Una empresa nacional de telecomunicaciones
celulares, con la tecnología más moderna, rentable, con servicios
eficientes y generadora de empleos en todo el país, podría ser el
resultado de la asociación de Arsat, encargada de operar la red troncal,
junto a las pymes y cooperativas de telecomunicaciones de cada pueblo o
ciudad de nuestro territorio.
Veamos cómo podría encararse semejante desafío, sin perder el objetivo
de democratizar y mejorar los servicios de voz y datos para todos los
argentinos, en relación con la actual situación de deterioro y
saturación de los mismos en un mercado totalmente controlado por el
sector privado.
Las tres empresas Movistar, Claro y Personal, conforman un oligopolio y
operan como tal, dominando el mercado, acordando altos precios y
ofreciendo baja calidad del servicio de telefonía celular, con
inversiones mínimas y ganancias máximas récord en comparación con los
estándares internacionales. Y lo más grave, promoviendo la exclusión
digital, ofreciendo sus deficientes prestaciones sólo en las localidades
que les garanticen altísimas tasas de rentabilidad. Sus voceros le
dieron letra a Clarín y La Nación para que trasladen al gobierno la
responsabilidad por la saturación de las comunicaciones que ellos mismos
vienen provocando. Responderles no sólo es necesario para continuar la
batalla por el derecho a la información veraz, sino que en este caso
concreto, además, nos da pie para sugerir por cada falencia del sector
privado, una propuesta superadora del Estado.
La corporación mediática subtituló que la decisión del gobierno de
"estatizar las frecuencias licitadas afectará la calidad del servicio,
porque las empresas dicen que buscaban esas frecuencias para reducir los
problemas en las comunicaciones, para poder mejorar o ampliar los
servicios", firmó Marcelo Cantón en Clarín, haciéndose eco de este
absurdo razonamiento sustentado en un falso concepto técnico.
José Crettaz, de La Nación, se explayó un poco más en la falsedad
teleinformática escribiendo: "Al dejar sin efecto la subasta de espectro
el gobierno decidió que la pesadilla móvil continuará algunos años más,
llamadas que no entran o salen, mensajes que no llegan, falta de
cobertura 3G o directamente ausencia de señal, no tiene una sola causa.
Pero hay una que es clara para toda la industria de las
telecomunicaciones hace tiempo: el espectro radioeléctrico asignado a la
movilidad no alcanza para satisfacer la demanda de estos tiempos."
Retornando al columnista de Magnetto, agregó y atribuyó a un "ejecutivo
del sector" una metáfora que facilite la construcción del engaño a la
opinión pública: "Las redes de telecomunicaciones son como las
autopistas, cuando te quedás sin carriles tenés que ampliarlas, como van
a hacer con la General Paz, no hay otra."
Pero la física y la tecnologia dicen otra cosa: las frecuencias y sus
espectros electromagnéticos ya otorgados al sector privado no sólo
deberían alcanzar perfectamente para que los casi 58 millones de
celulares que hay en el país gocen de todos los servicios digitales más
avanzados, sino que sus límites en cantidad de terminales y en calidad
de las prestaciones, dependen de las ingenierías y tecnologías
aplicadas, y no de los anchos de banda y frecuencias portadoras que les
otorgó el Estado.
PRIMER PROBLEMA Y SU SOLUCIÓN. La causa por la cual cada vez funciona
peor la telefonía celular está en la desinversión en las columnas que
sostienen estas "autopistas" virtuales y no en la falta de frecuencias.
Esas columnas son en realidad las estaciones radiobase (BTS) cuyas
torres y antenas decoran nuestros paisajes urbanos y contaminan el medio
ambiente con radiación no ionizante. En Europa, las mismas telcos
multinacionales instalan en promedio dos veces más estaciones radiobase
que en la Argentina, para abastecer a la misma cantidad de celulares
activos, y además cada antena emite mucha menos densidad de potencia de
radiación que las locales. Instalando el doble en antenas, los celulares
funcionan mucho mejor y producen menos daño ambiental. Al aumentar la
cantidad de estaciones radiobase se multiplican las celdas, se reducen
en tamaño y así el mismo ancho de banda disponible se puede repartir
entre muchos más celulares. Pero en el país hicieron lo contrario. Un
ejemplo concreto: en 1999 Miniphone tenía 216 estaciones radiobase para
820.415 clientes, o sea 3796 celulares por radiobase; en el 2005, ya
fusionada con Movicom y convertida en Movistar, tenía 2100 radiobases
para 8 millones de clientes, resultando 3809 celulares por radiobase.
Hasta ahí todo funcionaba bastante bien. Pero ahora tiene unos 17
millones de celulares atendidos por menos de 3000 radiobases operativas,
o sea más de 5667 móviles por cada radiobase . Si a este deterioro de
la relación estaciones-celulares le sumamos el incremento de la demanda
de ancho de banda de cada cliente por el uso de Internet y servicios
multimedia, resulta claro entender la saturación de la red. La red
estatal debería desplegarse en un principio con un promedio de una
estación radiobase como mínimo cada 3000 celulares a lo largo del
territorio nacional, que obviamente tendrá variaciones según la
topografía, la densidad poblacional y la demanda potencial de cada zona.
SEGUNDO PROBLEMA Y SU SOLUCIÓN. La mayor parte del parque de antenas
instaladas y radiobases ya es obsoleto. Tienen entre una y dos décadas,
en su mayoría para redes 2G estándar y modulaciones TDMA ó CDMA que
fueron migrando hacia 3G en forma híbrida. Eso significa que en lugar de
renovar el equipamiento completo, como lo hicieron las mismas empresas
en España, Italia y México, fueron remplazando equipos parcialmente y
sin planificar a largo plazo. El crecimiento geométrico de la cantidad
de celulares y del uso de Internet, en especial para aplicaciones de
video, demanda upgrades de hardware y software en casi todos los
elementos activos de la red. El resultado es que las tasas de
transmisión del viejo y masivo sistema 2G, que cada estación de la red
le asigna a todos los teléfonos celulares que atiende, fueron bajando en
los últimos dos años desde su tope de 114 Mbits por segundo hasta el
mínimo extremo de los 9,6 Kbits, donde casi todos los móviles iluminados
se quedan sin servicio. Bajar 12 mil veces la velocidad es también
reducir 12 mil veces el ancho de banda disponible para cada móvil
porque el ancho de banda, el recurso técnico más codiciado de las
telecomunicaciones, es directamente proporcional a la velocidad de
transmisión. O sea, no es una cuestión de rapidez de respuesta del
servicio, sino de la existencia del mismo. Adquiriendo equipamiento de
última tecnología en toda la red, que soporte 2G,3G y 4G, diseñando e
instalando los elementos necesarios para arrancar con un piso de 114
Mbits por segundo por cada estación radiobase, sea para el microcentro
de Buenos Aires o para La Quiaca, se le podrá garantizar a cada
argentino una capacidad de canal de 9,6 Kbits en su celular en cualquier
situación de tráfico.
TERCER PROBLEMA Y SU SOLUCIÓN. El mantenimiento, la reconfiguración de
centrales y la reorientación de los elementos radiantes, antenas y
repetidoras que realizan los tres grandes operadores privados son
insuficientes para una distribución dinámica de las terminales que
cambia mes a mes y debe estar acompañada de un despliegue adaptativo de
la red. Claro que para poder hacerlo hay que contratar más técnicos e
ingenieros y sustituir miles de elementos obsoletos en la red. Hay que
capacitar e incorporar los planteles técnicos necesarios, sobre todo en
las últimas millas, en las pymes y cooperativas locales de
telecomunicaciones. Aunque parezca mentira, las últimas tecnologías
celulares rompen con el paradigma tecnológico sustitutivo de mano de
obra. Requieren más personal de mantenimiento y configuración que las
anteriores
Las tres falencias son las causales del deteriorado y saturado servicio
celular. Las tres han seguido la regla de invertir lo menos posible. Son
las consecuencias previsibles de dejar este servicio público de hecho,
aunque aún no declarado como tal, en manos de las corporaciones y sin
regulaciones por parte del Estado.
TECNOLOGÍA DE UNA ENTEL CELULAR. El Estado está en muy buenas
condiciones para aprovechar los anchos de banda de 7, 30 y 35 Mhz,
recuperados en las tres áreas del país y en las dos bandas de 850 y 1900
Mhz. Construir una nueva red de telefonía celular en una época de
grandes cambios tecnológicos otorga una ventaja diferencial en las
condiciones iniciales del emprendimiento frente a las compañías ya
instaladas. Se pueden comprar los equipamientos más modernos soportables
por los celulares que hoy tenemos en plaza, con inversiones
significativamente menores a las históricas, y ofrecer velocidades
digitales y cantidades de usuarios miles de veces superiores a las
actuales. Veamos números que ilustran esta ventaja. Los anchos de banda
del espectro radioeléctrico que pueden usarse están limitados
físicamente. Pero los sistemas de comunicación digitales desde los
antiguos estándares GSM, TDMA, CDMA ( 2G) a los más avanzados y actuales
UMTS, HSPA, EVDO (3G) y WiMAX LTE (4G) han multiplicado hasta 1458
veces (caso 3G) y hasta 10.417 veces (caso 4G) la cantidad de celulares
que pueden funcionar satisfactoriamente para el mismo ancho de banda
disponible.
Otra ventaja de las nuevas redes 3G-4G es que requieren menos estaciones
radiobase porque alcanzan mayor cobertura de celdas y de cantidad de
celulares. A cambio necesitan más elementos activos en las antenas y
alimentadores, con instalación adecuada, configuración y mantenimiento
permanentes, o sea más personal que las anteriores 2G. Esto es ideal
para que los operadores de las últimas millas sean las cooperativas y
pymes, que pueden aportar la mano de obra necesaria, con la capacitación
y entrenamiento de ingenieros y técnicos de ARSAT, la CNC y la UTN, que
ya hace dos años vienen ejecutando con éxito consultorías de
telecomunicaciones en el interior del país. Las últimas tecnologías
celulares requieren más recursos humanos en cada lugar de prestación del
servicio, una gran desventaja para las multinacionales, que ni
siquiera contratan personal suficiente y entrenado para atender las
consultas del usuario.
Es más que posible volver a tener una Empresa Nacional de
Telecomunicaciones, pero esta vez, eficiente, digital y celular, con
mejor cobertura y calidad de servicios que el que hoy ofrecen en el país
los grandes operadores privados.
*Profesor de Sistemas de Comunicaciones (UTN) y Tecnología de
Computadoras (UBA). Director de Proyectos y Relevamientos del Plan
Nacional de Telecomunicaciones Argentina Conectada.
Publicado en Tiempo Argentino
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