sábado, 6 de febrero de 2010

VERDADES MENTIROSAS

Por Arq. Roberto Marra*

Rosario ha sido convertida claramente en una Ciudad fragmentada en sectores diferenciados básicamente por el nivel adquisitivo de sus habitantes.
Una de las realidades más contrastantes resultan la opulencia de los barrios exclusivos y los countries tan promovidos por este Gobierno Municipal, frente a los más de 150.000 habitantes de “villas miseria”, que viven en condiciones paupérrimas, con hacinamiento, falta de cloacas, de gas, de pavimentos, de desagües pluviales, de transporte.
Resulta obviamente indispensable entonces crear las condiciones para la generación de puestos de trabajos, la elevación de la capacitación, la mejora educacional, la adopción de medidas desde el Estado Municipal destinadas a promover la industria, como “madre” de la inclusión social a través del empleo digno, generándolo a través del impulso a la creación de áreas o parques industriales con ventajas fundamentalmente para las pequeñas industrias, que resultan las que más puestos de trabajo generan. El Estado Municipal tiene las herramientas a su disposición para todo ello; claro, si se lo propone.
Pero la política de este Gobierno Municipal está claramente direccionado a lo contrario: un llamativo desarrollo de las áreas centrales, la costa y los mejores terrenos suburbanos, con emprendimientos de gran envergadura destinados a la “cultura shoping”, a los barrios exclusivos y excluyentes, a grandes avenidas que los interconecten, y todo con un gran marketing.
La “Rosario turística” sólo puede mostrar esa mediocre copia de una “Nueva York” de tercer mundo, en vez de impulsar una Ciudad inclusiva, abierta, creativa y creadora de una imagen propia generada por el devenir de las culturas que la conformaron y la alimentan. El “orgullo de ser rosarino” no puede ser tal cuando se abandonan a su suerte a miles de conciudadanos por la ineptitud o, lo que es peor, por la actitud denigrante de la traición, no sólo a los que dicen ser sus “ideales”, sino a los mínimos deberes que como funcionarios no cumplen.
Con cinismo hablan de un “plan urbano”, planteando una “hermosa” ciudad del futuro, sin explicar, porque no les interesa, como van a solucionar la pobreza estructural de esta ciudad, la que no podrán seguir endilgando siempre por completo a los gobiernos nacionales, como antes lo hacían con los provinciales.
No es ineptitud, no. Es una clara decisión tomada respecto de que privilegian: entre el Pueblo y la élite económica, sin dudas han elegido a esta última. Los hechos, las medidas, las acciones y las omisiones lo muestran con palmaria claridad.
Siempre con su soberbia actitud de “sabelotodos”, cada integrante de estos gobiernos (el provincial es un “calco”, con más territorio) anuncian que “todo está bien”, que la ciudad está cada vez mejor, que nos admiran en el mundo, que somos la “Barcelona argentina”. Y anuncian con una absoluta frialdad frente a los dramas cotidianos de centenares de miles de rosarinos, obras imponentes que servirán, como todas ellas, para el goce de unos pocos y la mirada absorta de las mayorías, incapaces de comprender como se puede ser tan hipócrita.
Cuando se miente tanto, se termina creyendo las propias mentiras. Y como en una espiral, la Ciudad se desliza entre tantas falsedades hacia un destino de marginación absoluta y de desigualdad extrema, al que se llegará sin remedio si no se cambian los paradigmas en su desarrollo. Tendrán que comprenderlo o se deberán enfrentar a una Sociedad que terminará juzgándolo como lo que son: empecinados aprendices de neoliberales encubiertos tras su lustrosa pátina de pseudo-progresistas.

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