Para Hugo Moyano el partido Justicialista se
convirtió en una "cáscara vacía", incapaz de expresar la rica pulpa que
el camionero representa. Cuando eso dijo en Huracán, en diciembre de
2011, todavía no marchaba a la Plaza de Mayo con Luis Barrionuevo, ni
sus protestas merecían la encendida solidaridad de la Sociedad Rural.
Ahora se sabe que estaba hablando de otra fruta.
Curada en salud, la derecha aprendió a no dudar: sin demasiados giros
sintácticos sostiene que cuanto más a la izquierda esté el peronismo más
peronista será. Quizás leyó mejor que muchos a John William Cooke, para
quien "el único nacionalismo auténtico es el que busque liberarnos de
la servidumbre real: ése es el nacionalismo de la clase obrera y demás
sectores populares, y por eso la liberación de la Patria y la revolución
social son una misma cosa, de la misma manera que semicolonia y
oligarquía son también lo mismo." El concepto, formulado por Cooke en
Cuba 52 años atrás, aún hoy sirve para entender lo que pasó en Mar del
Plata hace una semana.
A propósito, el pasado sábado Jorge Fernández Díaz así tituló su columna
en el diario La Nación: "Cómo nos gusta que el peronismo nos mienta."
En la nota de mención, su autor comparaba el arribo de la Fragata
Libertad al puerto marplatense con la llegada a la misma orilla –pero
hace 22 años– del portaviones norteamericano Kitty Hawk, transportando
50 aviones de combate en su lomo. Ilusión menemista de "Primer mundo"
entonces, fantasías de "patria sí, colonia no" ahora, bajo el mismo
soporte ideológico, lo suficientemente elástico, vago e impreciso como
para poder contener con singular gracia dos perfiles políticos tan
disímiles: el peronismo.
Lo que intriga es el título, sin embargo. Fernández Díaz se posa sobre
una distancia que no convence a nadie, y apelando a la segunda persona
del plural asume para sí la subjetividad de una sociedad aparentemente
manipulada, engañada deliberada y repetidamente por el peronismo. A
Julio Cobos, que hablaba de sí mismo en tercera persona, y siempre
estuvo ajeno a casi todo (especialmente el gobierno nacional que supo
integrar -que no supo integrar- durante cuatro largos años), no le
habría salido mejor.
Tantas décadas después del 17 de Octubre, el peronismo quizás sea una
filosofía del poder. No sería poco. Tal vez incluso menos que eso: un
manual de procedimiento. De ahí que "Néstor y Cristina militaban de
lejos el peronismo noventista", como dice, enojado, Fernández Díaz. Sin
dudas estaban esperando su oportunidad. En la Argentina, la izquierda
que se asume como tal, meramente formal y explícita, adolece de la
imprescindible lectura de ese vademécum. "Todo es ilusión, menos el
poder", decía Lenin. De Altamira a Giustiniani preferirían vivir de
ensueños. "Todo es fantasía, menos gobernar", aportaría Kirchner. "Para
los 40 millones de argentinos", agregaría, y sin neutralidades, Cristina
Fernández.
Cuántos que creen “ganar las discusiones” quisieran contar con esa
afiatada maquinita de mandar. Hay una izquierda que vive despotricando
contra el Estado y después se casa por Civil. Pronuncia discursos con
principios morales para adornar que el día de la votación mete en el
sobre una hoja de papel de diario. ¿Será que aceptan dócilmente que su
módico universo electoral se circunscriba a "las necias que se mueren
por los charlatanes", como decía Roberto Arlt?
Con tal de existir, cierta "izquierda de derecha" se esmera en parecer
otra cosa. De otro modo no se explica la insólita solidaridad de Hermes
Binner con Henrique Capriles, ni la caminata por Playa Grande en bikini
de Victoria Donda junto a Alfonso Prat Gay, secundados por Humberto
Tumini, quien luciendo su chamise Lacoste no tuvo mejor idea que
confiarle al cronista del diario La Nación que los militantes del ERP no
se enriquecían como los funcionarios de La Cámpora.
Qué sorpresa enterarnos cuatro décadas después del Devotazo que al
centenario diario de la familia Mitre Mario Roberto Santucho le resulta
más amigable que Eduardo "Wado" de Pedro. A 40 años de las ofensivas
luchas de la clase obrera, a la derecha le viene bien cualquier
argumento que desmienta y contradiga a quienes quieren poner otra vez a
la delantera a las clases subalternas. Está visto: el oportunismo no es
sólo un recurso de los viejos habitué a la unidad básica.
Para la derecha, el peronismo será tolerable en tanto tienda hacia la
conjunción entre clases objetivamente incompatibles, aunque bajo el
claro predominio de la burguesía. "La reconciliación", diría Ricardo
Darín. Y si no, no. Un "peronismo" que se chupe el dedo y se cuide bien
de no "disparar" con 22 mensajes seguidos vía Twitter, de 140 caracteres
cada uno, para responder la más corrosiva acción de prensa que haya
padecido un gobierno democrático. Lo de Cristina, "una metralleta para
violar la división de poderes y sitiar la justicia"; las mil tapas de
Clarín y otras tantas operaciones de Magnetto contra el gobierno, el
sagrado derecho a la "libertad de expresión". Singularidades de la
"prensa independiente".
Las únicas pujas políticas a ser aceptadas por la derecha serán las que
protagonicen las distintas facciones de la burguesía: un "peronismo"
noventista y financiero enfrentado a otro desarrollista y proindustrial,
que sustituya por producciones locales las mercancías hasta ayer
importadas, incluso a costa de cierta inflación. Pero jamás si se
resuelven crecientemente en favor de los trabajadores las
contradicciones propias de toda sociedad capitalista. Eva en el billete
de cien pesos, vaya y pase; su rostro mirando desafiante las calles de
Barrio Norte, y comprensiva hacia Barracas, todavía; pero la
distribución progresiva del ingreso, la juventud "unida y organizada"
ocupando puestos clave del Estado, rejuveneciendo con nuevas prácticas
transformadoras y mirada estratégica las viejas estructuras políticas y
los gordos aparatos burocráticos, eso nunca.
El peronismo, mal que les pese a tantos y tantas a la derecha del
escenario actual, tiene marcado desde sus orígenes otra cosa, muy
distinta de lo que de Piumato a Claudia Rucci quisieran para él. Le
sienta mejor la foto de Cristina en La Habana, con Nicolás Maduro y los
hermanos Castro, que el forzado minué que aspiran a bailar desde Moyano
hasta Mauricio Macri. Todavía hoy no pocos insisten en creer que "el
peronismo será revolucionario o no será nada". Así, al menos, pensaba
Eva Duarte de Perón.
*Publicado en Tiempo Argentino
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