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Existe una oportunidad histórica para la Economía
Solidaria ante las debilidades del actual modelo de acumulación
capitalista. Esos proyectos apuntan a priorizar la calidad de vida de la
población y su directo involucramiento en la gestión productiva sin
explotación social.
Es un
momento oportuno para mostrar las debilidades y falencias del modelo de
acumulación capitalista. Su derrotero actual en los países centrales
sufre una crisis estructural que no recuerda antecedentes por su
magnitud desde el derrumbe de los años ’30 del siglo pasado. La
estrategia de los países “desarrollados” es salvar al capitalismo
acentuando el ajuste y haciendo pagar los costos de dicho derrumbe a los
que menos tienen. En estos países coinciden los cultores del
neoliberalismo y la especulación financiera como los remanentes de la
decadente socialdemocracia. Las respuestas que proponen acentúan la
fractura social y la desaparición del Estado de Bienestar vigente desde
la Segunda Guerra Mundial.
Este escenario alienta la enunciación de proyectos superadores al
hoy dominante en Europa, que se basen en otro manejo de la economía, del
reparto de los beneficios obtenidos y de la gestión de las actividades
productivas y del Estado. Estos proyectos apuntan a una estrategia
alternativa que priorice la creciente elevación de la calidad de vida de
la población, su directo involucramiento en la gestión productiva sin
explotación social y el imperio de la igualdad y la justicia
distributiva.
Esas respuestas se vienen produciendo en nuestro país. Basada en las
experiencias ya acumuladas históricamente por el importante movimiento
cooperativo nacional, el involucramiento de muchos ciudadanos en el
trabajo asociativo dio lugar a valiosas iniciativas de carácter
asociativo y de gestión democrática. Así, se ha producido la
recuperación de empresas cerradas con un nuevo modelo organizativo
inserto en relaciones sociales de cooperación y solidaridad. A estos
esfuerzos de significativa presencia en todo el país se han agregado las
ferias populares, en permanente expansión, que cubren el territorio
nacional ofreciendo alimentos frescos de todo tipo provenientes de la
agricultura familiar, que cuida el recurso tierra y elimina
intermediación y trabajo asalariado. Finalmente, el crecimiento singular
del cooperativismo de trabajo en sus diversas manifestaciones ha
permitido poner en marcha acciones interesadas en saldar viejas deudas
en el equipamiento social en barrios populares y producir bienes y
servicios en zonas carenciadas bajo condiciones de igualdad social y
apoyo financiero dirigido hacia más de 150.000 microunidades
productivas.
Este nuevo espacio social en creciente expansión está hoy integrando
institutos de educación superior pertenecientes al ámbito público,
organizaciones sociales que durante mucho tiempo atrás han estado
predicando la necesidad de avanzar hacia una estructura productiva sin
explotación social donde prevalezca la igualdad entre sus componentes,
organismos del Estado nacidos recientemente al calor de estas ideas
renovadoras y asociaciones de trabajadores empeñados en gestionar
unidades de producción con plena democratización de sus formas
organizativas y decisorias. Este espacio institucional llamado “Hacia
otra Economía” se encuentra abocado a la preparación de un proyecto
normativo que otorgue poder a esa opción superadora. Denominado de ese
modo por sus organizadores, ya se han celebrado dos reuniones nacionales
para ir consolidando y expandiendo el proyecto.
El avance del proyecto es por demás promisorio. Del primer al
segundo encuentro se han producido numerosas incorporaciones y ha
surgido una voluntad decidida para que el conjunto de los que lo
integran trabajen en torno de la conformación de un espacio de poder
para así disputar la batalla cultural que implica desafiar el modelo
dominante, remarcar sus carencias de tipo estructural e ir articulando
programas que avancen “hacia otra Economía”.
La intención que se tuvo cuando se resolvió la constitución de este
foro fue contribuir a la construcción de un sujeto colectivo que se
afirme como polo de referencia promotor de “otra economía”, inspirada en
los criterios de la economía solidaria como práctica emancipadora. Así,
se expresa en los fundamentos del proyecto, será factible respaldar a
los emprendedores, productores, cooperativas de trabajadores y
consumidores de la economía social y solidaria, y fortalecer a las
organizaciones sociales y áreas del Estado que la promueven.
La primera reunión del foro se realizó en 2011 en el seno de la
Universidad Nacional General Sarmiento. Concurrieron alrededor de 350
delegados de muy diversas instancias del espacio social referido. El
Segundo Encuentro convocó en Mendoza, en mayo de 2012, a más de mil
delegados del conjunto de todos los sujetos sociales que se
comprometieron en esta iniciativa y fue destinado, básicamente, a
discutir la confección de un proyecto de ley de Economía Social y
Solidaria para ser presentado ante el Congreso nacional. La tercera
reunión está programada para noviembre y tendrá como eje central
analizar el perfil y el rol de los sujetos sociales involucrados en el
desarrollo de la Economía Social y Solidaria a fin de reconocer las
herramientas más adecuadas para fortalecer su identidad y darles
capacidad para ser socios eficaces en la gestación del nuevo escenario
que sostenemos.
La iniciativa de preparar una ley de Fomento de la Economía Social y
Solidaria de alcance nacional, como la que guía las políticas
correspondientes en Brasil, tiene como principal antecedente las
respectivas leyes provinciales que se sancionaron el año pasado en las
provincias de Río Negro y Mendoza. Estas leyes pioneras están
respaldadas por emprendimientos asociativos sin fines de lucro y de
carácter solidario que en ambas provincias han demostrado fuerte
arraigo.
En la consecución de dotar de herramientas aptas para librar esa
batalla aparece como indispensable formalizar marcos teóricos, capacitar
operadores sociales, aprender del cúmulo de iniciativas concretadas o
en marcha y realizar estudios e investigaciones desde el ámbito
universitario que respalde el citado objetivo.
En el Programa de Economia Solidaria que encabezamos y que se
desenvuelve en el Instituto de Altos Estudios Sociales (Idaes) de la
Universidad Nacional de San Martín (cuyo perfil se puede consultar en la
respectiva página web de la referida institución académica) se analizan
todos los esfuerzos identificados o que se pretenden implantar a fin de
incursionar en el conocimiento sistemático de las iniciativas encaradas
para propagar la opción de una sociedad cada vez más igualitaria. Para
ello resulta esencial seguir trabajando con la transferencia de
conocimiento por medio de dos carreras especializadas: una Diplomatura y
una Maestría en Economía Solidaria, que dictan en la citada universidad
–cada año, desde abril– conocidos docentes capacitados en tal temática.
Tanto la Diplomatura, que se cursa en un año, como la Maestría, que se
dicta en un lapso de dos años, cuentan con becas parciales o totales
para alentar el ingreso de estudiantes graduados y no graduados
provenientes de todos los sectores sociales, pero especialmente de
aquellos de menor capacidad económica, comprometidos con la
multiplicación de emprendimientos asociativos solidarios.
Hoy en la Argentina existe una oportunidad histórica para llevar
adelante iniciativas de la Economía Solidaria. Así, se experimentan
progresos evidentes, a través de la alianza entre Estado y sociedad, la
que sin duda irá ampliando su protagonismo y relevancia. Los logros
concretos se aprecian al analizar, por ejemplo, la gestión de la
Comisión Nacional de Microcrédito (Conami), que ya ha extendido
financiamiento y asistencia técnica a más de 150.000 pequeños
emprendimientos cooperativos, con la intermediación de más de 1800
organizaciones sociales y a la instalación en todo el territorio
nacional de más de 200 ferias populares. Estos esfuerzos mancomunados
entre un Estado presente y asociaciones locales sin fines de lucro
impulsan la presencia de iniciativas productivas con otro perfil
distinto del dominante, que deben expandirse y conducirse por quienes se
desenvuelven en el escenario que propugnamos con conocimientos
adecuados a tal fin. Para que este proceso sea eficaz y brinde las
respuestas deseables en el tiempo, con un horizonte de trabajo
asociativo y plena equidad en el manejo de las unidades productivas y en
la distribución de sus excedentes, la interacción entre teoría y praxis
es un requisito ineludible. A eso apuntamos y convocamos.
* Director del Programa Integral en Economía Solidaria –Idaes–, Universidad Nacional de San Martín.
Publicado en Página12
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