domingo, 14 de diciembre de 2025

EL TRIUNFO DE LA IGNORANCIA

Por Roberto Marra

Explicarle lo obvio a alguien que no quiere conocer la realidad, es un desgaste mental inútil, un esfuerzo perdido antes de empezar a intentarlo. Es la razón por la cual millones de individuos subyace en un mundo de fantasías elaboradas por quienes necesitan que eso suceda, método infalible para evitar rebeliones de los envilecidos y sumar beneficios para los que promueven tal estado de cosas.

Frente a esto, sin embargo, se continúan con los mismos modos de pretendida docencia mediática sobre las masas de inapetentes de conocimientos, señalándoles los errores que cometen o advirtiéndoles de los peligros de lo que aceptan y defienden enceguecidos de placer infeliz. Es una batalla perdida de antemano. Pero ahí van, una y otra vez, los discursos de invitación a reflexionar a individuos que no comprenden el significado de esa palabra, que no la ejercen por decisión emanada de sus convicciones inyectadas por millones de imágenes y palabras repetidas hasta el paroxismo.

La negación es el emblema que los guía. El desprecio del saber es su condición de sobrevivencia en una sociedad que lo margina, lo desprecia y lo lateraliza, pero a la que reconoce como única e inmodificable. No habrá demostración posible para que reconozca la verdad que tiene frente a sus ojos, salvo la derivada de su propia muerte inminente. Y eso también es dudoso.

Especialistas en política y economía pueden elaborar explicaciones lógicas sobre los resultados de la aplicación de medidas perjudiciales para la inmensa mayoría de la población, pero sus palabras ni siquiera merecerán la atención de esos obnubilados pertinaces, que navegan en un mar de imbecilidades adquiridas y defendidas hasta con furia contra quienes intentan abrir sus entendimientos con certezas irrebatibles. Las demostraciones de la historia no serán suficientes ni para poner en dudas sus percepciones irreales.

Las abstracciones no forman parte de sus armamentos cerebrales, imposibilitando la aparición de otra cosa que no sea rechazo y odio anticipado. El desconocimiento es, para ellos, una virtud. La sabiduría, sólo una molestia que evaden para seguir su rumbo incontenible de devaneos entre mentiras y retrasos cognitivos, sus alimentos primordiales.

El destino de toda una nación, en manos de los votos decididos por personas que niegan la realidad. El futuro bajo el arbitrio de gobernantes supremacistas, que son los fabricantes de estos individuos lacerados mentalmente, cooptados para la labor de infantería en una guerra de sentidos que no logra ser contrarrestada por las bajezas éticas de algunos y las cobardías inmorales de otros.

Es una pandemia de dolores visibles, de genocidios por goteo, de retrocesos brutales, de memorias apagadas. Es la pasión de los perdidos en un océano de brutalidades, postergando al infinito la reacción natural de los otros sometidos. Es el escarnio de la muerte cotidiana de la esperanza, reverenciando a sus asesinos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario