miércoles, 15 de enero de 2020

LA INMORALIDAD RADICAL

Imagen de "iProfesional"
Por Roberto Marra
La degradación moral es la base de los peores actos de las personas. La ética tirada a la basura, convierte a sus “basureros” en lacras sociales, auténticos representantes de los más deleznables disvalores, reproductores de las más vergonzantes manifestaciones y acciones. Desprecio, odio, supremacismo, racismo, son algunas de las caras visibles de estos personajes devenidos en poco más que orangutanes parlantes, sin atisbos de honestidad, sinceridad, honor, decencia, y cada uno de los rasgos que nos hacen más humanos.
Todos tendremos algún ejemplo para mencionar que demuestre esta realidad, que es, además, verificable en todos los ámbitos. Pero es en el ejercicio de la política cuando se convierte en algo especialmente peligroso, por la trascendencia e influencia masiva de los actos de quienes participan en ella. La inmoralidad de quienes participan en las instituciones gubernamentales o forman parte de las organizaciones partidarias, pega duro en la elaboración de paradigmas y la creación de estigmas sobre determinadas personas, gracias a las actividades anti-éticas de estos horribles representantes de la ruindad más perversa.
Allí tenemos ahora a algunos pretendidos “salvadores de la Patria”, integrantes de la centenaria UCR, cacareando sus odios a través de medios de comunicación de sus mismas condiciones inmorales, contra uno de los máximos y más honestos líderes de Nuestra América, Evo Morales. Ahí andan recorriendo canales y emisoras de radio, escribiendo sus panfletos de horrores basados en falsedades que inventan para generar odio y desprecio hacia quien seguro consideran un ser inferior por su condición de indígena y su piel oscura.
Transitan el mismo camino que algunos de sus colegas de antaño, cuando se aliaron a verdaderos asesinos golpistas. Son los herederos de aquellos que aplaudieron los bombardeos a la Plaza de Mayo o de quienes, en ese mismo lugar, formaron parte de las huestes criminales que atentaron contra muchedumbres indefensas, solo para manifestar el mismo desprecio que ahora colocan en la figura de Evo.
Enanos mentales, títeres obscenos manejados por la embajada y por el Poder Real, ese al que sirven con fruición, alentados por la parafernalia mediática que los cobija, avanzan sin temor a ser contrariados en sus odiosas manifestaciones, gracias a la previa construcción de un ideario social que se asemeja demasiado a sus mismos pareceres amorales. Esa es la razón por la cual sus dichos repugnantes logran la adhesión de buena parte de la población, que cree ver en la defenestración de los que no consideran de su misma condición, la salvación de sus intereses, asquerosa manifestación de sus pobrezas espirituales.
No resulta tan extraño la defensa de los golpistas bolivianos, esa caterva de asesinos capaces de negar la condición humana de sus connacionales solo por el color de la piel que porten. No puede llamar tanto la atención, cuando estuvieron, estos mismos goriloides que hoy día elevan sus voces contra un líder de tamaño prestigio mundial, aliados a un personaje de la catadura antisocial como Macri, a quien sirvieron hasta el último día y con quien continúan planificando desmanes contra el gobierno popular recién asumido.
Pareciera no haber leyes que los alcancen. Se colocan por sobre toda la sociedad y desde allí emiten sus vituperios indecentes, se abroquelan con sus iguales y sostienen las banderas sangrientas y deshumanizantes de sus “superiores” ideológicos. Hacen el trabajo sucio, se arrastran por el barro de la indignidad, donde revuelcan el honroso nombre del partido de Yrigoyen, tan degradado como irrecuperable, aún con el esfuerzo de quienes no se resignan a abandonar aquellos viejos idearios perdidos entre los vómitos de sus peores representantes.
Sus nombres se perderán rapidamente entre los estertores de sus pobres palabreríos denostantes. La historia no sabrá de sus existencias, pero recogerá, sin dudas, los dichos y los hechos de un grande inocultable de nuestros tiempos, un héroe que proviene del grito mismo de libertad de los inicios de la emancipación americana. Evo Morales es la máxima figura de ese plurinacional Estado Boliviano, que supo recoger la savia de Tupac Katari y convertirla en reivindicación de sus Pueblos. Es nuestra obligación, como Pueblo de la Patria Grande, cuidarlo hasta que la verdad prevalezca por sobre tanta oscuridad y los auténticos dueños de esa Nación puedan renacer de las cenizas del odio y la sinrazón, para recuperar la libertad avasallada por esa casta de serviles y sus acólitos de este lado de la frontera.

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