domingo, 14 de julio de 2013

EL MAGMA KIRCHNERISTA

Imagen www.lanacion.com.ar
Por Hernán Brienza*

 Si uno quisiera hacer un análisis en perspectiva sobre qué es exactamente el kirchnerismo, si uno necesitara extraer el núcleo duro del pensamiento de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, no tendría que hacer más que escuchar atentamente los dos discursos que realizó esta semana en la provincia de Tucumán y en la cena de camaradería de las Fuerzas Armadas. Si uno quita lo anecdótico, lo circunstancial, lo efímero de ambas alocuciones, podrá encontrar el magma del modelo kirchnerista, es decir, aquello que es necesariamente constitutivo del pensamiento de quienes condujeron durante diez años a la Argentina. Se trata de las líneas esenciales del proyecto político, la estación última de una estrategia a largo plazo, la tan mentada política a largo plazo que siempre se exige a una clase dirigente.
El discurso de Tucumán esconde la primera clave. La presidenta anunció qué va a ocurrir en los próximos años en el mercado internacional. Y lo hizo con conocimiento de causa, ya que el Mercosur está en plena discusión con la Unión Europea sobre el comercio recíproco. "No tengan dudas, acuérdense de estas palabras y de este 9 de julio: ese es el mundo que se está planteando y que nos quieren imponer, volver a privatizar nuestras exportaciones, volver a ser grandes productores de materia prima con poco valor agregado. Y vamos a dar batalla, porque vamos a profundizar este modelo de Estado, de inclusión, de valor agregado, logrando mayor competitividad y también peleando por la unidad regional." Es claro, a partir de la crisis, Europa quiere salir de la manera que lo hizo siempre: realizando una nueva división del trabajo e intentando que los costos de la depresión la paguen los país del sur.
"¿Qué hacemos entones? –se preguntó la presidenta– ¿Cuál es el instrumento más poderoso que hemos logrado los argentinos en esta década reconstruir además de la autoestima? El Estado, que es el gran reparador y el gran constructor junto al sector privado, para la ayuda, para el crecimiento; el Estado que necesita de sus tres poderes, de un Poder Ejecutivo que en estos diez años ha administrado el comercio ayudando al empresariado nacional y a la banca nacional como nunca antes nadie lo había hecho. Vamos a hablar claro, argentinos: hasta el año 2003 y basta mirar los números, la posición dominante en el sector financiero, era la banca extranjera. Hoy es la banca nacional y los banqueros son los mismos, no es que vinieron algunos más inteligentes. Lo que vino es un Estado que desarrolló la industria nacional que les permitió a ellos desplazar en el ránking a la banca extranjera y ser hoy más importantes. Lo digo por si hay algún banquero distraído que no se da cuenta."
Más allá de alguna chicana, la presidenta fue clara: en el centro de la concepción política y económica es el Estado Nacional el encargado de garantizar no solo una redistribución justa del ingreso, el cumplimiento de un pacto social, sino que es, por sobre todas las cosas, el garante de la generación de esa misma riqueza. Es la razón fundamental de defensa de los intereses de todos los argentinos frente a los grupos económicos internos, pero también de los vaivenes de la economía globalizada, de los zarandeos producidos por las empresas trasnacionales y por las acciones políticas de otros Estados que defienden el trabajo y la riqueza producida en otros países.
"Es necesario tener inteligencia para esta etapa y reconocer en la figura del Estado, como gran constructor de las políticas económicas, sociales,  algo muy importante para ayudar a desarrollar aún más el sector privado. Y ese Estado, no es solamente el Poder Ejecutivo, ese Estado también es el Poder Legislativo que requiere de hombres y mujeres que cuando toman decisiones, más allá de las lógicas ubicaciones partidarias, lo hagan pensando en los intereses de la República Argentina, de la patria y no en lo que le marcan o le dictan desde una agenda corporativa que ni siquiera es económica sino apenas mediática. Por eso, fortalecer el Estado, no es fortalecer un gobierno ni un partido. ¿Y saben por qué? Porque nadie es eterno ni lo quiere ser en el gobierno, ni ningún partido es eterno”, sostuvo la presidenta. Es decir, para ella, la política de Estado más importante es la defensa del propio Estado.
De inmediato apeló a la conciencia de los empresarios. Pero no les habló con el corazón, apeló al instinto de supervivencia individual y colectivo: "En esta etapa tan particular del mundo de la región, si antes se la llevaban en pala, ahora a lo mejor la tienen que recoger en alguna cuchara sopera. Pero igualmente, me parece que hay poner un poco de sentido común. No pido generosidad, no pido sentimientos, estamos hablando de economía y yo también soy fría cuando hablo de economía y de intereses. Pido, simplemente, inteligencia para entender lo que están queriendo hacer, no solamente con la Argentina, sino con la región. Y como todos tienen muchos intereses aquí, otros tienen otros en otras partes también, pero sepan que esas cosas también pueden desaparecer de un momento para el otro".
Como buena belgraneana, la presidenta considera que el Estado debe garantizar la producción con valor agregado en la Argentina, o sea, con trabajo realizado fronteras adentro, con empresarios que garanticen el trabajo a millones de compatriotas y que puedan competir en los mercados internacionales, más que por costos bajos –es decir, reducción de salarios– por mejoramiento en la calidad de la producción. Y es en ese marco ideológico donde se engarza el discurso realizado ante las Fuerzas Armadas. "No conozco ningún gran ejército, no conozco ninguna gran armada, no conozco ninguna gran aviación que solamente sean custodios de países donde lo único que se produce son materias primas. La grandeza de las Fuerzas Armadas está directamente vinculada al poder y a la grandeza de la Nación… Por eso creo que este concepto de defensa integral que pasa por el desarrollo industrial, por agregar valor, por participar activamente en el desarrollo de la industria de defensa nacional, de manera tal que podamos producir, mediante lo que tenemos en materia de ciencia y tecnología, desde radares hasta armamento, hasta vagones para trenes, hasta volver a ser ferrocarriles, todo, todo hace al concepto de defensa, de defensa de un modelo que ha permitido un crecimiento y una inclusión social sin precedentes".
Por último, la propia presidenta cerró con coherencia lógica su proyecto político, lo que se conoce como el modelo, aquello que se está con él o contra él, porque no se puede estar un poquito embarazada. "Ante esta nueva reconfiguración mundial, creo que todos los argentinos y creo que nuestras Fuerzas Armadas no pueden estar ausentes de esta discusión, de este debate y, fundamentalmente, de este trabajo, porque otra cosa que debemos aprender los argentinos es que hay tiempos de debate, hay tiempos de discusión, pero que cuando se cierra el debate y la discusión, lo que hay que hacer es ponerse a trabajar para poder llevar a cabo lo que hemos resuelto finalmente y como lo más conveniente para la Nación." En algún punto, la presidenta cierra un círculo mucho mayor: pone a las Fuerzas Armadas en un nuevo lugar; ya no como objeto de referencia de un pasado tortuoso, sino como sujeto de cambio con proyección a futuro.

*Publicado en Tiempo Argentino

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