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El escrito que presentó ante el
juez Ariel Lijo el fiscal Alberto Nisman afirmaba en sus primeras páginas: “Se
aportan en esta denuncia múltiples elementos probatorios que confirman que el
anhelo por el petróleo iraní fue uno de los motores de las acciones delictivas
denunciadas”. Sin embargo, un minucioso y documentado estudio realizado por
investigadores del Observatorio de la
Energía, la Tecnología y la Infraestructura para el Desarrollo (Oetec), demuestra
que el interés argentino por el petróleo iraní no sólo era inexistente, sino
que hubiera sido imposible que el país asiático pudiera abastecer una demanda
argentina de tales características: ni el país tiene necesidad de importar
crudo (su déficit energético pasa por otros productos), ni el petróleo iraní se
adapta a las condiciones de producción de las refinerías argentinas.
“La argumentación esgrimida por (la presentación del fiscal) Nisman es
insostenible”, aseguran los autores del trabajo, Federico Bernal y Ricardo De
Dicco, en el resumen ejecutivo de su extenso estudio. “Sus elementos
probatorios son insólitamente frágiles, y una vez contrastados con la realidad
hidrocarburífera y energética, devienen en sencillamente grotescos”, agregan.
No sólo que la operación de intercambio de petróleo por granos nunca existió,
como se argumentó hasta hoy, sino que además hubiera sido en la práctica
imposible, según demuestran en su investigación.
El diagnóstico. Bernal y De Dicco señalan que el cuerpo
de la denuncia insiste, en forma muy reiterada, sobre el concepto de “severa
crisis energética” que supuestamente padece el país y de “la necesidad del
petróleo iraní para aliviarla”, que el texto presentado por Nisman a la
Justicia –escrito por él o por otra u otras personas– presenta como móvil
principal del gobierno argentino para buscar un acuerdo de intercambio de lazos
comerciales por encubrimiento. “La palabra clave ‘petróleo’ atraviesa la
totalidad de la denuncia con 46 referencias; la primera es en la página 7, la
última es en la página 275. Por su parte, ‘urgencia energética’ y ‘crisis
energética’ figuran 3 y 7 veces respectivamente en todo el documento”, señalan
los autores respecto del texto de la denuncia. Sin embargo, la única referencia
que toma la denuncia para afirmar la existencia de urgencia o crisis energética
de parte de Argentina, son las citas de las escuchas telefónicas a Luis D’Elía
(“acá hay urgencia energética”) y a su interlocutor Jorge Khalil (“el tema que
necesita Argentina es petróleo”), de una conversación grabada el 19 de mayo de
2013. A partir de estos elementos, la denuncia de Nisman extrae como conclusión
que “la primera mandataria (Cristina Kirchner) entendió que el petróleo iraní
tendría la capacidad de aliviar la severa crisis energética que viene
atravesando el país. Intercambios, a modo de ejemplo, de ‘granos por petróleo’
fueron vistos como una solución a la situación de emergencia”.
El estudio de Oetec refuta ese diagnóstico, señalando que es “falso” y
simplemente funcional a la forzada interpretación de la “desesperada necesidad”
argentina del crudo iraní. “El concepto de crisis energética proviene de los
representantes y defensores del neoliberalismo, falso diagnóstico que los
medios dominantes instalaron a partir de 2004”, en respuesta al cambio de
política gasífera dispuesta por el gobierno de Néstor Kirchner en aquel
momento, recuerdan los autores, “terminando con la gran estafa de la
exportación de gas iniciada desde 1995” mientras más de la mitad de la
población no accedía a las redes domiciliarias. Por otra parte, destaca el
informe el crecimiento de la demanda eléctrica para hogares, industrias y
comercios del 47, 43 y 28 por ciento, respectivamente entre 2003 y 2013, y un
aumento del Producto Bruto de más del 80 por ciento en ese mismo período. En
forma retórica, el informe de Oetec se pregunta: “¿Puede una economía crecer e
incorporar a millones de argentinos al sistema en un escenario de severa crisis
energética?”.
Necesidades e importaciones. En cuanto a la demanda
argentina de crudo importado, el informe de Oetec repasa las cifras oficiales
de los últimos años y, en particular, los inmediatos anteriores a la supuesta
negociación para obtener el crudo iraní:
- En 2012 y 2013, las importaciones representaron el 0,8 por ciento y
el 1,3 por ciento del consumo nacional de petróleo, siendo cubierto todo el
resto (99,2 y 98,7 por ciento) por producción nacional. Pero con un detalle: el
total del petróleo importado provino de Bolivia y comprado por Refinor, con
planta refinadora en Salta, que lo utiliza para producir combustibles líquidos
que exporta a Bolivia, principalmente gasoil. Es decir, un negocio privado
regional que no tiene que ver con necesidades originadas en la demanda
nacional.
- Entre 2009 y 2011 no se registraron importaciones de petróleo en
Argentina.
- De 2006 a 2008 se verifican muy pocas importaciones, que
representaron menos del 0,2 por ciento de la demanda nacional en cada año, pero
en todos los casos se trata de compras de Refinor a Bolivia, bajo la modalidad
ya comentada.
Recién en el año 2014 (cifras hasta noviembre) se computan
importaciones de petróleo que representan el 1,9 por ciento de la demanda
nacional. En su mayor parte, 1,4 punto, corresponden a las compras de Refinor a
Bolivia para reexportación de combustibles. El resto, 0,5 por ciento de la
demanda nacional, son operaciones de compra a Nigeria por parte de YPF, Oil y
Axion, que utilizan el crudo liviano de ese origen como corte sobre el petróleo
nacional.
El crudo iraní. Los autores se plantean en el punto
siguiente de su análisis: “Si, por un momento, el gobierno nacional se hubiera
decidido a analizar la importación de crudo persa, habría sido una decisión
absolutamente equivocada, porque el petróleo de Irán, de acuerdo con su
composición de azufre (1,3 por ciento o superior), no podría ser utilizado por
nuestro parque refinador. No todo petróleo extranjero le sirve a la Argentina”.
En la jerga petrolera, Argentina puede refinar crudos livianos (alta graduación
de API) y “dulces” (baja composición de azufre). Los “pesados” y “agrios”, como
el iraní y el venezolano, no son aplicables a las refinadoras locales. Cuando
Argentina necesitó importar petróleo, lo hizo de Nigeria o Angola, que tienen
aquella otra característica. Al contrario, parte de la producción local de
petróleo, como la que extrae Pan American Energy en la cuenca San Jorge
(Chubut), se exporta por ser crudos pesados no utilizables en la producción
nacional.
El déficit energético. Los productos energéticos que
componen la canasta importadora de Argentina son los combustibles líquidos
(gasoil y fuel oil) y el gas natural, en los que el país es deficitario
(consume más de lo que produce). El informe de Oetec recuerda que Argentina
importa gas de Bolivia, a través de gasoductos. También recibe gas natural
licuado de diferentes orígenes, pero no de Irán, que no exporta ese producto
porque no cuenta con plantas de licuefacción. Tampoco exporta combustibles
líquidos, ya que refina una proporción mínima de su producción de crudo.
El trabajo de Oetec demuestra, analizando punto por punto, que toda
especulación acerca de un acuerdo que involucrara ventas de crudo iraní a la
Argentina se basa en un negocio inviable, impracticable e imposible.
*Publicado en Página12
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