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La
cosecha del 18A ha sido mala y, a contramano de los deseos de la
reacción, la economía nacional repunta. La campaña "un lector = un
opositor" vuelve a la palestra con renovada furia. A la Argentina le
tiene que ir muy mal. Todos los días un calvario, de lo contrario,
¿quién querría votar a la vieja política? o ¿qué razón habría para
confiar en los autores de las crisis sociales y económicas que nos
devastaron entre 1976 y 2002? El senador radical Ernesto Sanz lo
sintetizó magistralmente: "A veces pienso que si la economía mejorara un
poco, ¿qué pasaría con las elecciones? Ojalá que esto siga así hasta
octubre [...]".
HACIA LA HIPERINFLACIÓN. Todas las plumas, las voces y las cámaras
contra el Banco Central, entidad que por primera vez desde la década
entre 1945 y 1955 responde a los intereses de la sociedad y del país.
Todas las plumas, las voces y las cámaras contra el peso, la única y
verdadera moneda para y de una Argentina soberana y autosuficiente. Si
Clarín y La Nación no fueran corporaciones mediáticas con intereses
ligados a una Argentina-granja, la moneda nacional no se vería amenazada
por más corridas que hubiera, ni la dolarización de la economía, las
finanzas y las neuronas del pueblo argentino promovida por más
"profesionales" que entraran en acción. Pero no. Clarín, La Nación, el
neoliberalismo de derecha e izquierda, la gran burguesía concentrada y
rentista, así como la tradicional oligarquía agropecuaria apuntan sus
cañones a desmantelar el mercado interno, la producción, el Mercosur y
la Unasur, ocultando a las dolarizadas neuronas argentinas la creciente
desconfianza estadounidense y mundial por el mismísimo dios dólar como
activo de ahorro y divisa de reserva internacional. Mientras los Bancos
Centrales de las naciones industrializadas vienen comportándose como
compradores netos de oro, alejándose del dólar como activo de reserva;
mientras unos 12 estados de EE UU estudian seguir los pasos de Utah (en
2011) y adoptar al oro y la plata como moneda de intercambio comercial,
en la Argentina los medios de la semicolonia no dejan de promover al
dólar como resguardo de ahorro e inversión. ¿Qué pasaría con el dólar
ilegal si por única vez Clarín y La Nación transmitieran la brutal
pérdida de confianza del mundo hacia la moneda estadounidense? Sucede
que el promovido dólar "blue" es la cuña más lacerante con la que hoy
cuenta el imperialismo y sus socios locales para minar una Argentina
social y económicamente avanzada y soberana, a su vez pieza clave de una
región igualmente avanzada y soberana. Toda esta incitación mediática
del dólar no es más que el principal instrumento para una mega
devaluación, a su vez pieza clave para boicotear los acuerdos de precios
y descontrolar la inflación, intentando trasladar la brecha con la
paridad real a los alimentos, bebidas, ropa, electrodomésticos,
etcétera. "Hiperinflación" es el término anhelado por los editorialistas
de la semicolonia, la consabida meta que demostró igual eficiencia pero
con mayor legitimidad que la alcanzada por las bombas sobre Plaza de
Mayo y los ultimátum de la propia flota a la hora de voltear gobiernos.
REDRADO BAILA TANGO. Remontémonos ahora y por un momento a 1999. El
6 de marzo de dicho año, el diario The Inquirer (Washington) publicaba
una sugestiva nota dando cuenta de las intenciones del gobierno de Menem
de dolarizar la economía nacional. Así comenzaba: "En la Argentina,
cuando usted compra una casa, un auto o un viaje en taxi –virtualmente
todo– usted puede no pagar en pesos sino en dólares." Más adelante
explica la estrategia dolarizadora de entonces, encarada por el FMI y la
Casa Blanca: "La Argentina incluso está pensando en desmantelar
enteramente el peso para convertir al dólar estadounidense en su moneda
oficial. La mayoría de América Latina seguiría estos pasos en la próxima
década. Algunos economistas latinoamericanos y de Wall Street creen que
el dólar se está transformando para el hemisferio [América] lo que el
yen japonés para Asia y el nuevo euro para Europa". Los supuestos
riesgos para los países "en desarrollo" brillan por su ausencia. No los
debe haber, claro. Y con esta finalidad, el articulista cita un
economista argentino para calmar a los incrédulos de la dolarización.
Dice Martín Redrado: "Existe una determinación del gobierno argentino,
pero se necesitan dos para un tango. La Argentina se ve asimismo como un
potencial proyecto piloto que apunta a convertir al dólar en la moneda
de facto de América Latina en los próximos diez años."
TRIBUTO A LA RESERVA FEDERAL. La dolarización de la Argentina
–frutilla del postre del festín neoliberal iniciado en 1976, afianzado
en los ochenta y profundizado sin pena ni gloria entre 1990 y 2002– fue
virulentamente promovida desde la Casa Blanca, el FMI y sus filiales
domésticas como FIEL, la Universidad Di Tella y el CEMA (recomendamos a
todo aquel que desee incursionar en esta cuestión el notable libro La
Argentina atrapada de Noemí Brenta). Pero la bajada de línea más
enérgica y determinante provenía de los think tanks ultraconservadores
del hemisferio norte. Por ejemplo, el Instituto Hudson publicaba en
febrero de 1999 un interesante artículo titulado "La globalización del
dólar estadounidense", artículo que bien vale la pena traer hoy a
colación. Su autor comenzaba afirmando que la extensión del uso de esta
moneda fronteras afuera del país emisor era "bueno para todo el mundo".
Explicaba asimismo la fecha de inicio de la invasión de dólares y hacia
dónde se había concentrado: "Los datos demuestran que entre 1988 y 1991,
la moneda estadounidense inundó primero a Latinoamérica (especialmente a
la Argentina, la cual sufrió de inflación crónica elevada en dicho
período)." Sin embargo, lo más jugoso del artículo fue su sincericidio
(al mejor estilo Sanz): "Cuatro ventajas representa para un país tener
su moneda como lingua franca en el comercio mundial. Es indudablemente
más conveniente para nuestros exportadores, importadores y bancos poder
comerciar en dólares que en monedas extranjeras. El uso global del
dólar, así como el uso global del idioma inglés, constituye una ventaja
natural que los hombres de negocios americanos dan por sentado. La
generalización del uso del dólar crea más negocios para los bancos
estadounidenses y sus instituciones financieras. [...] Otra ventaja
reside en el denominado seigniorage [señoreaje]. Esta es quizás la
ventaja económica más importante de tener ciudadanos de otros países
poseedores de dólares. Tenedores extranjeros de dólares deben renunciar a
las cosas que los dólares pueden comprar en bienes, servicios, viajes
en EE UU, etc. pues deben 'pagar' por la seguridad que reciben al
hacerse de nuestra moneda. [...] EE UU gana cada vez que la gente de la
Argentina o Rusia guarda dólares. Podemos calcular los beneficios
directamente. Hoy día, la cantidad de moneda en el extranjero es de
aproximadamente 220 mil millones, y el interés del Tesoro es del 4,5%;
por lo tanto, el monto del señoreaje (y del beneficio económico
nacional) consecuencia de los dólares mantenidos en el exterior es de
aproximadamente unos 10 mil millones por año. [...] Muchos economistas
consideran a esta ganancia como una forma de ingreso federal."
SEMICOLONIA O NACIÓN, EL HISTÓRICO E IRRESUELTO DILEMA ARGENTINO.
Habiendo leído lo anterior y recordando que la Argentina sigue siendo
uno de los principales tres países fuera de EE UU con mayor circulación
de billetes verdes (ni qué hablar de los 400 mil millones de dólares que
sociedades offshore argentinas tienen en paraísos fiscales), ¿cómo
puede ser que los grandes promotores del dólar en la Argentina (hoy de
una devaluación entre el 30 y el 50%) –columnistas estrellas de La
Nación y del Grupo Clarín, sus radios y programas televisivos– a saber:
Sturzenegger, Melconian, Pignanelli, Kiguel, Guidotti, Redrado, etc.
callen todo esto? La tenencia de dólares que supuestamente beneficia al
ahorrista, implica una sangría de capitales por vía del cobro de
intereses del Tesoro estadounidense producto de esa misma tenencia.
Entre 1988 y 2001, seis acuerdos suscriptos entre el FMI, Alfonsín,
Menem y De la Rúa pusieron a la Argentina al borde de un punto sin
retorno en cuanto a su viabilidad como Estado nacional. A modo de
cierre, un dato interesante. Según un estudio publicado por la Reserva
Federal en 1996 (Porter & Judson), 100.000 mil millones de dólares
abandonaron EE UU entre fines de los ochenta y mediados de los noventa.
De esa cantidad, un tercio vino a la Argentina entre 1988 y 1991, y un
20% entre 1988 y 1995. El dólar –a través de la dolarización informal
con la Convertibilidad– fue la moneda de la semicolonia mientras fuimos
semicolonia, estatus que dicho de paso habría de arrastrar a toda la
región al ALCA y con él, convertido a América del Sur en eterno patio
trasero de EE UU. Sturzenegger, el economista estrella de Macri,
secretario de Política Económica de López Murphy (2001) aceptó los
acuerdos del FMI y trabajó para dolarizar la economía nacional (hasta
escribió un librito al respecto). Hoy, pide una devaluación del 40% y
coincide con el FMI. El histórico círculo del despojo perfectamente
cerrado. El plan del frente del subdesarrollo, la pobreza y la
dependencia no sólo sigue vigente sino que ha recobrado nueva fuerza
(aunque sean los mismos). Se trata de ser un país granja y un Estado
tributario más de la Reserva Federal, o ser una Nación soberana, moderna
y autosuficiente.
*Publicado en Tiempo Argentino
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