martes, 27 de febrero de 2018

ALTA EN EL CIELO

Imagen de "elojodigital.com"
Por Roberto Marra

No es solo un trozo de tela tirado al viento. No se trata de un par de colores que solo vivamos cuando gana la selección. No supone ser el envoltorio de falsos patrioterismos y fondo de discursos sin sustento. No puede ser el elogio ensangrentado de milicos desbocados arrasando con juventudes rebeldes. No debiera constituirse en el vestido degradado de una justicia que no ve nunca al Pueblo al que debe servir. No puede ser la falsa alabanza de quienes cada día la manchan con mentiras y traiciones. No merece el asalto a los valores de su creador, ni pisotear el honor de tantos que murieron para que naciera.
Denostada y maltratada desde su mismo orígen por personajes oscuros de nuestra historia, que supieron quitarle el contenido libertario, terminó siendo enarbolada por los ganadores de esa disputa eterna que nació con la Primera Junta. Se trata, para ellos, solo de un trozo de tela, al que le cambiaron convenientemente su significado, purgando su historia para intentar convertirla en un símbolo sin sustento.
Sin embargo, ella se eleva cada día, buscando el cielo que nos enseñaron que fue su origen. Las miradas distraídas de los pibes, sin conciencia todavía del enorme significado de ese simple paño bicolor, regresarán allí en el futuro cuando recuerden la emoción que no sintieron, la historia que no les contaron bien, cuando entiendan los dolores y las muertes que le dieron origen a ese símbolo venido a menos en la consideración de tantos necios recolonizados.
Es la silenciosa compañía del alma popular, que resguarda nuestras conciencias hasta el día que asumamos ser como su creador. Es la huella profunda de doscientos años de un parto que no terminó todavía. Es la sangre de nuestros antepasados, combatiendo con dignidad por ideales que ella representa. Es el valor que envolvió a las Madres y Abuelas luchadoras por la verdad y la justicia. Es la fecundidad del trabajo diario de millones de trabajadores explotados. Es la marca que señala el camino de la unidad bajo su manto. Es el mismo Sol que está dentro de ella, fuego sagrado que no se apagará mientras haya argentinos con memoria. Es la mirada celestial de un Belgrano al que aún le debemos la gloria de la victoria final y la liberación de la Patria.

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