miércoles, 27 de marzo de 2019

CAMBIO DE RUMBO

Imagen de "llibertatllucmajor.es"
Por Roberto Marra
Por estos días, un avión de la British Airways equivocó su plan de vuelo y aterrizó en la ciudad escocesa de Edimburgo, en vez de en la alemana Düsseldorf, original destino previsto para los pasajeros de ese viaje. Las razones de semejante error no se conocen con exactitud, pero vale el echo para parangonar con la incertidunbre del final de este viaje hacia el vacío al que estamos subidos en Argentina, sumidos en una de las más profundas crisis que se recuerde, con un piloto de vuelo que no cesa de decir incoherencias y pegar gritos de enojos con los sometidos a sus torturas económicas.
Claro que en esta “excursión” al “paraíso neoliberal”, si hay responsables directos e indirectos. Sí que existen programadores del vuelo a la miseria generalizada. Por supuesto que tienen nombre y apellido los que señalaron el horizonte de nuestras desgracias. Y obvio que poseen cómplices para sus dislates, aquellos necesarios malvivientes de la política que solo ven en ella la oportunidad para acrecentar sus pequeños poderes. Y llenar sus bolsillos.
Ahora, cuando en medio del vuelo los pasajeros comienzan a exigir que se dirija al destino prometido, cuando desde la tierra judicial contaminada surge (al fin) una palabra de coherencia que señale las razones del desvío programado con perversa saña, entonces se repiten y profundizan las bestialidades jurídicas, se ataca con mayor pasión odiadora a los enemigos “populistas”, se desatan más horrores procesales, se cometen los peores atropellos a la Ley.
Pegar donde duele, es un axioma más bien boxístico, muy utilizado en política. También ahora en ámbitos judiciales, tratando de aprovechar los flancos débiles que pudiera tener la figura paradigmática de sus persecuciones. Atacan a la hija enferma de su odiada rival, con el desenfreno propio de quienes desconocen las razones y las reemplazan por las conveniencias. Nada importan aquí la verdad y los descargos. Nada significan los señalamientos y determinaciones de quienes tratan a la hija de su perseguida. Solo interesa el interés horrendo de su oscura intencionalidad prosecutoria de sus vandalismos sociales, con el simple y repugnannte destino del fin de la Nación.
No trepidan en destruir la legalidad. No les importa la Constitución y los derechos en ella consagrados. Nada les inquieta las manifestaciones multitudiarias de reclamos y protestas por sus actos demoledores de la juridicidad. Menos todavía les desvela la salud y la vida de cualquier ciudadano, si eso les otorga algún beneficio su afectación.
Contra ella van de nuevo ahora, con la venganza a flor de piel, con la inquina maquiavélica asomando en cada resolución, con la pretensión de una revancha que los enceguece. No se les puede pedir piedad, porque no son humanos. No se les puede exigir razón, porque son bestias salvajes, con la furia desatada de quienes saben sus cercanos finales y atropellan sin siquiera ver hacia donde lo hacen.
Solo se pueden concebir urgencias. Urgencias para decidir los pasos para acabar con la masacre social. Premura para finalizar este proceso de devastación programada más allá de nuestras fronteras. Hace falta grandeza para comprender que el destino de la Patria está en manos asesinas y que no se detendrán si no se los frena y expulsa con la fuerza invencible de los votos.
Es imprescindible contar con un piloto audaz y capaz de desobedecer a la “torre de control” imperial, para cambiar el rumbo de este vuelo que nos lleva a la desaparición nacional, para dirigirlo al destino soñado por la mayoría consciente de sus pasajeros. Y aterrizar, por fin, en la tierra de la esperanza perdida y la felicidad robada por esos falsos y pérfidos pilotos, escondidos detrás de sus tormentas inventadas y los expedientes de sus tribunales deshonrosos.

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