Imagen de "Embajada de Venezuela en España" |
Por
Roberto Marra
El
periodismo está impregnado de lugares comunes. Forman parte de una
especie de “escuela” que ha inundado la comunicación de noticias
en todo el Planeta. No se trata simplemente de la repetición de
ciertas frases o palabras para exponer situaciones o devenires. Es,
más bien, un diccionario de “certezas” inducidas desde el Poder
mundial, desde quienes necesitan el mantenimiento de poblaciones mal
informadas, distraídas de la realidad, sometidas al arbitrio de los
deseos de las clases dominantes y sus personeros institucionales
locales.
Anuncian
las acciones de un pobre remedo de payaso de circo convertido en
“presidente de oficio”, una especie de resúmen de la inutilidad
humana, un eficaz albacea de riquezas ajenas sustraídas por el
imperio. Tratan sus ridículas “resoluciones” como reales, nos
aseguran el apoyo de mayorías invisibles e ignoran las multitudes
que gritan su patriotismo cada día en las calles enrojecidas de
banderas.
Negando
la luz del sol, pretenden ensombrecer al conocimiento. Trastocando
con infamias los valores de una Revolución en busca de su mejor
camino, elaboran supuestas situaciones nunca comprobadas, en el
intento de destruir la confianza de los pueblos del Mundo en esa
experiencia ilusionante de mejores días.
Chávez
y chavismo, como antes Castro y castrismo, son “malas palabras”
usadas como insultos por los “periodistas especializados”,
simples monigotes de los medios hegemónicos, modestos escribas de
redacciones de tintas empobrecidas por la incultura y el desprecio a
la profesión, hablando del “eje del mal” con la enjundia que
promueven los propietarios de las decisiones mundiales, esos
pretendidos designados por Dios para manejar nuestros destinos.
Impostando
sus voces al estilo CNN, se convierten en verdaderos bufones,
sosteniendo las banderas de quienes les llenan sus bolsillos de
dólares, con el oscuro objetivo de retrasar el futuro e impedir la
ilusión de la felicidad popular. Parlanchines de escasa preparación
se lanzan al ruedo de la mentira programada, aseguran lo que ni
siquiera conocen, aseveran lo incomprobable y suturan el conocimiento
de quienes los escuchan para impedir la entrada de los “gérmenes”
del “populismo”.
Para
demostrarnos la seguridad de sus dichos, no faltará la repetición
de los que emiten aquellos a quienes llaman “los lideres más
importantes del Mundo”, sin que nunca hayan podido, ni siquiera
intentado, explicar qué o quienes certifican la importancia mayor de
esos famosos “paladines de la democracia”. Solo lo son porque
ellos mismos se atribuyen tales soberbias denominaciones, lo
establecen sus entrenadores de medios, lo repiten sus voceros
adiestrados a fuerza de billetes y lo asimilan los idiotizados por el
perverso sistema creador de realidades virtuales.
Esos
famosos “líderes más importantes del Mundo” se reúnen,
confabulan, amenazan y determinan sanciones. Embarcados en sus
eternas aventuras guerreristas, pretenden establecer pautas de
comportamiento de las demás naciones, ajenos al concepto mismo de
“libertad”, tan utilizado para hablar sobre la supuesta falta de
ella en los países que no se someten a sus designios.
Les
acompañan los “perritos falderos” del submundo politiquero de la
entrega y el escarnio de la historia latinoamericana, envalentonados
por sus pequeños triunfos pasajeros, alentados por las prebendas
imperiales y sostenidos por millones de imbecilizados a fuerza de
consumir la droga de la desesperanza mediática.
Ni
los mendaces colaboradores de la comunicación, ni todo el horrible
volúmen de maldades de los decandentes imperialistas, entenderán
nunca que los pueblos sí triunfan, despertando de patrañas y
mentiras, despabilándose del sueño de sus falsos paradigmas. Y
levantando las viejas banderas libertarias, terminarán con el
reinado de la oscuridad mediatizada y desplazarán a los oscuros
relatores de las calumnias de los verdugos de la humanidad.
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