martes, 9 de abril de 2019

LOS SERIOS

Imagen de "La Nación"
Por Roberto Marra
Para ser catalogado como un economista “serio” en estas épocas de acérrimo conservadurismo capitalista, quien así lo pretenda deberá empezar por mostrarse distante del gobierno cambiemita y también de la oposición. Así lo hacen esos especímenes que suelen atiborrar de palabrerío economicista las pantallas, con el resguardo y la complicidad de los conductores y conductoras de esos programas de supuestas ecuanimidades ideológicas que, por supuesto, nunca son tales.
Sin embargo, esas apariencias superadoras de las lógicas dicotomías entre el pensamiento del Poder y las expresiones del campo popular, terminan siendo solo una cáscara para la aceptación de los desprevenidos observadores de sus teorías maniqueas, que culminan obnubilados con esas mentiras adornadas con términos de difícil comprensión, señales inequívocas del engaño, máscara permanente de esos energúmenos que trabajan asociados a los poderosos para construir una sociedad de idiotas y dominados.
Una particularidad se manifiesta siempre en sus intervenciones: la de superponer sus voces a las de sus interlocutores, de manera de hacer imposible razonar las diferencias y elaborar los datos gritados a propósito para confundir a la audiencia. Nada de sus actuaciones son casualidades ni desprovistas de previos ensayos. Todo está pensado para desarmar a sus enemigos ideológicos que, a su vez, caen casi siempre en sus trampas verbales, alimentando todavía más las incertidumbres de quienes los escuchan.
Gritos sobre gritos, se desvanece la posibilidad de esa pretenciosa “ecuanimidad” periodística, que pronto termina “mostrando la hilacha” de sus pensamientos (o las de sus patrones), tratando de mostrar a los entrevistados opositores como antidemocráticos en el uso de la palabra, que monopoliza en forma permanente el “economista serio”.
Los panelistas opuestos al verborrágico expositor de los intereses del Poder, terminan convertidos en claque de este personaje, ante la imposibilidad de desarrollar sus posiciones, cortados rapidamente por los conductores para evitar la total comprensión de sus dichos. Todo está armado como parte del “circo” comunicacional que arrasa con la verdad, para envolver las conciencias de quienes escuchan en una cáscara de odios y rencores hacia lo que no se comprende, pero se detesta.
Hay que admitir que la tarea de estos acomodados “teóricos” de la economía del mercado es compleja. Tienen que destruir la realidad, hacer añicos la verdad, corromper el conocimiento y desvalorizar doctrinas de probadas eficiencias. Su labor es realmente valiosa para el Poder, desarmando la estructura político-económica de mayor correspondencia con las auténticas necesidades populares.
Cuentan con la invalorable colaboración de quienes se erigen en “oposiciones serias”, sus gemelos políticos, que se presentan como parte de una oposición que, de tan lavada, destiñó su origen y sepultó su ideología en el fango de las prebendas cómplices que los mantienen en lo alto de una ola que ahoga a sus supuestos defendidos.
La soberbia es parte primordial de esta “raza” de “serios”. Sus altiveces sin respaldo en los conocimientos ni en la ética, sobreactuadas hasta el paroxismo, les ayudan a elaborar un halo de superioridad imposible, pero sostenida por el acompañamiento mediático, sin cuya intervención sería muy difícil la trascendencia de estos minusválidos mentales.
Pero allí van, siempre al ataque, siempre tapando las otras voces con sus improperios, siempre con sus sonrisas socarronas, escondiendo sus complicidades con el genocidio económico de la población, con la desaparición misma de la Nación, entregados solo al escarnio y la maledicencia de los oponentes, buscando un lugar en la historia, que los sabrá ubicar allá en el fondo, en su basurero virtual, donde nadie termine recordando sus miserables y malignas existencias.

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