Por Carlos Santa María*
El mundo ha cambiado y las guerras se vuelven más cruentas indicando el
nivel de deshumanización al que ha llevado a la sociedad un sector élite que
considera que primero está el beneficio personal o grupal antes que la
colectividad. Los afanes personalistas, fundados en el egoísmo, la avaricia y
el desapego a la cultura del respeto social, han hecho del planeta un
territorio fértil a la violencia pese a que el mandato de la especie es
realizarse en conjunto con el otro. Los mecanismos de agresión ahora constan de
numerosos factores, todos los cuales son analizados por sus ejecutores con el
frío propósito de dañar al supuesto contrario, domeñarlo y hacer de éste un
peón de los intereses de quien posee el dominio del arma física, diplomática o
financiera. Entre ellos se cuentan los golpes de Estado y el terrorismo, los
que usualmente no se asocian pese a tener estrechas relaciones.
El golpe clásico es aquel donde
un sector militar toma el poder por la fuerza represiva y establece un orden
basado en la política de seguridad nacional: las fuerzas armadas son las
garantes de esa estabilidad forzada. Sin embargo, en pleno siglo XXI hay dos modalidades
que no se toman en cuenta pues parecen ser formas diferentes de obtener el
control, legales y sin relación con lo forzado. La primera es cuando un
Gobierno civil, amparado por la fuerza armada, realiza elecciones o
procedimientos que logran permitir su mantención en el poder ya sea por lo
fraudulento de ese actuar o simplemente apelando a la Constitución. En estas
situaciones hay un elemento correlativo y de sustento cual es la clase
dominante como grupo organizado y conocedor de todos los procesos de
conculcación de derechos haciéndolo aparecer como legales o atentatorios a la
paz si no son acatados.
El segundo golpe es a través de
la intervención directa en un país poniendo a ciertos representantes de las
fuerzas invasoras disfrazados de nacionales, como símbolos de la libertad
democrática y el restablecimiento del orden perdido debido a la inestabilidad
causada por la supuesta represión interna y las propuestas económicas que han
entrado en una fase de crisis: los saqueos, inflación, desabastecimiento,
acaparamiento, control de la producción desde lo particular, son algunos
mecanismos usados reiteradamente. El apoyo financiero para detener
comunicaciones o transporte es siempre un recurso permanente.
En la generalidad de los golpes
actuales lo que se pretende es mantener el statu quo vigente soportado en
principios neoliberales los que, al verse amenazados, dan origen a este método.
Lo que se ha logrado, entonces, es mantener el negocio funcionando pese a la
violencia existente aunque paulatinamente puede ocurrir que los Gobiernos
dóciles se comiencen a volver contestatarios producto de una presión
inaceptable.
Irak es un ejemplo de ocupación
por fuerzas extranjeras, similar a un golpe, donde existe esa misma opción
aunque aparece oculta pese a que desde esos centros se avala mediáticamente la
toma del poder. Al Qaeda es la respuesta a las recientes cercanías con Siria,
Irán y Líbano: no se puede permitir estabilidad en esa zona ya que significaría
una amenaza geopolítica y, por ende, al complejo infraestructural. La
conclusión es categórica: mientras avanza Al Qaeda -que no existía hasta la
invasión del 2003- a través de los combatientes del Estado Islámico de Irak y
del Levante (facción asociada), apoderándose de territorios y anunciando la
creación del Estado Islámico de Faluya, Estados Unidos plantea que no enviará
más tropas a la región facilitando el no enfrentamiento entre sus propios
combatientes. La fórmula perfecta está elaborada y en acción: invasión,
desestabilización, masacres y negocios... sin vincularse a ninguna
organización.
Tal como planteaba en columna
anterior como predicción para el 2014, el terrorismo será uno de los
principales mecanismos ejecutores de las acciones en contra de los Estados que
propicien vientos de libertad, incluso mínima, pues la idea de un sector élite
en el mundo es que se mantenga la inestabilidad si permite continuar las
ganancias: armonía siempre y cuando también garantice lo mismo o, en su
defecto, aplicar aquel adagio popular verdadero en ciertos escenarios según el
cual "a río revuelto ganancia de pescadores".
El terrorismo es una faceta
vinculada usualmente a combates por lo cual se desconecta del objetivo que se
pretende, especialmente al relacionarlo solamente con sacrificios, bombas,
atentados, actos sanguinarios. Por el contrario, las manifestaciones anteriores
están entrelazadas a objetivos mucho mayores y son resultado de organizaciones
con estructuras que permiten una estrategia consolidada.
El nacimiento de Al Qaeda es una
ingeniosa fórmula programada por la CIA pensando en cómo eliminar su rival
soviético en el período de la Guerra Fría, imaginados y presentados al 'mundo
libre' como los guerrilleros de la libertad y la paz. No obstante, luego de
logrado el propósito se mantiene ya que puede servir en similares condiciones
las que se van presentando paulatinamente. En la actualidad este grupo armado
sirve como agudizador de situaciones que logren tres propósitos: uno, tensionar
las zonas donde actúen para propiciar desestabilización, promover condiciones
tales que favorezcan intervenciones especialmente haciendo aparecer al
contrario como el asesino de los indefensos, debilitar a todos los sectores que
no se rindan a los intereses de las grandes transnacionales eurocéntricas. No
obstante, producto de su propia interpretación particular de una ideología
vinculada a preceptos religiosos, se han propuesto caminos que les den su
propio espacio, identidad y logros.
Por ello, el terrorismo es útil a
los Gobiernos en la medida que no se lo vincule directamente aunque se sepa de
dónde proviene. El terrorismo de Estado es aquella actuación descarnada en
contra de la población civil, grupos organizados, líderes, con el fin de
eliminarlos físicamente y promover el miedo en todos los ámbitos de la nación.
Así se logra, en este caso, 'estabilizar', impedir el surgimiento de nuevas
organizaciones y obtener sus propósitos. La infra y supraestructura del terror
da resultados: la caravana de la muerte en Chile y los escuadrones de la muerte
en Centroamérica son expresiones de terrorismo.
Tal como lo advertía el
presidente Rafael Correa, Estados Unidos está intentando nuevamente insistir en
la tarea que le fue encomendada históricamente por sus Gobiernos y que continúa
hasta ahora: dividir a Latinoamérica a través de todos los mecanismos posibles,
utilizando la infiltración, la corrupción y el asesoramiento de la milicia en
The School of Americas; esta ha cambiado su denominación en Instituto de
Cooperación y Seguridad de Hemisferio Occidental -WHINSEC-, con el fin de confundir
su real función ya que continúa su entrenamiento en contrainsurgencia
(guerrilla y movimientos sociales), aunque también aún no declarado, en
programas de concientización y pedagogía en ideologías del orden, con
estrategias de acompañamiento a golpes militares y Gobiernos próximos al Norte.
Hoy día los golpes militares
dados en su diversas formas modernas, como la ocupación por ejemplo, demuestran
claramente que el terrorismo en sus diversas formas organizadas es un mecanismo
de dominio a través del miedo, la amenaza y el exterminio, que está presente
como amenaza en el mundo y también como realidad. Los Gobiernos que sustentan
soberanía tienen que estar alertas ante estas formas violentas que son
aplicadas sin miramientos en la medida que las autoridades no perciban su real
gravedad. La autodeterminación es el estandarte que debe ser esgrimido por
todos los pueblos del mundo amantes de la libertad sin restricciones, es decir,
conducente a la igualdad de derechos. Es una tarea, es posible y se convierte en
una obligación ética del presente.
*Publicado en Telesurtv.net
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