantes en la búsqueda de sociedades justas y desarrolladas con objetivos propios de cada Nación. Establecer una narrativa diferente, derivada del ancestral significante de cada pueblo, sostenida por la fuerza de las capacidades individuales y colectivas heredadas de las luchas de cada etapa histórica, será el paso imprescindible para generar la ruptura final de la colonización de nuestras voluntades.
Es éste el método inicial y permanente con el que debemos enfrentar tanta perversión relatada como futuros derramantes de felicidades que, lo sabemos muy bien, nunca serán las metas de nuestros opresores. Será la construcción de un nuevo/viejo relato, y de la generación de un sistema comunicacional popular acorde a semejantes objetivos liberadores, lo que hará factible el triunfo sobre la oscuridad narrativa de los que nunca dejarán de lado sus odiosas pretensiones de falsas superioridades, que no son más que la cruda manifestación de sus deleznables traiciones a la Patria.

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