sábado, 11 de marzo de 2023

TIEMPO PERDIDO

Cuadro de Salvador Dalí
Por Roberto Marra

El tiempo es el más postergado de nuestros valores. Esperar, postergar, retrasar, forma parte del andamiaje de inútiles maneras de perderlo. Hacer poco y nada de lo necesario, es una invitación al abandono de horas, días, meses y años, sin dar soluciones a lo que declamamos como urgente. Dejar hacer a la maldad y la insolencia de los enemigos de la humanidad, es un despropósito incoherente con la imprescindible construcción cotidiana del futuro. Encerrarnos en una burbuja de sentimientos virtuosos, sin intentar convertirlos en realidad, se constituye en otra forma más de retroceder en el tiempo, sin necesidad de esa siempre soñada máquina que la ciencia ficción tantas veces nos prometiera.

Surgen interrogantes imposibles de contestar cuando se posterga para más adelante la solución al hambre de hoy. Aparecen como inconcebibles las políticas que prometen su solución, pero para cuando derramen los beneficios posteriores a las ganancias monstruosas de los privilegiados. Sucede con cada derecho humano individual y social, los que son paradójicamente alabados y retrasados para supuestas mejores ocasiones financieras y económicas. Se someten estas necesidades perentorias a los tiempos de las corporaciones corruptoras y sus funcionarios títeres, más preocupados en sostener sus ególatras condiciones, que en devolver con dignidad y hechos concretos lo demandado por sus votantes.

El tiempo sigue pasando, aún mientras estas palabras son leídas, sin que nada parezca elevar la conciencia sobre su pérdida irresoluble. El tiempo fue pasando también para este actual gobierno de origen ilusionante, con demoras y agachadas de diversos orígenes, encerrado ahora en un oscurecido ambiente degradado por sus enemigos, que son los de la Patria, sin que se hubiera atrevido a saltar la cerca de esta cárcel de momentos congelados, correlatos de trampas impuestas para impedir el desarrollo real y virtuoso que se esperaba.

Algunos creen que recordar el pasado es retrasar el tiempo. Ignoran o actuan con malicia, porque nada más constructivo para comprender el presente y acelerar el futuro que la sabiduría del ejemplo vivido y la carga de experiencia que ha dejado, para elaborar nuevos planes y trazar los caminos que pongan en marcha nuevamente al reloj de la sociedad. Desdeñar tales antecedentes, nos empujan al tropiezo y el desgano, provocan la anomia que ahora mismo se ha introducido en nuestro pueblo, cuando al llamado a la lucha, el grueso no responde como se esperaría ante tanta imperiosa necesidad de cambios, abatida por tanta mugre mediática y tanto retorcido mensaje de sus representantes.

La vida no espera, sólo transcurre. El hambre, la miseria, la desprotección, la concentración de la riqueza, la re-colonización, la esquilmación de los recursos naturales, la destrucción del ambiente, el sometimiento al arbitrio imperial, son las más claras muestras de la dimensión de lo que se pierde en cada minuto que no actuemos como Pueblo organizado. Las ofensas miserables hacia quienes han ofrendado sus propias vidas para hacer realidad una sociedad digna de ser vivida, deben ser resarcidas con nuestra lucha permanente, con la mirada atenta y la mano presta al trabajo solidario, para reconstruir las esperanzas robadas.

Es tiempo de dejar de hacer tiempo. Es hora de re-emprender el diferido viaje hacia la gloria de la Justicia Social. Es cuando hay que levantarse del agobio mentiroso de tantos perversos transmisores de banalidades, para volver a escuchar las voces del recuerdo y la razón, buscando elaborar la salida a tanta perfidia y abandono, reconstruyendo el tejido militante para esa lucha impostergable que recobre el sentido y los valores que nos hicieron mejores en otras épocas. Aquellas donde el tiempo era dignificado con la construcción de una Patria justa, libre y soberana.

 

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