miércoles, 10 de octubre de 2018

EL RELATO

Imagen de "El Intransigente"
Por Roberto Marra
Durante todo el período del último gobierno popular, la palabra “relato” estaba siempre a flor de labios de los entonces opositores. Era la retahila mediática que intentaba hacer ver los hechos que se vivían, como meros “cuentos” sin conexión con la realidad. Era la poción mágica que venía a demostrar que todo lo que estábamos palpando con nuestros sentidos, era falso, entelequias derivados de palabras huecas, derivación de discursos demagógicos que solo pretendían ganar las conciencias de los “pobres ciudadanos” con oscuros intereses de dominación ideológica.
Relatos, simples relatos eran todos esos hechos. Mentiras “populistas” que tenían el osado fin de pervertir a las nuevas generaciones con pensamientos de libertades que no les correspondían, de derechos que excedían los permitidos hasta ahora por los “divinos” mandatos de los que siempre decidieron todo.
Para convencer de la existencia de ese discurso supuestamente falso, crearon otro, éste sí derivado de falsedades incontrastables, pero presentadas como bajadas por la mano de Dios. Del “Dios” mercado, claro. No costó demasiado, aunque nos está costando casi la vida. La ignorancia y la brutalidad hicieron lo suyo, fijando en las obtusas mentalidades del olvido rápido, las condenas mediáticas elaboradas para eliminar a los hacedores de aquellas virtuosas realidades.
Instalados en la Rosada, cooptados los legisladores de manos ágiles y bolsillos llenos y atrapado el Poder Judicial en la telaraña de pasados comprometedores, armaron, ahora sí, su verdadero “relato”. Uno que logró, hasta ahora, encolumnar a propios y extraños en el camino de la devastación y la denigración nacional, mientras el saltimbanqui que oficia de delegado del imperio nos cuenta (en idioma ingles) otro capítulo de la farsa preparada para acabar con el último sentido de Patria que pudiera haber quedado.
Ahora, cuando tambalean en la cuerda que les queda para caminar hasta su final anunciado antes de su principio, aparecen los que desean abandonar el barco a tiempo, los aliados de la mugre del contubernio antipopular, los miserables cómplices encubiertos en falsas oposiciones aprobatorias de leyes del relato fantasioso de porvenires sin destino. Ahora desfilan por radios y canales con compungidas expresiones de dolores que no sintieron cuando fueron advertidos, con certeza, de los daños que acompañaban con sus manos levantadas.
Una incontenible y persistente lluvia de lamentos cotidianos pueblan los medios. Repiten diariamente los padecimientos del Pueblo que antes abandonaron. Relatan ahora la realidad insoportable que pudieron evitar. Se atreven a advertirnos de los destinos de pobrezas que ellos edificaron junto a sus antiguos socios. Nos cuentan lo que padecemos hasta el cansancio auditivo, mientras hablan de unidades a las que les ponen el límite de sus odios sin sentido.
Periodistas de toda laya convertidos en otros relatores de anécdotas de sufrimientos, entrevistan a encumbrados cuentistas de lo evidente, para pasarnos los datos de encuestas que nos dicen que ¡somos pobres! Nos avisan de nuestras desgracias, para asegurarse sus lugares en la consideración electoral que se avecina. Nos entrenan en el insano deporte de la desidia, para que no se interrumpa del todo el camino hacia la muerte nacional.
Hasta algunos integrantes de aquel gobierno de mayoritarias virtudes, aparecen solo relatando la actualidad, abonando la pasividad enervante ante el genocidio programado. Con inútiles expresiones de defensa de la farsesca “democracia”, pretenden que atrevesemos el tiempo que les resta a los mafiosos que dirigen este “Titanic” desbocado, con la pasividad y la paciencia de monjes budistas, esperando la muerte cotidiana de los más débiles con la naturalidad de quienes no parecen sentir el fuego de la rebeldía ante semejantes actos inhumanos.
El relato de la actualidad ya está necesitando su co-rrelato. Precisa de los bríos de las nuevas propuestas y de los pasos seguros y concretos hacia su comprensión mayoritaria. Necesita de los mejores liderazgos, coherentes con los propósitos y los esfuerzos que demandarán sus logros. Exigen de multitudes conscientes y decididas por influjo solo de sus experiencias, alejadas de los cuentos infantilizantes del Poder, unidas por el lazo sólido de la verdad sin intermediario. Demandan la proeza de convertir las palabras en guiones de una nueva vida. Una donde el relato sea escrito, siempre, por el Pueblo empoderado.

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