domingo, 30 de agosto de 2015

CIELOS SOBERANOS

Imagen Telam
Por Luis Pablo Ceriani*

El rol de la empresa aérea de bandera ha sido, desde el momento de su recuperación, objeto de múltiples debates que ponen en escena discusiones más profundas sobre el lugar del Estado. Un análisis sobre la situación de la empresa que circuló en los últimos días es una buena oportunidad para poner algunas cosas en claro.
El 29 de julio, el economista y precandidato a vicepresidente  por una de las fórmulas de la alianza PRO-UCR Cambiemos, Lucas Llach publicó en su blog un post al que tituló “¿Qué pensamos de Aerolíneas?” en el que despliega una serie de análisis y argumentaciones sobre el presente de la empresa y su futuro.
El post plantea una cantidad de afirmaciones sobre Aerolíneas Argentinas y la política aerocomercial seguida desde la recuperación estatal de la empresa que vale la pena comentar.
Por un lado, Llach parte de un planteo inicial, e inicialmente falso, a saber: que hay una crisis en Aerolíneas Argentinas.
Tal afirmación resulta sorprendente en la medida en que AA atraviesa uno de los mejores momentos de su historia.
Con una flota de 73 aeronaves de última generación como no tuvo nunca, con una capacidad de transporte de pasajeros que duplica a la de hace 6 años, con estándares de puntualidad incluso mejores que los de las empresas privadas y con un 2015 en el que ha conseguido la mayor eficiencia económica de todo el período, esa afirmación parece por lo menos aventurada.
La solución para esta pretendida crisis, incansablemente postulada por la acción política y propagandística de los grandes grupos de medios, es que haya más competencia en el mercado aerocomercial argentino dado que Aerolíneas Argentinas ejerce una suerte de monopolio.
Los indicios de esta práctica monopólica, según Llach, son que Aerolíneas no permite la competencia en 19 destinos, que controla el uso de mangas, que impide a LAN el ingreso de aeronaves y que existen precios mínimos.
Casualmente, estos reclamos son punto por punto idénticos a los reclamos que año a año hace LAN a las autoridades argentinas. En este sentido, cabe destacar que no hay ninguna barrera a la entrada para operar las rutas en las que AA no tiene competencia y que si LAN no lo hace es porque evidentemente no le conviene económicamente. Por otro lado, Llach sostiene que Aerolíneas controla Intercargo, lo que es falso,  y que controla el uso de las mangas.
Sin embargo, seguramente Llach no sabe –o no lo quiere saber- el servicio de Intercargo ha mejorado sustancialmente gracias a un fuerte plan de inversión y los principales beneficiarios de estas mejoras son LAN y el resto de las aerolíneas excepto Aerolíneas Argentinas, que tiene su propio servicio de rampa.
El post sostiene, además, que la ANAC impide a LAN el ingreso de aeronaves para operar en cabotaje, pero omite decir que LAN no puede ingresar ninguna aeronave para operar en cabotaje en Brasil, Colombia o México, mientras que en Argentina opera una importante flota.
El discurso de Llach, aunque vestido con ropajes de modernidad descontracturada, es viejo. Es el antiguo canto neoliberal que ve monopolio cuando lo que hay es protección estatal, y que dice competencia y apertura, cuando en verdad clama imperio del mercado y darwinismo económico. En los 90 ese canto de sirenas en el mercado aerocomercial se llamó “política de cielos abiertos”. Por suerte para los argentinos, desde 2008 hay política de cielos soberanos, mal que le pese al amigo Llach.
Siguiendo con su libelo, la crítica insiste con el hecho de que haya precios mínimos. Hay que explicar que esta política tiene un objetivo claro que es impedir las políticas de dumping que las grandes aerolíneas llevan adelante justamente para eliminar a la competencia que Llach dice defender.
“Menos burocracia y más especialistas”, grita desde su post el economista estrella de Cambiemos. Lo increíble es que use ese argumento para una compañía aérea que tiene menos empleados por avión que las empresas privadas. Además, los argentinos ya conocimos amargamente a qué conducen esos discursos que esgrimen falsamente la racionalidad del gasto y que esconden el ajuste, el cierre de empresas, la pérdida de puestos de trabajo.
Lo que en definitiva propone Llach es que haya una política que permita la libre entrada de aerolíneas internacionales para operar en cabotaje para que haya muchas aerolíneas y así muchas opciones. La cajita de música neoliberal.
Efectivamente, la industria aerocomercial es una actividad que tiende a una mayor concentración, tal como lo demuestran las múltiples operaciones de fusiones y adquisiciones de grandes compañías aéreas; por lo tanto, una política de cielos abiertos no sólo no fomentará la competencia sino que profundizará el proceso de concentración. Así, en vez de tener una línea aérea de bandera tendremos el monopolio de alguna multinacional llena de especialistas y profesionales dedicados a maximizar las ganancias de sus accionistas extranjeros y no una empresa aerocomercial estatal, que garantice conectividad en todo el territorio.

*Director Titular de Aerolíneas Argentinas
Publicado por Telam

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