miércoles, 19 de diciembre de 2012

CAMBIO CLIMÁTICO, CRISIS ECONÓMICA Y LA VIOLENCIA DE LA GUERRA

Foto archivo Telesur
Por William Blum*
Hay demasiado en juego. La civilización tal como la conocemos. Las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera deben reducirse considerablemente.
¿Por qué no se dedica Barack Obama a la batalla contra el cambio climático con la misma intensidad con la que se dedica a la guerra? ¿Por qué no trata de castigar a los banqueros y corredores de bolsa responsables de la calamidad financiera del mismo modo que trata de castigar a Julian Assange y Bradley Manning?
En ambos casos coloca los intereses del mundo corporativo sobre todo lo demás. Ninguna cantidad de multas o castigos inducirá a los dirigentes corporativos a modificar su conducta. Solo el paso por un período duro en una prisión llevará a que les crezca la parte faltante, esa parte que tiene la forma de conciencia social.
Solo el enjuiciamiento de George W. Bush, Dick Cheney y sus socios en bombardeos y torturas desalentará a futuros amantes de la guerra estadounidenses de seguir sus sangrientas huellas.
El resultado de la última elección solo puede envalentonar a Obama. Probablemente lo interpretó como una afirmación de sus políticas, aunque en realidad solo un 29,3% de las personas con derecho a voto ha votado por él. Y una cantidad desconocida, pero ciertamente significativa, de los que lo hicieron se taparon las narices mientras votaban por el supuesto mal menor. Difícilmente una señal de apoyo apasionado a sus políticas.
La semana pasada, se celebró la Cumbre del Clima de las Naciones Unidas en Doha, Catar. Los comentarios de muchos activistas (a diferencia de varios funcionarios gubernamentales) fueron apocalípticos… “El tiempo se acaba… el tiempo ya se acabó… el clima ya ha cambiado… el Huracán Sandy, crecientes niveles del mar, lo peor está por venir”. El protocolo de Kioto sigue siendo el único tratado internacional que estipula reducciones en las emisiones de gases invernadero. Es un punto de partida para muchos ecologistas. Pero nunca ha sido ratificado por EE.UU. En las anteriores conferencias de Copenhague y Durban, EE.UU. bloqueó una importante acción global y no cumplió vitales promesas anteriores.
En la conferencia de Doha, EE.UU. fue enérgicamente criticado por no tomar la iniciativa en la protección del planeta, especialmente a la luz de su condición de mayor contribuyente histórico a los actuales niveles de gases invernadero en la atmósfera. (“El más contumaz bravucón de la sala”, declaró la ecologista india Sunita Narain).
Lo que motiva a los representantes de EE.UU., ahora como antes, como siempre, es su preocupación por los beneficios corporativos. La reducción de las emisiones de gases invernadero puede afectar los resultados finales en los balances. Un epitafio adecuado para la lápida sepulcral de la tierra. Shamus Cooke, escribiendo en ZSpace, lo resume bien: “Por lo tanto, si la energía renovable no es tan lucrativa como el petróleo –y no lo es– la mayor parte de la inversión capitalista seguirá siendo destinada a la destrucción del planeta. Es realmente así de simple. Incluso los capitalistas mejor intencionados no derrochan su dinero en inversiones que no conducen al crecimiento”.

*Extracto de la nota publicada en Telesurtv.net

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