martes, 28 de marzo de 2023

TIEMPO DE CAMBIAR DE RUMBO

Por Roberto Marra

La profundización de la crisis capitalista y la brutal reacción del imperio para contenerla con los peores medios que dispone, avanza a paso redoblado, martiriza con sus brutalidades guerreristas a los pueblos del Mundo y pretende controlar la manada de brutos con iniciativa de los que se viene sirviendo en los países dominados, para doblegar a quienes a decidido desde siempre que son los “enemigos de la humanidad”, al “eje del mal”, a los rebeldes del sistema que intentan caminos alternativos para salvaguardar sus soberanías.

La pobreza se hunde en la miseria, bajo la batuta de un organismo planetario que se pretende amo de la economía, a cuyos pies se rinden los gobiernos genuflexos o medrosos. Las medidas financieras dan por tierra con las ilusiones populares de aquí y de allá, postergando por enésima vez las necesidades más elementales para supuestos tiempos mejores, que sólo lo serán para ellos, los poderosos dueños de las transnacionales que aplastan la realidad con sus fortunas mal habidas y sus evasiones fiscales.

El desprecio por la verdad sigue su camino de crecimiento en la paupérrima politiquería que nos agobia por estos lares, con sus declaraciones rimbombantes y sus espectáculos aparatosos para demostrar capacidades y valores que no se tienen. Pre-candidatos y candidatruchos pululan en los programejos televisivos, ensucian el aire radial y contaminan con iras berretas las redes del despropósito in-comunicacional. El internismo sobrevuela con pasión degradante las necesidades ciudadanas, se enfrenta con fervor digno de otros objetivos a los supuestos adversarios y re-codifican las disputas, enajenando la herencia de una cultura política que supo contener, en otros tiempos, las divergencias dentro de los límites de la razón y trabajar por las expectativas populares de una vida mejor.

La extraña y cruel combinación de la casi plena ocupación y el hambre, continúa su rumbo hacia la miserabilización, el aplastamiento de la pirámide social, la anulación de los sueños de felicidades que porfiadamente se mencionan para contener las desazones populares. El palabrerío discursivo agobia con verdades a medias o retorcidos manifiestos de las incapacidades para cambiar la realidad. Surgen como hongos tras las lluvias los “salvadores de la Patria”, los encendidos motivadores del odio irracional al “populismo”, se reiteran párrafos mil veces repetidos para convencer a los inermes ciudadanos con soluciones mágicas y salidas apuradas del infierno de una pobreza que esos mismos ventajeros politiqueros ayudaron a generar junto a sus mandantes corporativos.

Aquí, en el centro del “universo sojero”, en el territorio donde se disputa una guerra despiadada por poderes traficantes, en el sitio donde el lavado ha dejado de ser símbolo de limpieza para convertirse en el modo oscuro de la corrupción de los poderosos sobre nuestra sociedad, el valor de las personas ha pasado a determinarse por la cantidad de balas que se les pueda disparar. El miedo se ha convertido en la extorsión para el dejar hacer, la corrupción policial en la moneda de cambio de los peores políticos para conservar sus miserables cargos a costa de la muerte temprana de pibes sin futuro desde el mismo momento en que abren por primera vez sus ojos a la vida.

En este barro hay que caminar hacia otra esperanza electoral. En esta olla habrá que saber cocinar los nuevos sueños, los mismos de siempre, tantas veces traicionados. Sobre este territorio avasallado por pobrezas disimuladas con índices que no indican nada, será que deberá recrearse la esperanza por enésima vez, plantear los objetivos y derramar los programas que convenzan a tantas almas empantanadas en la ignorancia y la brutalidad fabricada por la maquinaria mediática que envenena el aire, consume las neuronas y arrasa con la cordura. Aquí y ahora es cuando lo cotidiano deberá volverse mágico, para enarbolar las banderas raídas de una Justicia olvidada, de una Soberanía aplastada y una Independencia consumida por la avaricia de unos pocos simuladores de liderazgos que no poseen y un patriotismo que hace mucho arrojaron por la borda de este barco (por ahora) enrumbado hacia la nada.

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