martes, 31 de octubre de 2017

FONDISTAS

Imagen de "MinutoUno"
Por Roberto Marra

En el fondo, todos somos iguales. Para el Fondo, también. El Monetario, de ese se trata. Es que sus conocidas y repetidas “recetas”, cual prescripción médica, vienen siendo aplicadas en nuestros sometidos países latinoamericanos desde hace sesenta años. De acuerdo a los vaivenes determinados por los avances y retrocesos de los Pueblos, esa especie de “marea” seca que atraviesa nuestra historia, esta particular entidad supra nacional asume roles directivos en nuestras sociedades, cada vez que asumen gobiernos neoliberales.
Ahora, otra vez, el supremacista gobierno de los gerentes de las corporaciones, está cumpliendo con las órdenes de estos “doctores” de medicinas particularmente dolorosas para las mayorías y especialmente beneficiosas para sus dueños. No solo lo hace, sino que lo anuncia con “bombos y platillos” en un acto donde invita a quienes oficiarán de cómplices en el oscuro proceso de enajenación de la Nación.
Juntos como en un cambalache politiquero, patrones y gremialistas, gobernadores y legisladores, oficialistas y supuestos opositores, escuchan el clásico discurso de Krieger Vasena, de Martinez de Hoz o de Cavallo, ahora en boca del bailarín de cumbia frustrado que solo atina a hablar de unidades vanas y proyecciones ridículas, asegurando lo que sabe que no sucederá, en nombre de sus aspiraciones absolutistas, para solaz de sus sostenedores imperiales.
Claro que los regalos más horribles se ven muy lindos si se los empaqueta con envoltorios lujosos y se los adorna con moños que los haga parecer lo contrario de lo que contienen. Así actúa el “Super-Ceo” y sus inteligentes asesores publicitarios, convenciendo a sus víctimas de seguros placeres futuros, mientras el festival de bonos y evasiones continúa sin pausa ni final aparente.
Con la sutileza de un elefante en un bazar, avanzan sobre lo que nadie se atrevió antes, mientras lo promocionan con éxito incomprensible entre jubilados con sueldos rebajados, trabajadores de inestabilidades aseguradas y consumidores de bajo consumo. Se quedan con todo, a cambio de nada. O, lo que es peor, a cambio de garantizarnos retrocesos históricos de dimensiones centenarias.
Y patéticos como todos los chupamedias, nuestros supuestos representantes se apuran a sacarse fotos con el “patrón de estancia”, tratando de llevarse una tajadita de las migajas que reparte el poder a sus sirvientes. Peores que nadie, sus traiciones solo servirán para conducirlos al fondo, no el monetario, sino al de una historia que, a la larga, no perdona. Y de la que no se regresa. ¿O “sí se puede”?

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