viernes, 6 de octubre de 2017

LA RUTA DEL OLVIDO

Imagen de "Diario K"
Por Roberto Marra

Una nueva moda está implantando el gobierno de los ceo's: la duplicación de organismos. No hay que confundirse, no se trata de un hecho científico de multiplicación genética o algo parecido. Los organismos de los cuales hablamos son institucionales. Son las más importantes entidades del Estado, las que brindan los servicios de mayor importancia, las que sirven a la mayor cantidad de ciudadanos y que requieren de mayores inversiones.
Para hacerlo, nada mejor que crear fundaciones, ONG's o sociedades anónimas. Son las herramientas preferidas por el Poder para traspasar los límites legales que les impidan apoderarse de lo que aún no pudieron. De hecho, no hay empresa importante que no tenga su propia fundación, muy útil a la hora de las evasiones fiscales y los disimulos de ganancias exorbitantes.
Ahora, el PAMI dejará lentamente su lugar a una de estas organizaciones especiales, para que las corporaciones médicas y los laboratorios medicinales hagan sus negocios sin la molesta presencia del Estado vigilante. Ahora podrán ser dueños, todavía más, de las vidas de los jubilados, o más bien de las agonías a las que se los someterá, alejándolos de la dignidad y sumergiéndolos en la incertidumbre.
También las rutas forman parte de esta avanzada. Vialidad Nacional tendrá “cartel” de sociedad anónima, allanando el camino (justamente) a las grandes corporaciones viales para agrandar sus ya obscenos enriquecimientos. Persistentes actores de las “casualidades”, los amigos del presidente en ejercicio serán, como hasta ahora, los mayores beneficiarios de esta nueva estafa con paraguas institucional.
Mientras tanto, millones de amnésicos selectivos transitan este período, negando los espacios temporales de un pasado donde lo actual se había manifestado con igual fuerza y mismos objetivos. Para compensar, tampoco recuerdan los períodos donde la reparación de las injusticias comenzaban a verse plasmadas por un Estado presente y protector de los más débiles.
La degradación social e individual sufrida, ya no se recuerda. Los buenos tiempos vividos, tampoco. El olvido es el arma preferida de los asesinos de la historia. Y las maniobras privatizadoras regresan justificadas con la eterna y fraudulenta monserga de bajar el gasto público, discurso preferido de los inmorales y contumaces gestores del “si, se puede”.

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