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Regresar al lugar de los afectos siempre es satisfactorio.
Reanudar los contactos con quienes se comparten horas de nuestras vidas, es la
necesaria tarea que completa el tanque del combustible de esperanzas, que se
transformarán, con el trabajo diario, en alimento del futuro que se sueña construir.
Sin embargo, el contexto donde este regreso anual se da, no es el más halagüeño
para la mayoría del Pueblo argentino, ni del Mundo.
Lejos de modificarse el rumbo impreso durante el último año,
de salvaje destrucción de derechos y futuros, el verano ha visto la
profundización de este camino hacia el conocido abismo donde mueren las
conquistas populares, esas que detestan los millonarios apoderados del destino
de nuestra Nación.
Uno a uno han ido cayendo los logros de décadas de luchas. Y
lo seguirán haciendo, a menos que se despierte a tiempo de este letargo de la
conciencia, impuesto con mucha parafernalia mediática, donde la mentira es la
reina y el cinismo la base de sus inmorales maquinaciones.
Todas y cada una de las falsas promesas están mostrando sus verdaderas
cataduras. Esas que los medios ocultaron para lograr sus objetivos de poder.
Desnudos de esas simulaciones, comienzan ahora a verse tal cual son los actores
de este drama con final anunciado y conocido por todos, incluso por quienes lo
negaron para sacarse de encima a los supuestos corruptos anteriores.
Nos estalla ahora en nuestras propias caras, las
revelaciones de la impudicia de estos ricachones convertidos en amos de nuestras
existencias, cuyas licenciosas vidas económicas revelan los orígenes de las
desgracias históricas que han padecido y padecen las mayorías populares en
Argentina. Se descubren, día a día, las probadas maniobras ilegales de las que
se valieron y se valen para apoderarse de casi todo.
La tarea que ahora emprenderán será la de convertir el tiempo
electoral en siembra de falsedades ajenas y certezas propias, semillas de las que
esperan surjan, otra vez, las dudas que hagan imposible el cambio. El
verdadero, no el que prometieron. El que solo puede realizarse si quien conduce
el porvenir es el mismo Pueblo. El que no dude, no ya de sus líderes, sino de
sus propias fuerzas y responsabilidades para construir la Patria. Esa que no es
mera palabra de discurso escolar, sino síntesis de la construcción histórica que
estamos obligados a llevar, de los sueños, a la realidad.
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