viernes, 7 de diciembre de 2012

EL CABALLO DE BATALLA DE LA REACCIÓN

Por Ariel Garbarz* 

El diario La Nación ataca sistemáticamente al gobierno y a la Ley de Medios, tergiversando el texto del artículo 45, que regula la cuota de mercado y la multiplicidad de licencias, para confundir a sus lectores, desinformando con supuestas inconsistencias, desvirtuando sus objetivos democráticos, igualitarios y antimonopólicos. Remata con titulares falsos en los que la AFSCA aparece desconociendo fallos judiciales y favoreciendo a grupos mediáticos.
El primer columnista Carlos Pagni escribió: "El redimensionamiento de las empresas de radio y TV está reglado en el artículo 45 de la Ley de Medios. Allí se establece, por ejemplo, que las empresas de TV satelital no pueden tener más del 35% del total de abonados a la TV paga. Pero nadie sabe cuántos son esos abonados. Los empleados de la AFSCA tiran cifras al voleo. Además, existe la sospecha de que las compañías de TV por cable no declaran todos sus clientes."

TERGIVERSA. El párrafo específico del artículo 45 referido a la TV satelital dice textualmente: "...una persona de existencia visible o ideal podrá ser titular o tener participación en sociedades titulares de licencias de servicios de radiodifusión, sujeto a los siguientes límites: En el orden nacional: a) Una (1) licencia de servicios de comunicación audiovisual sobre soporte satelital. La titularidad de una licencia de servicios de comunicación audiovisual satelital por suscripción excluye la posibilidad de ser titular de cualquier otro tipo de licencias de servicios de comunicación audiovisual" (sic). En ninguna línea del punto dedicado al servicio satelital se establece esta limitación del 35% del total de abonados a las televisiones pagas, sean de cable, de aire o por satélite. Con sólo tener una licencia satelital queda excluido de ofrecer cualquier otro servicio audiovisual, TV paga incluida y no hasta un 35% de abonados como desinforma Pagni, sino a ninguno.
El párafo del artículo 45 que habla del 35% es el que dice: "La multiplicidad de licencias –a nivel nacional y para todos los servicios– en ningún caso podrá implicar la posibilidad de prestar servicios a más del treinta y cinco por ciento (35%) del total nacional de habitantes o de abonados a los servicios referidos en este artículo, según corresponda."
¿Por qué la ley habla de "habitantes o abonados...según corresponda"? Porque la tecnología del servicio determina cómo se accede a él y, en consecuencia, es la que define los dos universos de mercado nacional de usuarios sobre el cual se debe aplicar el 35 por ciento. A saber: 1) el 35% de la población, para los servicios de televisión abierta, radios AM/FM y servicios de suscripción que llegan por aire (a través del espectro de radiación electromagnética); 2) el 35% de los abonados, para todos los servicios que llegan por cable de cualquier tipo (sea coaxial, fibra óptica o alambres de cobre).
Los usuarios satelitales se suscriben y reciben el servicio con antenas parabólicas, que detectan señales de microondas, a través del espectro electromagnético y, por lo tanto, pertenecen al universo del caso 1, o sea que para este servicio se debe aplicar el límite del 35% de la población nacional.
La tecnología actual de codificación de las comunicaciones, tanto para sistemas satelitales como para los de cable permite que sólo los abonados o suscriptos al servicio puedan recibir las transmisiones con sus decodificadores específicos. Por eso es que el Estado deberá y podrá controlar que el licenciatario no supere el límite del 35% de la población, para los que llegan por aire y del 35% de los abonados para los que llegan por cable. La chicana barata de que la AFSCA no sabe cuántos son los usuarios, se cae sola con sólo mirar el último informe de su sitio web, y no desvirtúa la necesidad del límite antimonopólico a los servicios que por cable o por aire dominan el mercado audiovisual. El que tenga una licencia satelital no tiene la limitación del 35% del total de abonados a las TV pagas como tergiversa La Nación, sino el 35% de la población nacional y queda excluido de poseer cualquier otra licencia.
2) En la misma columna La Nación agrega: "El mismo artículo (de la ley) establece que las empresas con licencias de radio y TV abierta no pueden superar más del 35% de los habitantes del país. Y que no tendrán más que una señal de TV, dos de FM y una de AM por localidad. Una radio AM de la Capital Federal podría, entonces, alcanzar al 35% de los habitantes del país. No importa si difunde canto gregoriano todo el día. Tampoco que en ese 35% de habitantes haya sordos, menores de dos años o gente que detesta la radio. La ley equipara la audiencia a la población, supone que todo el mundo escucha todas las emisoras a la vez."

CONFUNDE, DISCRIMINA Y RIDICULIZA. Cuando el artículo 45 se refiere a radio y televisión abiertas, el límite antimonopólico del 35% es para los habitantes de cualquier lugar del país y de cualquier condición social, sin la distinción de edades ni de pueblos o ciudades donde se origine la transmisión o a dónde llegue. En oposición a su ejemplo, sería muy bueno que una radio de Capital pueda llegar al 35% de los oyentes de todo el país. Sólo un vocero sin escrúpulos obligado a desvirtuar completamente el sentido de la ley, puede criticarla porque no hace distinciones de contenidos y de audiencias. Eso mismo es lo que la ley no hace ni debe hacer. El columnista estrella quiere confundir aún más a sus lectores, cuando cuestiona la equiparación de audiencia con población. Precisamente eso hace la ley y debe hacerlo. Para la ley, todos los habitantes son audiencia, televidentes y usuarios reales o potenciales, estén o no abonados o suscriptos al servicio de una empresa, constituyan o no su clientela circunstancial.
El diario de Bartolomé Mitre, funcionando como virtual partido político reaccionario, elige como instrumento de su actual campaña colonizadora de subjetividades al artículo 45 de la Ley de Medios, que regula la cuota de mercado y la multiplicidad de licencias. Sobre este caballo de batalla ha montado alternativamente a sus columnistas más obedientes. Pero la mediocridad de sus críticas denota que al diario "serio" se le agotan las posibilidades de tergiversar, confundir y fogonear la hostilidad hacia el gobierno de sus cooptados lectores. 

*Publicado en Tiempo Argentino

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