domingo, 4 de diciembre de 2022

TROYA ES ARGENTINA

Por Roberto Marra

La guerra de Troya resulta archiconocida por la popularidad emergente del traslado al cine de ese acontecimiento relatado en La Ilíada de Homero. Lo sobresaliente de ese hecho resultó el modo en que se resolvió el conflicto, con la construcción de un enorme caballo de madera, aprovechado por los griegos para introducirse en el interior de la ciudad troyana y, desde adentro, ganar la batalla y destruir la ciudad. Desde entonces, la expresión “caballo de Troya” es utilizada para poner de manifiesto un modo de ganar disputas introduciéndose dentro de las filas oponentes.

En la política de nuestra época y, específicamente en nuestro País, se viene manifestando algo parecido, aunque sin la épica de aquella historia homérica. Es que resulta demasiado obvio notar como las filas del gobierno “nacional y popular”, votado mayoritariamente por presentarse como tal, ha sido intrusado por personajes provenientes de sectores absolutamente opositores a la doctrina que sustenta y le dio vida al peronismo, eje fundamental del frente electoral conformado para acceder al gobierno nacional después de la tragedia macrista y sus consecuencias pavorosas para la sociedad.

Del “caballo de troya” del neoliberalismo, parecen haber bajado algunos funcionarios, que insisten con el “derrame” posterior al crecimiento, falsedad tan repetida como demostrada por la historia más reciente. Del mismo “equino” falsificado parece haber salido el ex-ministro Guzmán, hacedor de un “acuerdo” que no merece tal denominación, porque sólo una parte decidió y la otra (nosotros) simplemente lo cumple. Privatistas, concesionadores, promotores del “mercado” como único estabilizador económico, andan poniendo piedras en el camino del desarrollo real, para acarrear ventajas a sus verdaderos “patrones” financieros, los eternos ganadores de esta larga guerra contra el Pueblo, el convidado de piedra del festín de los dólares y las evasiones.

Del mismo “caballo” (¿o Cavallo?) han salido los integrantes del poder judicial, hato de engreídos de poderes ilimitados que retuercen las leyes a su antojo (y el de sus socios del Poder Real). Con sus actos aberrantes en lo jurídico y repugnantes en lo republicano, persiguen con el placer de la venganza a su peor enemiga, la líder del Movimiento que desean hundir en el olvido, desaparecer de la política, y hasta impulsar su asesinato, arrastrando a la Nación al caos que necesitan para apoderarse de las instituciones que todavía no manejan del todo.

Los relatores mediáticos de esta apestosa situación, no poseen la impronta de un Homero para sus fantasías cotidianas. Pero aún así, logran embelesar a sus audiencias con historias creadas para destruir la confianza y la razón, para sostener el andamiaje del oprobio y la calumnia, para socavar los cimientos de una “democracia” atada con alambres oxidados. Desde las pantallas salpicadas de la sangre de sus complicidades dictatoriales, convencen a millones de lo insostenible, penetran en las conciencias de los empobrecidos y señalan las culpabilidades del alter ego de sus fantasías del odio exacerbado.

Estamos dependiendo de decisiones de jueces villanos, rodeados por “opositores” inescrupulosos y bandoleros, intrusados por el enemigo ideológico y a punto de derrumbarse el costoso edificio de la unidad. Pero Troya no puede repetirse en Argentina. No podemos seguir aceptando mansamente el “regalo” del equino tramposo. No se debe consentir la presencia de enemigos manejando las finanzas, la justicia, los medios públicos, tomando decisiones fatales para el futuro, sin que hayan reacciones acordes a semejantes despropósitos.

Troya perdió aquella batalla. Pero aún destruída y saqueada, renació de sus cenizas. Ya no importa cómo ni para qué, pues la historia que nos importa está aquí y ahora, reclamándonos perseverancia, voluntad y sagacidad para enfrentar a todos y cada uno de los enemigos disfrazados de políticos, periodistas, economistas, intelectuales y empresarios. Estamos obligados a vencer a ese furioso e histórico enemigo, construyendo desde las raíces populares la soberanía de las decisiones que destrocen para siempre al oscuro “regalo” del caballo de la infamia, con el fuego reivindicante de la Justicia Social.

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