miércoles, 17 de mayo de 2017

LA SALUD ES LO DE MENOS

Imagen de www.elchubut.com.ar
Por Roberto Marra

Kinesiólogos que prestan servicios a los afiliados de PAMI en Salta, decidieron dejar de hacerlo porque, por el nuevo sistema por cápita impuesto por el actual gobierno nacional, pasarían a cobrar ¡57 centavos por sesión! No es una broma pesada, es la realidad de la “revolución de la alegría”, que está traspasando los más elementales límites morales en esto de la atención de la salud.
Basta recordar la desaparición de centenares de medicamentos en las listas de los que se entregaban gratuitamente a los jubilados, sumado a la exorbitancia de sus precios en farmacias, para corroborar que los negocios predominan con creces frente a las necesidades más elementales de la población.
Es que esto de la “atención de la salud” es, en realidad, el enorme negocio de la prestación de servicios sobre las enfermedades, donde la concentración empresarial cada vez es más estrecha y dominante, al tiempo que los efectores públicos son desabastecidos proporcionalmente. Pocos grupos empresarios manejan el “mercado” de la enfermedad, con aparataje exclusivo y hotelería de internación de apariencia lujosa, donde van quienes pueden aportar a obras sociales y pre-pagas.
Como queda en evidencia, los ataques más furiosos son contra los jubilados, justamente quienes más requieren de atención preventiva y curativa. Lejos de pensarlo así, los “estrategas” de medio título que se pretenden casi dueños del PAMI, apañados por no pocos gremialistas de algunos de los sindicatos que abundan en esa obra social tan especial, elaboran estos insanos planes a los ya demasiado abusados viejos.
No hay maldad sin intención económica y esto es más visible en el rubro salud. El abandono, la mala atención, los tiempos perdidos, la falta de elementos básicos, las postergaciones, son requisitos esenciales para los sucios negociados que se intuyen pero no se investigan, aprovechando tamaña herramienta y presupuesto para beneficio de muy pocos “vivillos” del Poder.
Tan lejos de Carrillo como de Oñativia, quienes manejan el sistema sanitario nacional, cual simples administradores de empresas, solo comercian y transan, detrás de miserables objetivos reñidos con las más elementales normas éticas.  Debajo, muy por debajo de esas mortales decisiones, los jubilados van de ventanilla en ventanilla, buscando respuestas que nunca encontrarán detrás de esos mostradores de la exclusión, barreras infranqueables hacia una salud que no  podrán tener, por decisión del siniestro “dios mercado”.

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