Imagen de "Enrique Pampliega" |
Por
Roberto Marra
Negar
la realidad suele ser un recurso de quienes están sufriendo por
culpa de ella. Pero sufrir solo pueden quienes tienen condiciones de
humanos, quienes se mueven en base a la razón pero también a lo que
dicta el corazón. Es el caso de aquellos que, soportando como todos
los embates de este modelo de políticas económicas de tan dolorosos
resultados para las mayorías populares, terminó aceptando como real
lo que le vendieron desde los medios con la palabra tergiversada de
los supuestos “analistas”, que solo existen para el engaño
premeditado en las usinas del verdadero Poder.
Nada
les importa “la gente”, otra entelequia inventada para negar al
Pueblo, palabra que los asusta de verdad, a la que le temen más que
a sus dioses del “mercado”, porque la historia les demostró que
allí reside el germen de lo inevitable de su final. No les interesa
sus votantes odiadores ni sus economías maltrechas, aún formando
parte de un mediopelo que nunca sufre las consecuencias de estas
espirales de dolores financieros como sí lo soporta el resto de la
sociedad.
La
misión que les encargara el imperio decadente del norte, no la
pudieron cumplir del todo. Pero se llevaron puestos a millones de
hombres y mujeres empobrecidos a la fuerza, de miles de industrias
destrozadas, de otro tanto de comercios bajando sus persianas, de
millones de pibes que se acuestan sin comer, de tantos ancianos
agonizando por no acceder a los medicamentos.
Son,
como acostumbran a declarar, daños colaterales. Son los necesarios
“sacrificios” populares para construir un futuro de “semestres”
incomprensibles y vacios, donde todo termina siempre dado vuelta,
donde sus variables se disparan, para regocijo de ellos mismos, que
nunca dejan de estar de ambos lados del mostrador, especialmente del
que se cobra.
Están
por culminar sus tareas en esta guerra antipopular que lanzaron hace
años. Pero se retirarán dejando el “campo minado” de una
economía derruída salvajemente, avasallada por sus improperios
financieros, sin resto para darle base sólida a la salida que el
Pueblo ya dictaminó. Se llevarán todo, vaciarán las arcas del
Estado, acomodarán sus fortunas en el exterior y prepararán sus
huidas para dejarnos la tierra arrasada y la sociedad debilitada para
enfrentar los desafíos por venir, tal vez soñando con sus propios
regresos, si sus amos logran derrotarnos otra vez.
Habrá
que jugar con sabiduría esta partida. Habrá que mover las piezas a
tiempo para acorralar a los dañosos ganadores de toda la vida. Se
deberá jaquear a todos ellos para evitar las “tablas” que buscan
equilibrar falsamente las fuerzas de todo un Pueblo con sus rejuntes
de figurones millonarios. Tendrá que golpearse con eficiencia donde
más les duela, quitarles lo que los sostienen, arrasar con sus
decretos empobrecedores y elevar la voz por sobre sus “grititos”
destemplados y faltos de sinceridades. Para acabar con los últimos
estertores de malditos hacedores de la cultura del odio y el
desprecio, dándoles el “jaque mate” que derrumbe sus obscenos
palacios de “reyes”, construídos sobre la miseria de quienes
serán sus vencedores.
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