Por Arq. Roberto O. Marra*
De acuerdo en que no hay que dar
ni un paso atrás. De acuerdo en que Cristina tiene la capacidad (inigualable)
para sopesar las necesarias correcciones o cambios que deban hacerse. Pero debemos
los militantes prestar más atención a las subjetividades hacia quienes se dirigen los mensajes proselitistas, que están
atravesados por el bombardeo mediático y social que va generando un pensamiento
proclive al rechazo a determinados discursos que, aunque objetivamente son
correctos y bien intencionados, no penetran en las conciencias de los SUJETOS
que pretendemos que nos acompañen y se sumen definitivamente al Proyecto
Nacional y Popular.
Estamos
obligados, quienes estamos convencidos, a pensar mejor la comunicación de
nuestras ideas, de nuestros proyectos, de nuestros objetivos, dándole a cada
uno una imagen, más que posible, muy probable de concretarse. Decir lo que
logramos, como base del futuro al que se aspira, solo sirve si ese futuro logra
explicarse tan bien, que resulte imposible para cualquier persona rechazarlo
sin más razón que el odio o el desprecio hacia quien lo proponga. Y para hacerlo,
será imprescindible decir no sólo que se propone hacer, sino COMO se hará,
mediante cuales medidas, a través de que afectaciones de intereses, sabiendo
con que enemigos nos enfrentaremos a cada paso y cuáles pueden ser sus reacciones.
La
juventud es un valor que asegura la continuidad, pero no asegura el
conocimiento derivado de la experiencia, el que debe ser correctamente incluido
en cada momento, en cada agrupación, en cada acción que se proponga desde la
conducción. La Sociedad está integrada por un sinnúmero de sujetos, entre los
cuales hay los más proclives al cambio y los más reaccionarios al mismo. Está
en la correcta interpretación de cada sector social, de sus comportamientos, de
sus sueños, de sus necesidades (reales o ficticias), el camino hacia la
"conquista" de sus voluntades, transformando sus miedos, sus
rencores, sus odios inclusive, en reconocimiento primero y convencimiento
finalmente, que lo que está sucediendo en la historia que estamos
protagonizando desde hace 10 años es lo que logrará mejorar positivamente sus
vidas.
Tenemos
que tener la capacidad de hacer pensar, de hacer reflexionar, de hacer dudar
sobre los mensajes de las corporaciones y sus acólitos, que pretenden hacernos
retroceder y no solo ganarnos en las elecciones, sino hacer
"desaparecer" (con todo lo que esa palabra tiene de significancia en
nuestra historia) al kirchnerismo, borrarlo del mapa, destruir hasta el último
ladrillo de su cimiento. Este objetivo de máxima del enemigo (no adversario
electoral) no debe subestimarse, porque nuestra historia ya reconoce un tiempo
similar, cuando en 1955 se intentó borrar al peronismo de la conciencia
popular.
Se
trataría ahora de destruir “para siempre” a esta experiencia, que se puede
calificar, sin dudas, de ETAPA SUPERIOR DEL PERONISMO. Esta definición no
significa ignorar la importancia de la primera experiencia de los años 40 y 50
del siglo XX. Por el contrario, son Néstor y Cristina quienes surgieron de
nuestra historia popular para poner en práctica aquello que el propio Perón
invitaba a realizar: transferir a las nuevas generaciones las experiencias
populares de cambios profundos de la sociedad, para que las profundicen y
mejoren, ya desde una nueva y renovada perspectiva, obligada por el paso del tiempo
y las circunstancias nacionales, continentales y mundiales.
Es
imprescindible ir dejando de lado los pseudo-liderazgos de quienes se asumen a sí
mismos como “conductores” de distintos espacios o agrupaciones que se mencionan
como kirchneristas, pero que en realidad terminan por ser útiles al enemigo,
por sus permanentes desvíos de los objetivos fundamentales, siempre en aras de
sus propios intereses personales egoístas, llegando a veces hasta la corrupción
por perseguir sus desvaríos de poder. Claro que no será sencillo terminar con
esos personajes, sus desvíos y corruptelas, pero deberá tenerse como parte de
la lucha popular permanente de cada militante honesto, sea cual fuera su nivel
de importancia en las organizaciones.
Debemos
replantearnos permanentemente las formas de conducción, manteniendo siempre la
unidad a través de quien resulta, como Cristina, la líder ideológica y fáctica
del movimiento. Pero más abajo, en las agrupaciones que forman parte sincera
del Kirchnerismo, debe generarse un debate intenso, que dé lugar a la
participación activa real de todos los militantes y aún de aquellos que sean
tan solo simples adherentes. La discusión horizontal permitirá dilucidar
errores y aciertos, proveyendo a los estamentos superiores de conducción de un
muy fuerte respaldo si los resultados de estos debates internos son
considerados y asumidos por esa conducción.
El KIRCHNERISMO,
así, con mayúscula, como demostración de la firmeza de sus conceptos y
estructura de ideas, debe asumir el rol que la historia le ha otorgado: ser
líder de un proceso de cambios nunca visto en la Patria; ser protagonista del
logro del sueño común de los libertadores del siglo XIX, dicho esto sin ninguna
exageración ni grandilocuencia. Cristina ya ha asumido su papel sin claudicaciones ni debilidades. Ahora deberemos, quienes nos
consideramos parte de este movimiento, ponernos a encontrar los caminos que nos lleven
al convencimiento de las mayorías populares de sumarse a la construcción de esta
Patria nueva, con una nueva estructura política, social, económica y cultural. Esa que estamos
vislumbrando (sólo vislumbrando) con todo lo ganado hasta el momento. No hay
límites para el crecimiento, salvo el que ponga nuestra desidia, inoperancia e
ineficiencia en la aplicación de las medidas que demande cada etapa, cada
peldaño de esta escalera hacia la felicidad popular, utopía que nunca debemos
dejar de tener en nuestro horizonte.
*Secretario Asociación Desarrollo & Equidad
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