martes, 4 de junio de 2019

LA CINCHADA

Imagen de "pinterest.com"
Por Roberto Marra
Las campañas electorales son cada vez más parecidas a la cinchada, aquel viejo juego-deporte que supo tener mucho predicamento popular en otros tiempos. Un tira y afloje permanente, donde el nudo central no termina nunca de correrse hacia su flanco definitivo, aún cuando algunos pisen alternativamente uno y otro lado de la raya de sentencia, en busca de apoyo en el dudoso barro de la incoherencia ideológica que posterga el final obvio de toda contienda que no cuente con el empuje de las convicciones propias.
De ese lado de la “cincha” virtual, aparecen algunos mediáticos personajes de escaso predicamento social y menores intelectos, abandónicos representantes de una medianería ideológica imposible, buscando siempre un “palenque donde rascarse” para continuar con sus prebendarias formas de hacer política. Sus pocas probabilidades de éxito los hacen muy permeables a las solicitudes de sus “patrones” nunca declarados, pero conocidos, quienes utilizan sus “servicios” para el poco ético objetivo de denostar a sus antiguos compañeros, en busca de desgastar a los auténticos representantes de los valores que combaten del otro lado de la raya.
Pero existen, además, quienes intentan alzarse por sobre ambos lados de los cinchadores, con la pretensión de dar pié a las dudas de los que observan y evalúan la disputa, apostando alternativamente por unos y otros, para terminar con admonitorios mensajes de supuestas intencionalidades similares de los contendientes en esa cinchada de la que dicen no estar con ninguno.
Engreídos personajes de pulcras formas y oscuros interiores, son capaces de agarrar el nudo de la cincha para hacerse de ventajas que no obtendrian de mostrar sus verdaderas caras, tirando para su costado hasta derrumbar a ambos grupos de competidores. Logrado su objetivo, seguirán con sus mismos relatos de power-point, dibujando una realidad que otorgue esperanzas, aunque vanas, a una población ávida de soluciones que van otorgando en cuentagotas, de manera de contener y disuadir de los cambios profundos que suenan imprescindibles para evolucionar hacia una justicia social que postergan siempre al infinito.
De tanto posponer algunas soluciones prometidas, se atoran a la hora de exponer sus promesas de campaña con frases odiosas hacia sus competidores “populistas”, que ahora tienen irremediablemente enfrentados en la cincha que tienen que asir, sin remedio, del lado de la raya que los ajusta al sector ideológico que, en realidad, siempre han representado. Asustados ante la posibilidad de perder la partida, estos dirigentes intentan sumar manos a la soga que se les resbala de tanta “crema” sobada en busca de apoyos de declarados enemigos de un Pueblo al que, por fuera de sus discursos de TV, desprecian por su raiz de patas en la fuente.
Enredados en maniobras vergonzantes con los agentes imperiales que se asentaron en la Rosada, envueltos en trajines de complejas tramas delictivas irresueltas, mostrando fachadas de enormes obras inconclusas, terminan tirando desesperados de la cincha que cada vez suma más adversarios populares, incluso de sus menospreciados inmigrantes de provincias empobrecidas, advirtiéndoles que sus tiempos están llegando al final. Y que la cinchada podría, esta vez, culminar con la caída de su bastión provinciano, reducto donde lograron, por un largo tiempo, construir una falacia que ofende el origen de la bella utopía que sustenta la palabra “socialista”.

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