jueves, 22 de junio de 2017

BELGRANO, EL EMPRENDEDOR

Imagen de tiempodesanjuan.com
Por Roberto Marra

Justo es decir que el presidente, cuando habla públicamente, lo hace en tonos y con palabras que parecen no coincidir con lo que quiere expresar. Sin embargo, a veces (muy pocas, es verdad) se encuentran verdaderos hallazgos en sus discursos, que denotan aciertos innegables.
Es el caso del discurso del Día de la Bandera, conmemorando a Manuel Belgrano. Al referirse a este insigne patriota, dijo que había sido un “emprendedor”, vinculándolo con aquellos trabajadores que intentan producir valor agregado con sus propios esfuerzos individuales. Hay una verdad oculta en esa expresión del presidente, que nadie había desentrañado con tanta certeza.
Efectivamente, Belgrano fue un emprendedor, aunque no para poner una panadería o un taller de costura, mucho menos con trabajadores en negro. Sí podemos asegurar que fue un hombre incansable, atento a las necesidades de la sociedad de su época y osado pensador de su futuro, dinámico y expeditivo para resolver situaciones límites, eficiente y celoso guardián de la ética que lo sustentaba, industrioso y enérgico productor de ideas atrevidas pero eficaces.
Entonces, ¿tuvo razón el presidente al hablar de Belgrano, como emprendedor? Si bien el sentido que él le dio, no era el mismo al que sí sustentaba al prócer, esa palabra sirvió para que todos supieran, por fin, cuáles eran los valores del creador de la Bandera y pudieran comparar con la realidad actual. El problema para el presidente, será que ahora todos tendrán con quien comparar las virtudes y defectos de las acciones de este gobierno.
Porque el  presidente “emprendedor” no parece incansable, sino más bien lo contrario, a estar por la cantidad de vacaciones que ha tomado. No se lo siente muy atento a las necesidades de la sociedad que recibió como “herencia”, más o menos pesada. Parece más bien apático, irresoluto e incumplidor para con las obligaciones que prometió. Se lo notó indolente y apocado para enfrentar a los acreedores rapiñeros. Y se lo ve demasiado pasivo frente a las demandas de sus mandantes.
Dicen que las comparaciones son odiosas. Es verdad. Pero mucho más odiosas son las medidas que han “emprendido” sus “astutos” ministros, eficaces únicamente para elaborar el amargo pan de la miseria y cerrarnos el tallercito que paraba la olla familiar.
Frente al Belgrano real, el enorme pensador de la Nación y el desarrollo soberano, se nos presentan estos “salvadores” de patrias ajenas y amasadores de fortunas propias, empobreciendo también la historia, el único orgullo que nos queda para emprender la lucha por un futuro que, necesariamente, tendrá a aquel patriota único, como su guía indispensable.

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