Por
Roberto Marra
La
limpieza étnica está en el imaginario de los brutos defensores de
las supuestas supremacías de razas o en la simple acumulación de
fortunas a costa de genocidios. Son estigmas oscuros de la sociedad,
escondrijos de las peores construcciones de conciencias
negacionistas, caminos repulsivos por donde circula gran parte de la
humanidad hacia el final oprobioso de sus días. Bajando más abajo
(mucho más abajo), hasta Tierra del Fuego, una auténtica
representante de semejantes sentidos inhumanos pretende eliminar las
llamadas “viviendas sociales” de las cercanías de gente como...
ella. La cultura del odio al diferente, al que tiene menos o casi
nada, al que le sirve cada día en lo que ella no hará jamás. Es el
facista nuestro de cada día, ese que se anida en muchos
inconscientes de sus propias realidades, que nunca encuentra en el
espejo la imagen de la verdad que lo condena.
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