viernes, 18 de octubre de 2019

EL PERIODISMO "SERIO"

Imagen de "ContraPoder"
Por Roberto Marra
Existe una categoría de periodistas que son mostrados por los medios como los “serios”. Han logrado tal fama, en base a su connivencia con los poderosos propietarios de los medios donde han desarrollado sus prolíficas intervenciones, donde sus supuestas “investigaciones”, sus palabras, sus gestos y definiciones, se corresponden con lo que sus patrones les demandan, sin importar demasiado la realidad, a la que solo recurren cuando conviene a los intereses que defienden por los suculentos salarios que obtienen por ello.
La famosa “seriedad” no es otra cosa que el alineamiento estricto a la ideología imperial y la de sus laderos locales, donde se conforman enemigos a los que deben destruirse al costo que sea. Aupados en la cima de la mentira programada, serán la punta de lanza de los improperios que habrán de servir para derrumbar las esperanzas que la población pueda depositar en líderes confrontativos con el Poder, fabricando imágenes denostantes de sus personalidades y cizañando sobre sus acciones políticas.
Sabedores de la variedad social que deben cubrir con sus falsedades, siempre existirán especímenes de periodismo “serio” extraídos de esa diversidad, construyendo una gama de “ofertas” que aseguren adhesiones múltiples en toda la sociedad. Por supuesto, todos y cada uno de ellos y ellas, se presentarán como insobornables y ecuánimes profesionales de la actividad mediática, aparentemente alejados de cualquier contacto con uno y otro sector de la disputa político-ideológica.
Por increíble que parezca, los trazos doctrinarios o filosóficos que evidencian en cada nota, en cada entrevista, en cada opinión interpretativa de la realidad, son soslayados por los pasivos observadores. Oyentes, lectores y televidentes dan por sentada la veracidad de lo que escuchan y ven, solo porque lo dicen esas “estrellas” de la hipocresía, a las que ya nadie podrá contradecir sin recibir una reprimenda contundente del resto de los obnubilados por sus expresiones, las más de las veces atravesadas de graves estigmatizaciones y profundas heridas al tejido social donde desarrollan sus trabajos.
Más desconcertante resulta escuchar a los propios estigmatizados por estos patanes de la comunicación, tratando de elogiar la ya impúdica “seriedad” con la que se los ha revestido para ocultar sus auténticos pensamientos. El miedo a las denostaciones de estos personajes les hace creer que podrán salvarse de semejantes ataques, solo por alabarlos o tratarlos con manos de seda. Nada de eso les será útil, porque el engaño y la falacia forman parte indisoluble de las personalidades de los periodistas “serios”, acostumbrados a clavar puñales traicioneros a los pocos segundos de finalizar una entrevista, culminando una labor perversa que los termina de definir como la lacra que resultan ser para la comunicación social.
Esa condición traicionera que los caracteriza, también les asegurará su continuidad ante los cambios eventuales en el manejo del Estado. Más hábiles que un gato cayendo en picada, asentarán sus “patas” en lugares que les permitan seguir con sus labores destructivas de la verdad, acomodando sus cuerpos y sus cabezas a la nueva situación, esperando el regreso de los poderosos que les permitieron consagrarse como sus voceros disfrazados de honestos escribas.
Esa caterva de impostores pululan por toda Nuestra América. Son quienes han ayudado y ayudan a derribar gobiernos opuestos a los intereses corporativos e imperiales, a sostener dictaduras sangrientas y aplastar rebeliones populares, siempre relatadas como terroristas. Son los aliados de las oligarquías de las que ya se creen parte. Son la cara visible de las maniobras destituyentes de funcionarios que molesten a los poderosos de quienes reciben las monumentales prebendas que pagan sus inmoralidades. Y son quienes deberán ser definitivamente expulsados del sentido común de una “seriedad” que solo resulta ser la sucia máscara con la que asesinan la verdad.

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