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¿Hay
forma de escapar del teatro de las armas químicas? Primero, la
inteligencia militar israelí dice que las fuerzas de Bashar Assad han
usado/probablemente han usado/pudieran haber usado/podrían usar armas
químicas. Luego Chuck Hagel, secretario estadounidense de Defensa, se
aparece en Israel para prometer aún más poder de fuego para el
excesivamente armado ejército de Israel –sin mencionar en absoluto las
más de 200 cabezas nucleares israelíes– y luego se imbuye de toda la
inteligencia israelí sobre el uso probable/posible de armas químicas por
Siria.
Y luego el buenazo de Chuck regresa a Washington para decir al mundo
que esto es asunto serio. Necesitamos todos los hechos. La Casa Blanca
dice al Congreso que las agencias de inteligencia estadounidenses,
probablemente las mismas de la inteligencia israelí porque por regla
general dicen disparates en tándem, tienen grados variantes de confianza
en esa evaluación. Pero la senadora Dianne Feinstein, presidenta del
Comité de Inteligencia del Senado –la misma que defendió las acciones de
Israel en 1996, cuando masacró a 105 civiles, la mayoría niños, en
Qana, Líbano–, anuncia que está claro que en Siria se han cruzado líneas
rojas y deben tomarse medidas para prevenir su uso en mayor escala. Y a
continuación sale a relucir el más antiguo de los lugares comunes
vigentes en la Casa Blanca, hasta ahora usado exclusivamente con
respecto al probable/posible desarrollo de armas nucleares iraníes:
todas las opciones están sobre la mesa.
En cualquier sociedad normal se encenderían las luces rojas, en especial en las salas de noticias del mundo. Pero no: no-
sotros los escribas recordamos al mundo que Obama dijo que el uso de
armas químicas en Siria sería un cambio en el juego –al menos los
estadounidenses admiten que es un juego– y nuestros informes confirman
que en realidad nadie ha confirmado.
Se usaron armas químicas. En dos estudios canadienses de televisión
se me acercan productores mostrando ese mismo encabezado. Yo les digo al
aire que haré pedazos la evidencia y de pronto la nota es retirada de
los dos programas. No porque no quieran usarla –lo harán más tarde–,
sino porque no quieren que nadie dé a entender que son pamplinas.
CNN no tiene esas inhibiciones. Cuando a su reportero en Amman le
preguntan por el uso de armas químicas, responde: “No tanto como el
mundo quisiera saber... la psique del régimen de Assad...”. Pero,
¿alguien lo ha intentado? ¿O simplemente ha hecho una pregunta obvia que
un agente de inteligencia sirio me planteó la semana pasada: si Siria
puede causar un daño infinitamente más grave con sus bombarderos MiG
(cosa que sí hace), para qué querría usar armas químicas? Y ya que tanto
el régimen como sus enemigos se han acusado mutuamente de usarlas, ¿por
qué Chuck no tiene tanto miedo de los rebeldes como de la dictadura de
Assad?
Todo vuelve al más infantil de todos los lugares comunes: que
Estados Unidos e Israel temen que las armas químicas caigan en manos
peligrosas. Tienen miedo, en otras palabras, de que esas armas vayan a
dar al arsenal de esos mismos rebeldes, en especial islámicos, a los que
Washington, Londres, París, Qatar y Arabia Saudita dan respaldo. Y si
ésas son las manos peligrosas, es de suponerse que las armas del arsenal
de Assad están en buenas manos. Así ocurrió con las armas químicas de
Sa-ddam Hussein... hasta que se le ocurrió usarlas contra los kurdos.
Ahora sabemos que ha habido tres incidentes específicos en los que
supuestamente se ha usado gas sarín en Siria: en Alepo, cuando ambos
bandos se acusaron (de hecho los videos provenían de la televisión
estatal siria); en Homs, al parecer en muy pequeña escala, y en las
afueras de Damasco. Y si bien la Casa Blanca parece haberlo pasado por
alto, tres niños refugiados sirios fueron llevados a un hospital en la
ciudad de Trípoli, en el norte de Líbano, con quemaduras profundas y
dolorosas.
Pero hay algunos problemas. Los proyectiles de fósforo pueden
infligir quemaduras profundas, y tal vez causar defectos de nacimiento.
Pero los estadounidenses no sugieren que el ejército sirio haya usado
fósforo (que de hecho es un químico); después de todo, soldados
estadounidenses usaron esa misma arma en la ciudad iraquí de Faluya,
donde de hecho hay ahora una explosión de defectos congénitos.
Supongo que nuestro odio al régimen de Assad se vería mejor
reflejado por el horror a los informes de torturas cometidas por la
policía secreta siria contra los detenidos. Pero también en eso hay un
problema: hace apenas diez años, Estados Unidos sometía hombres
inocentes, incluso un ciudadano de Canadá, a Damasco para ser
interrogado o torturado por esos mismos policías secretos. Y si
mencionamos las armas químicas de Sa-ddam, hay otro inconveniente: los
componentes de esas viles armas fueron producidos por una fábrica de
Nueva Jersey y enviados a Bagdad por Estados Unidos.
Desde luego, no es ésa la nota en nuestras salas de prensa. Entremos
a un estudio de televisión y todos están leyendo periódicos. Entremos
en la redacción de un periódico y todos están viendo la televisión. Es
ósmosis. Y los encabezados son todos los mismos: Siria usa armas
químicas.
Así funciona el teatro.
* De The Independent, de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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