martes, 24 de agosto de 2010

REIVINDICACIÓN DE LA DEMOCRACIA

Por Jorge Giles*

Todo avance sobre la conducta impune y dominante de las corporaciones debiera ser celebrado como lo que es: un patrimonio de la democracia y la política. El esclarecimiento sobre la verdad de Papel Prensa es el ejemplo más nítido de la descolonización del Estado.
Sin embargo, el posicionamiento adoptado por la dirigencia opositora del Grupo A en defensa de los intereses más oscuros del Grupo Clarín, sólo encuentra parangón en el comportamiento de la clase dirigente en la década infame. Menos mal que esta vez hay un Gobierno en sus antípodas.
El mandato de la historia suele ser imperativo. Las páginas que preceden esta etapa mostraban un día como hoy, pero en 1972, a los militantes masacrados en Trelew y más atrás, en 1951, a Evita renunciando a los honores pero no a la lucha. De allí venimos todos. Los perseguidos y los perseguidores. La épica del pueblo y sus fusiladores.

Y hoy, nuevamente, como en los momentos decisivos de la historia, de un lado están los monopolios y del otro, el pueblo y su democracia inclusiva. La memoria mueve las piezas en ambos lados de la vida. Y cuando ello ocurre, no hay atajo ni neutralidad que valga. Se podrá ganar o perder, pero no se podrá escapar de la encrucijada en nuestro destino de libres.

Lo que sucede y sucederá mucho más en los días que vienen, es consecuencia de un triunfo histórico de la sociedad, del Estado, de las instituciones republicanas, frente a una corporación voraz, despiadada, impúdica y obscena.

Los poderosos fueron obligados a salir de su madriguera por primera vez. Y ese dato en sí mismo configura su primera gran derrota. Acostumbrados a digitar desde las sombras, les alcanzaba con amenazar con una metrallada de títulos en primera plana para acallar al más valiente que se les opusiera. Se valieron de esa batería para dominar y dirigir el destino de una sociedad. Y cuando no les alcanzó para disciplinar a todos, se valieron de los cuarteles militares y de los jefes que le respondían a pie puntilla. La ausencia de ese factor blindado los hizo entrar en crisis por un tiempo.

Fue entonces que la democracia domesticada hizo las veces de disciplinadora en estos años. Los negocios y la impunidad de esos negocios, estaban a resguardo de cualquier peligro para los intereses de la corporación. Esa etapa es la que se terminó con este Gobierno y particularmente con la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, estallando por los aires el dominio omnipresente del Grupo Clarín y sus asociados.

La primera embestida fue por la suerte misma del gobierno de Cristina. Había que hacerla hocicar, para decirlo brutalmente, y de acuerdo con el punto de origen del propósito desestabilizador. Pero del lado de la democracia, es decir de la Casa Rosada, no se izó bandera blanca de rendición. Sorpresa y desazón en el estado mayor del Grupo. Caramba, nunca antes había sucedido.

Las tapas del diario surcaban el cielo de los kioscos como misiles en la noche de Bagdad. TN fue entonces un bombardeo las 24 horas llamando a rendición. El festejo electoral fue el punto culminante de la primera ofensiva general. “Es el final del ciclo kirchnerista” anunciaron al mundo, borrachos de euforia.

Los coroneles de Mitre se aprestaban a pasar a degüello editorial a todo aquel que no aceptara el triunfo de la restauración conservadora. Pero volvieron a fallar en sus cálculos.

No previeron ni la tenacidad del proyecto nacional y popular ni la mediocridad genética de su propia tropa partidaria y parlamentaria. Un grueso error. Fue así que lanzaron la segunda ofensiva general avanzado el verano, asaltando comisiones en el Parlamento y atrincherándose en el Banco Central.

El Gobierno eligió el campo de batalla que corresponde en democracia, allí donde está el pueblo y sus intereses. No se encerró en cuarteles de invierno a rumiar la derrota, sino salió campo afuera, allí donde está la vida. Y se jugó a todo o nada en defensa del modelo.

Éste y no otro es el marco histórico que atravesamos. Si crujen los leños en la noche, es porque en la retirada, desde el poder mediático, incendian la pradera y la palabra.

No pasa nada. Habrá que estar muy firmes, disfrutando de esta hora. Pero sin bajar los brazos.

Renovación política. El bipartidismo tal como lo conocimos, no existe más. Los partidos tradicionales no tienen retorno a su configuración anterior a la crisis del 2001. Nuevas formaciones políticas están en pleno desarrollo. Claro, es posible que lo hagan en torno de los viejos troncos que vienen de la historia. Pero aquí hay un elemento gravitante para seguir analizando: el comportamiento previsible de los diferentes actores políticos.

Veamos. El espacio nacional, popular y progresista profundiza día a día su proyecto con medidas de gobierno que tienen la proa puesta en lograr una democracia participativa, donde el ingreso nacional se redistribuya equitativamente entre asalariados y patrones. Avanza con todas las velas desplegadas, fundamentando sus propósitos a través de la Presidenta. Así, frente a la Bolsa de Comercio y los poderosos empresarios que allí se encontraban. Así, frente a los representantes de 80 partidos de la izquierda latinoamericana reunidas en el Foro de San Pablo. Así, frente a la transparencia y la justicia sobre Papel Prensa. Así, defendiendo la sustentabilidad del sistema jubilatorio frente al embate de los opositores que buscan quebrarlo para posibilitar un terreno apto para el retorno de las Afjp.

Cuando Néstor Kirchner anunció una próxima década de igualdad social, estaba reafirmando la voluntad política de profundizar el proyecto gobernante.

El Grupo A, una reedición de la Unión Democrática, hegemonizado por la derecha pejotista, radical y macrista, pero con el concurso de la progresía de Margarita Stolbizer y Pino Solanas, empujado por la dinámica del proceso político y azuzado por las ordenes de Héctor Magnetto y Hugo Biolcati, también profundiza su rostro más patético defendiendo al monopolio. Y Elisa Carrió, además, recita a Ramón Camps al decir que Papel Prensa fue adquirida “con el dinero de los Montoneros”.

Que nadie se confunda. No es el calendario electoral el que se adelantó, sino la primavera.

*Publicado en Miradas al Sur

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